Inocentes

02

El funeral

El sonido de alguien tocando la puerta provocó que abriera los ojos con fastidio. Desconocía la hora que era, pero por la poca luz que se colaba de la ventana deduje que era demasiado temprano como para estar molestando. Sin embargo recordé que hoy era la llegada de las personas de limpieza, así que me apresure en levantarme. Al abrir la puerta una joven de una edad adecuada para asistir a la preparatoria se presentó con una sonrisa gentil, vestía un traje que consistía en un pantalón negro y playera blanca.

Abrí ambas puertas de mi habitación por completo, haciéndome a un lado permitiéndole el pase, ella empujo sin ejercer esfuerzo un carrito que contenía todo tipo de productos de higiene. 

—La señorita Briseida la esperaba abajo en el comedor. —informó acercándose a mi cama —Exigió que estuviera bañada y arreglada para el desayuno, señorita Eider.

—Muy bien —asentí en agradecimiento.

Dirijo mis pasos hacia el ropero en busca de una sudadera, al encontrarla me la pongo, amarrando mi cabello castaño en una coleta morocha, dispuesta a bajar con estas fachas. La chica al notar mis intenciones en hacer molestar a Briseida esboza una sonrisa divertida, a lo que yo le regreso el gesto acompañado de un guiño saliendo de la alcoba.

Al ir bajando los escalones, diviso a varias personas con la misma vestimenta que la joven de arriba que ahora hace recogiendo mi habitación. Hombres y mujeres caminando de un lado a otro, luciendo atareados. Camino en dirección al gran comedor introduciendo mis manos en las bolsas de la sudadera, una mesa rectangular con alrededor de veinte sillas es lo que se encuentra primero, mi hermana ocupando el lugar en una esquina. Mis ojos caen en el lugar vacío que antes era ocupado por nuestro padre, justo en la punta del comedor. Trago saliva alejando aquellos pensamientos, limitándome en escoger un lugar frente a Briseida.

Ella sostiene un periódico entre sus manos, leyendo con atención su contenido, la rubia sintió el peso de mi mirada, ya que alzo su vista hacía mí, ocasionando que nuestros ojos se conectaran por unos segundos lo cual no duro mucho, ya que después procedió en examinar mi atuendo enarcando una ceja, negó con la cabeza mientras volcaba los ojos, me encogí de hombros con inocencia y finalmente me senté.

Pasaron algunos minutos hasta que llego una mucama dejando un plato con comida frente a mí, agradecí con una sonrisa, moviendo mi mano para que se retirara.

La voz de mi hermana no tardo en romper el silencio.

—Estas en el periódico. —anuncio sin ningún tipo de burla, dando a entender que sus palabras eran ciertas, deje caer mi tenedor algo asombrada.

¿Cómo era eso posible? ¿Y cómo por qué lo estaba?

Cada uno de los presentes de ayer tenía la estricta orden de no mencionar absolutamente nada de lo sucedido a los medios o a la prensa, de lo contrario tendrían serias consecuencias. Por lo visto les valió las advertencias de mi abogado.

—¿Qué carajos? —cuestione frunciendo mi ceño, tomando de nuevo mi tenedor con brusquedad.

La respuesta tardo en llegar, lo cual hacía que mi enfado creciera.

— "La señorita Eider Dankworth son de las primeras sospechosas sobre el inesperado asesinato del famoso empresario de los últimos años de Londres, Helmer Dankworth" —leyó en voz alta y clara, apreté los labios a la espera que terminara de leer. — "Se dice que la joven no soportaba a su padre, tomando así la valentía suficiente para acabar con la vida de su progenitor. Esto solo es un hecho de rumores por una fuente anónima que rápidamente comenzaron a circular por los medios. Ayer por la tarde se le declaro bajo custodia, sin la oportunidad de viajar fuera del país y con vigilancia las 24 horas del día."

—¿Cómo ellos...

—Aelén —interrumpió la rubia, contestando a mi pregunta no formulada. Se mostraba relajada ante la situación, entonces deduje que ella lo había solucionado. —Exigí que lo quitaran de inmediato, de lo contrario amenace con cerrar los negocios, podría hacerlo solo con el chasquido de mis dedos y nadie me detendría.

Asentí en agradecimiento haciendo una mueca en mis labios. Orgullosa de mi hermana aunque no lo admitiera en voz alta. Antes de que pudiera hablar, ella se adelantó en tomar la palabra.

—De lo que no puedo impedir es que hablen de lo que pasara en el funeral de nuestro padre. —advirtió en un tono serio, soltando un suspiro dejando a un lado el periódico prestándome toda su atención. —Así que prepárate, seremos juzgadas, insultadas y probablemente intenten humillarnos.

Sin agregar nada más se puso de pie, hachándome un último vistazo con su auténtica cara de superioridad alejándose en completo silencio del comedor a pasos lentos, haciendo resonar sus tacones contra el piso.

Cuando la perdí de vista hice a un lado mi plato, frotando ambas manos en mi rostro en un gesto de desespero. Maldita sea el momento en el que llegue esa noche a la mansión. Todo hubiera sido tan diferente, si no hubiera bebido esa noche estaría más consiente de mis actos y no estaría en este embrollo.

El hubiera no existe y tenía que vivir con eso.

Cerré los ojos con fuerza contando hasta diez. Con el propósito de tranquilizarme, enfadarme y hacer rabietas no me aseguraba nada bueno, lo único que me hacía ver era como una inmadura, incapaz de manejar esta situación. Yo no era así y mucho menos ahora debería aportar ese comportamiento. Molesta proseguí en comer, aunque sin mucho ánimo y con el apetito fuera.

×××

Hoy el cielo estaba nublado, una que otra nube ocultando las posibilidades de un sol resplandeciente hiciera de las suyas. Este tipo de climas eran muy comunes en Londres, normalmente los días eran de un aspecto triste debido al ambiente, por lo visto en este día no sería la excepción. Hoy más que nunca el clima debía que jugar a mi favor, haciendo compañía a mi tragedia.



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En el texto hay: misterio, asesinos, suspenso

Editado: 23.09.2020

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