Inolvidable Amor

CAPÍTULO V

Lucas toca con insistencia la puerta de la casa de Rosalie.

—¿A quién busca? —preguntó una anciana que al parecer es una vecina.

—Mi amiga… —Empezó a decir.

—Ahí ya no vive nadie.

Lucas la mira con sorpresa.

—¿Qué?

—Se mudaron ayer —respondió la mujer.

—¿Qué? ¿Cómo? —cuestionó Lucas.

—Lo que oye muchacho, ya deje de tocar, nadie va a salir.

—Pero, ¿a dónde se fueron?

La mujer se encogió de hombros.

—No dijeron nada.

Y diciendo eso se adentró en su casa cerrando la puerta, dejando a Lucas en un mar de confusión. Pero sabía que no podía hacer nada ahí, por lo que decidió ir a la universidad de Rosalie a buscarla. Podría haber cambiado de casa, pero no la universidad.

Había ido algunas veces a recogerla a la salida de clases por lo que le fue fácil llegar hasta la casa de estudios, como no sabía el horario pensó que sería bueno preguntar sobre su horario. Sin embargo, grande fue su frustración cuando le dijeron que había abandonado la universidad.

¿Qué significaba todo esto? Se preguntó lleno de angustia.

Lleno de más preguntas que respuestas, se dirigió a su casa, no daba crédito a lo que estaba pasando, una persona no puede esfumarse de la noche a la mañana, ¿o sí? 

Al llegar a su casa no pensó que ahí encontraría las respuestas a todas sus dudas. 

—Ya no tendremos que preocuparnos de ese asunto —escuchó decir a su padre. 

—¿Ya lo confirmaste? —inquirió su madre. 

Iba a pasar de largo hacia su habitación cuando la siguiente frase llamó su atención. 

—Sí, Harper hizo lo convenido —comentó su padre. 

¿Harper? Ese era el apellido de Rosalie, ¿por qué sus padres lo mencionaban?

—Me alegro, ahora esa chiquilla no será un estorbo para nuestro hijo —afirmó su madre.

Lucas dejó de respirar presa de la sorpresa. No daba crédito a lo que estaba escuchando de la boca de sus propios padres. 

¿Esas personas eran realmente sus padres? ¿Qué clase de personas eran? No quiso escuchar más y con el mismo sigilo con el que había entrado empezó a retroceder para salir de su casa y no volver nunca más. 

No valía la pena enfrentar a sus padres, no valía la pena amargarse la vida en ellos. Lo único que ahora valía la pena era encontrar a Rosalie. Su Rosalie. 

Fue difícil dar con ella, su padre había hecho un buen trabajo alejándola. Pero Lucas era un joven con muchos recursos, inteligente y decidido a encontrar al amor de su vida. 

Le tomó tres años encontrarla, pero a pesar del tiempo, su amor no se había marchitado, al contrario, lo había fortalecido en los momentos más difíciles. Ahora que tenía la dirección definitiva de la ubicación de su amada, se dirigía hacia ella con toda la esperanza de que ahora sí podrían vivir su amor. 

 Al llegar, le pareció raro que la dirección sea el de una escuela. Quizás trabaje aquí, pensó. 

Y estaba en lo correcto, Rosalie ayudaba como maestra en esa escuela que pertenecía al orfanato de niños que tenía a cargo la congregación de religiosas que la acogió. 

Al inicio, no fue fácil aceptar lo hecho por su padre, pero se adaptó bastante bien a la congregación, quiénes la recibieron cálidamente. Siempre fue una muchacha espiritual, así que recibió las enseñanzas de las religiosas y las abrazó con el corazón lleno de fe y amor. 

Ahora se encontraba tranquila con ella misma, pero ese día una sombra del pasado la venía a visitar. 

Ella fue la primera en reconocer a Lucas, ya que él no se fijó en ella debido al hábito que vestía. 

—Lucas —llamó con voz alegre. 

Él se volteó al escuchar su nombre y cuando le reconoció su rostro se llenó de sorpresa. 

—Rosalie, ¿qué haces...? —Iba a decir "así", refiriéndose a su vestimenta, pero calló sin saber cómo actuar. 

—Me alegra volver a verte —habló Rosalie con una sonrisa. 

Y era cierto, le alegraba tener esa oportunidad. 

—Te estuve buscando —explicó Lucas. 

—Lo siento, pasaron muchas cosas —respondió Rosalie. 

Lucas asintió. 

—¿Es tu nueva vida? —preguntó Lucas. 

Esperaba que Rosalie le dijera que no lo había olvidado, que lo estaba esperando y que se iría con él. 

—¿Recuerdas que una vez me dijiste que la Navidad que nos conocimos tú volviste a nacer? —replicó Rosalie. 

Lucas asintió. 

—Pues yo aquí volví a nacer, ahora esta es mi vida. Espero que lo entiendas...

—Pero y ¿nosotros? 

—Seremos un lindo recuerdo. 

—¿Solo eso? 




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