Jacque.
—No, ni lo sueñes —niego con la cabeza.
—¿Por qué no? Apenas iniciaron las vacaciones Jacque, no tienes planes para estos días —resopla—. Solo serán 2 semanas. Te queda alrededor de 1 mes y medio para hacer el resto de cosas que quieras —hace un puchero.
—Estas vacaciones trabajaré con papá. Ya me comprometí con él, lo siento, no puedo acompañarte —me encojo de hombros.
—No te creo.
—No es mi problema —contesto levantándome del taburete.
—¡Jacque! —chilla fastidiada—. Sabes que si no vas conmigo no me dejaran ir —suplica arisca.
—Sigue sin ser mi problema Layvenelli.
—Necesitarás de mi algún día Jacque y no estaré para ti. No me llames, ni me escribas. Porque no te responderé —se cruza de brazos molesta.
—Me llamarás tú primero antes de hacerlo yo —le guiño un ojo antes de voltearme hacia la nevera.
—¡Mourir idiot! —me tira una manzana a la cabeza a lo que respondo con un quejido—. ¡Eres un anciano atrapado en un cuerpo de veinte! —chilla y desaparece por la puerta.
Yo solo río ante su actitud infantil. Layve quería que la acompañara a un viaje que planeó con unos amigos que tenemos en común, dos semanas en una furgoneta. Ni sin culpa me apunto.
Ya me imagino la incomodidad, las peleas por diferencias y todos los problemas que suelen surgir en adolescentes llenos de hormonas y que actúan por emoción. No es mi ambiente y por más que la ame, no pienso sacrificar mi tranquilidad, no estaría cómodo y no disfrutaría ese paseo.
🌈
—Mmmm —me quejo al sentir como interrumpen mi sueño.
—Jacque —me siguen moviendo.
Suspiro antes de hablar.
—¿Qué hora es papá? —pregunto aún con los ojos cerrados.
—Las seis.
—¿Y por qué me despiertas un martes de vacaciones a las seis? —pregunto incorporándome.
—Porque tienes trabajo —sonríe.
Frunzo el ceño.
—Que yo sepa no he solicitado ningún trabajo —respondo volviéndome a acostar en la cama.
—No —abre las cortinas a lo que respondo con un gruñido—. Pero le dijiste a tú hermana que ibas a trabajar conmigo.
—Eso lo dije para no acompañarla a ese viaje que planeó —digo tapándome la cara con la almohada.
—Lo sé —me quita la almohada de un tirón y vuelvo a gruñir—. Ahora te toca cumplir tú palabra.
Abro los ojos y me acomodo de medio lado para hablarle.
—No papá, creo que no has entendido yo dij...
—Te quisiste librar de acompañarla, lo lograste. Pero de cumplir con la excusa que inventaste no —hace una pausa—. Así que Jacque, tienes veinte minutos para estar abajo y no me interesa si te parece o no te parece. Te las tiras de muy maduro, pero a la hora de cumplir con lo que dices, no quieres cumplirlo. Si no lo quieres hacer porque te nace, hazlo porque te lo ordeno yo, tu padre.
—Papá... —ruego.
—Nos vemos abajo en dieciocho —dice saliendo de la habitación sin darme oportunidad de responder.
Luego de meditarlo un rato más y me vuelvo a incorporar. Inmediatamente siento el mareo provocado por el movimiento repentino. Cuando se me ha pasado, me levanto y me dirijo a bañarme.
Tendría que ir a trabajar por lo menos, esta semana y quizás la otra. Luego ya inventaría algo para librarme.
🌈
—Nos vemos pequeño, te amo —mamá me da un beso en la frente— No abuses con el niño Raymond —señala a mi padre.
Ruedo los ojos y río.
—También te amo mamá. Y tú —señalo a Layve—. Me caes mal.
—Me alegra que el sentimiento sea mutuo —me saca la lengua.
—Jacque —me llama papá.
—¿Si?
—Toma —me tira las llaves del carro—. Hoy manejas. Ves yendo mientras me despido de tú madre.
—Bien —con las llaves en mano me dirijo hacia el carro.
Papá y mamá parecían recién casados, su amor y pasión seguía intacta como desde el primer día que se conocieron. Era algo que admiraba mucho de su matrimonio, a pesar de las diferencias y problemas, siempre encontraban la manera de arreglarlo y no dejaban que nada afectara su relación. Si algún día me casaba, me gustaría seguir el ejemplo de ellos.
Estaba muy agradecido con la vida por haberme regalado unos padres tan extraordinarios, realmente no existía algo en mi vida que estuviera mal. Tuve una buena infancia, siempre he contado con mi familia, nunca me ha faltado nada. De cierta manera eso me asustaba, porque si miraba a mi alrededor solo había caos y mi vida era todo lo contrario. Había estado tan bien desde siempre, que, si en algún momento llegara a ocurrirme algo malo, no sabía si podría afrontarlo.
Pocos minutos transcurren hasta que papá entra al carro. Pongo música antes de poner el carro en marcha.
🌈
—Jacque, ven aquí —me llama papá desde la distancia—. No te traje para que te quedaras ahí sentado en el celular sin hacer nada —dice cuando estoy cerca de él.
—En mi defensa, no me has dicho que tengo que hacer.
—Te vas a encargar de ingresar la actualización de datos al sistema y en horarios de visita de supervisar que todos estén en su puesto ¿bien?
Suelto una leve risa.
—Ya. ¿No encontraste un trabajo más absurdo para mí? Papá, ambos sabemos que no me necesitas aquí. Solo lo haces por molestarme —me cruzo de brazos.
—Piensa lo que quieras Jacque, pero eso es lo que harás. Te parezca absurdo o fantástico —golpea mi hombro—. Los archivos que debes subir están al fondo a la derecha. Se los pides a Nelly y te diriges a mi oficina, ahí está el escritorio donde debes trabajar —mira su celular—. Ahora tengo que darle la bienvenida e instrucciones al nuevo personal, nos vemos al rato.
—Bueno papá —bufo y me doy la vuelta para empezar con lo que mencionó.
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Editado: 16.07.2021