Inquebrantable

Capítulo 18

Jacque.

—Entonces... ¿Me llevarás a casa Jacky? —dice Karl, luego de haber observado como Alizee, se iba.

Pongo los ojos en blanco y suspiro.

Era prácticamente todo lo que hacía cuando estaba con Karl, rodar los ojos y suspirar.

—Si no hay más opciones —respondo empezando a caminar.

Karl, se apresura a seguirme el paso hasta llegar al auto.

—¿A qué viniste? —pregunto cuando estamos adentro.

—Lo he dicho ya, he venido a traerte el reloj que te olvidaste en mi casa —responde inocentemente.

—No Karl, sabes bien que ese reloj lo cogiste de mi habitación la última vez que nos vimos —se acomoda de medio lado para mirarme.

Yo aprieto la mandíbula y empiezo a manejar, ni siquiera desvío la mirada para observarla. No como cuando Alizee, es mi copiloto. De ella, sí me interesaba observar cada gesto, cada expresión; por lo que constantemente le echaba un vistazo.

—Sabías que quería hablar contigo hace un tiempo y nunca me hiciste caso —hace una pausa—. Y ya veo por qué —dice cabizbaja.

—¿Por qué? —enarco una ceja—. Ilumíname, porque no tengo la menor idea de qué hablas.

—De ella.

Frunzo el ceño.

—¿De quién?

—De Alizee.

—¿Alizee? —digo aún más confundido—. ¿Y ella qué tiene que ver...? ¿Si te estás oyendo Karl? Estamos hablando de que te has aparecido aquí, con la excusa absurda de que me venías a devolver un reloj. No ubico el momento en que esto fue entorno a Alizee.

Todo, gira en torno a ella desde que la conoces bro.

No me digas bro.

Okey bro.

—Porque necesitaba verte y hablar contigo, pero al parecer estabas muy distraído con Alizee —espeta—. ¿Ya lo ubicas?

—¿Con Alizee? Karl, estuve enfermo y he estado trabajando. Y no tengo por qué darte explicaciones de lo qué hago, dejo de hacer, con quién ando y con quién no. No tenemos ni una relación de amistad y sigo sin comprender la razón por la que viniste.

—Solo hace falta ver como la miras y como... hablas de ella, Jacque...

—Jacque nada —la interrumpo—. Estamos hablando de ti, no de ella. ¡Por Dios Karl! Solo la viste 2 minutos y mira como reclamas por ella, no sabes ni que insinúas.

Abre la boca para decir algo, pero no habla, cierra los ojos y suspira. Luego de unos segundos habla:

—¿Te gusta? ¿Es eso?

Cómo lo supo.

No es momento para que jodas.

Tranquila fiera, un poco de sentido de humor aligera el ambiente.

Ruedo los ojos y respondo.

—Karl... —me callo y estaciono el auto, no queremos un accidente—. Mira, te lo pido amablemente una vez más. Deja de querer colarte por cualquier hoyito dentro de mí vida. Si me gusta o no, no debería importarte, y perdón si sueno grosero, pero no quiero decirte algo que luego te afecte —digo mirándola.

—Jacque, escúchame tú. He venido a despedirme, porque me iré y...

—¿Te vas? ¿A dónde? —la interrumpo.

—Ahora si te importa —suelta una risa sarcástica—. Ahora, ese no es el punto. Me voy, y no quería hacerlo sin que lo supieras. Sé que tuve comportamientos inadecuados y por eso me voy, para alejarme de todo lo que me mantiene en el mismo hoyo. Comprendo que te interesen otras —dice con un poco de desprecio—. Y que quieras buscar pareja, pero... con ella no Jacque, te lo digo... porque la... —niega con la cabeza y se aclara la garganta—. Hay... algo..., no sé, algo que no me gusta y no siento que te convenga mezclarte sentimentalmente con ella —dice con una mirada que no puedo descifrar muy bien, pero hay algo de súplica en ella.

—Ni siquiera sabes si mis intenciones con ella van de amorío.

—Por favor Jacque, te conozco y sé cuando alguien te gusta, te recuerdo que ya te gusté una vez y recuerdo muy bien como actuabas.

Una leve sonrisa se me escapa pensando en que quizás tiene razón, pero la borro enseguida y trago al recordar a la causante de estos sentimientos tan confusos.

—Por lo mismo me dices que no te da buen presentimiento, porque sabes que me gusta y estás celosa, no quieres que esté con alguien que no eres tú.

Alguien ha reconocido que le gusta Alizee.

Ahora no. Cállate.

Bueno bro.

—Jacque, siento de todo menos celos. No de ella, siento lástima por ella, por ti...

—¿Lástima? ¿Por qué tendrías que sentir lástima? —aparto la mirada hacia la ventana.

—Yo... no.…, mira —me toma de las manos y me sobresalto, pero no la miro—. Mírame fijamente, los ojos nunca mienten —dudo, pero luego de un suspiro, volteo a verla—. Sé que no confías en lo que te digo porque estuve actuando como una sociópata y eso te da razones para dudar, pero te lo digo desde lo más profundo de mi alma. Alizee no te conviene, te va a terminar arrastrando y no quiero ver que eso pase. Tú no mereces eso, eres demasiado bueno, y no mereces cargar con ese dolor.

Parpadeo varias veces confundido por su confesión, sigo sin entender nada y prefiero pensar que Karl lo dice por celos, pero... su mirada transmite sinceridad y un gran sentimiento que no soy capaz de identificar.

—¿De qué hablas Karl? ¿Qué... dolor? —pregunto confundido.

—Me voy a las siete, Jacque, has sido lo más hermoso que he tenido en mi vida. No me arrepiento de nada, solo de haberte acosado —suelta una risa melancólica—. Pero quiero que sepas que te quiero con mi corazón —por su mejilla caen un par de lágrimas—. Perdóname por lo mal que te hice pasar y gracias por haberme dado lo mejor de ti. Nos veremos en el camino Mon doux amour, espero que la próxima vez que nos encontremos estés vivo, no que ella se haya robado tú alma y todo el brillo que tienes para dar.

Se seca rápidamente las lágrimas y con un sollozo se baja del auto. Empieza a caminar sin mirar atrás. De la impresión de sus palabras ni siquiera me he movido, y cuando quiero hacerlo ya ella está fuera de mi alcance y vista.




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