Inquebrantable

Capítulo 19

Alizee.

Era domingo y me encontraba sentada en mi cama. Más nerviosa que novia a punto de casarse.

Y no era precisamente porque fuera el día en que se suponía que Jacque, me acompañaría a recorrer la galería.

No.

Me encontraba así por todo lo contrario, no iría.

Y él me había dejado muy en claro hace dos días que no aceptaría que no fuera.

Pero bueno... ¿Qué era lo peor que podía hacer? ¿Aparecer en mi casa? Ni siquiera sabe dónde vivo. O por lo menos hace dos días no sabía.

23 de noviembre - 2 días antes.

—¿Qué estás haciendo? —dice Jacque entrando al cuarto de pintura.

—¿Sabías que las puertas se hicieron para tocar antes de pasar? —respondo sin mirarlo.

—No, pero no es un dato que me interese —de reojo veo que se encoge de hombros.

Ruedo los ojos.

—Sal y toca la puerta antes de entrar.

—¿Qué? No lo dices enserio.

Suelto los pinceles que tenía en mano y lo miro.

—Lo digo muy enserio Jacque —respondo seria—. Sal —señalo la puerta—. Y antes de entrar vas a tocarla —me cruzo de brazos.

Resopla y empieza a caminar como niño regañado.

Al salir cierra la puerta. Luego de unos segundos toca.

—¿Quién?

—Sabes quién soy, no responderé eso.

—Entonces te quedarás afuera.

—¿Sabes que simplemente puedo dejarme de tonterías y entrar?

—Tonterías las que llevas en la cabeza. ¿Quién? —repito.

Escucho un bufido y sonrío.

—Jacque —dice entre dientes—. Lo más lindo de esta galería. ¿Puedo pasar?

—No, petición denegada.

Escucho su risa.

—Voy a entrar Alizee.

—Entras por esa puerta y te tiro un cuadro a la cabeza.

—Que cariñosa eres, creo que me gustará sentir el impacto del cuadro contra mi cabeza —responde entre abriendo la puerta.

—Yo te advertí.

Se vuelve a reír y termina de abrirla. Un Jacque, dichoso se ve en el marco de la puerta.

Un Jacque, disgustado se ve después de que le tiré un cuadro.

Dando, por cierto, en el blanco. Su hueca cabeza.

Cuando el cuadro cae al piso, él lo mira y luego pone su mirada en mí. Una media sonrisa se asoma por sus labios.

—Te dije que lo haría si entrabas —me justifico encogiéndome de hombros.

—No creí que fueras capaz —dice recogiendo el cuadro.

—No me voy a disculpar.

—Créeme que sé, que no lo harás —suspira.

—¿Qué quieres? —digo dándome la vuelta.

—Nada, solo venía a recordarte que el domingo a las 5pm te voy a estar esperando para enseñarte la galería.

—Asegúrate de esperarme sentado, si no quieres cansarte.

—¿Por qué eres así? Ya habíamos quedado en algo Alizee.

—Tú quedaste en algo, yo nunca dije que sí.

—Tampoco dijiste que no —se acerca y se sienta en el taburete de a un lado.

 —Deja de molestar Jacque, ya encontraré algún día para hacer el recorrido, sola, sin ti.

—Te voy a esperar hasta las 6pm, tienes una hora para venir. Si no lo haces, iré a buscarte.

Enarco una ceja.

—No sabes dónde vivo —me cruzo de brazos y lo miro.

—Entonces tendré que tocar casa por casa hasta dar con la tuya.

—Te deseo suerte con eso. Ahora, puedes seguir con tus labores —señalo la puerta—. Yo tengo que seguir con las mías. Y vete ya, si no quieres que te tire otra cosa —advierto con mi dedo.

—Tranquila fiera —levanta las manos en señal de rendición—. No hace falta tanta agresividad —se pone en pie—. Domingo, a las cinco.

—Asegúrate de dormirte a las cuatro, para que a las cinco, ya estés soñando con eso.

—Me aseguraré de llegar a tú casa como no te presentes aquí —me guiña un ojo.

Hago el amago de tirarle un pincel, pero sale rápidamente de la habitación con risas.

Yo resoplo y suelto el trapo que tenía en las manos.

25 de noviembre - Presente.

No sé si sea capaz de venir, ya son las 6:30pm y no se ha aparecido por aquí. Cosa, que me da cierto alivio, pero tengo una sensación que me sigue inquietando.

El sonido en la puerta me saca de mis pensamientos.

Salto en la cama por los nervios, mis alarmas se encienden.

La puerta se abre y da paso a una Amber, tosca.

Menos mal.

Todos sabemos que en el fondo esperabas que fuera él.

Claro que no.

Si eso te hace sentir bien contigo misma, pues bien.

—Alizee, saldré —menciona.

—¿Y me avisas porque...? —frunzo el ceño.

—Porque abajo está un amiguito tuyo y no quiero que conviertan mi casa en un motel mientras no esté —espeta.

Creo que alguien ha dejado de respirar, haz el favor de poner a funcionar tus pulmones otra vez, soy muy joven para morir.

—¿U-un a-amigo? —balbuceo—. Si sabes que no tengo amigos. ¿Cómo... cómo es? —pregunto en un titubeo.

—Es alto, rubio… Alizee, no tengo tiempo para descripciones. Dice que se llama Jacque y que trabaja contigo. Baja, atiéndelo y dile que se marche, o te puedes marchar con él, como quieras. A mí, me vendría mejor la segunda opción. Cierra bien y ni se te ocurra hacer babosadas en el sofá. Vendré tarde, mañana o quizás nunca —suelta una risa—. Mañana o a más tardar pasado —dice seria.

Sin más, se marcha.

Y yo no me muevo, mi mente está en shock.

Jacque, está aquí.

Está abajo.

ESPERANDO POR MI.

Si, genial, descubriste América. Ahora muévete que sigue esperando y no queremos hacer esperar a un papi rico.

Vete a la mierda y deja de joder.

Ignorando mis tontos pensamientos me pongo en pie. Me miro al espejo y suspiro, me paso las manos por la cara. No, no, no. Él no puede estar aquí. Suelto el aire que tenía acumulado y acomodando unos mechones de cabello me dispongo a salir de mi habitación.




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