Caperucita Roja
Todos usamos una protección para esconder quienes somos y sobre todo los secretos más dolorosos de nuestra alma…
Amy
Haber leído y llorado toda la noche para después ir a la escuela no era la mejor idea. Lo supe cuando, después de haber llorado por no tener un Dixon Russo en mi vida (y porque el libro no tenía continuación en físico), decidí leer Antes de Diciembre. Sabía cómo iba a terminar, pero nada me preparó para llorar desde las cuatro hasta las cinco de la mañana. Media hora después, intenté levantarme para ir a clases.
No puedo creer que haya terminado así.
¿En serio te leíste el libro en Wattpad y aun así lloraste? ¿Qué tan perdedora tienes que ser para que esto te pase?
Pues yo creo que mucho... y además, no soy una perdedora.
Lo dice quien habla consigo misma.
Después de unos minutos de pelea conmigo misma, ya me había bañado y cambiado. Estaba lista para tomar el desayuno. Mientras bajaba por las escaleras con mi mochila, noté la tensión emanando de la mesa. Era una pelea típica entre mi hermana y mi madre.
—¡ES MI TELÉFONO, NO EL TUYO! ¡NO PUEDES CONFISCARMÉLO!
—¡SÍ, SÍ PUEDO, SEÑORITA! Y mientras no mejores tus notas, no lo tendrás —dijo mi madre, levantándose y yéndose a su cuarto.
Cuando me senté, pude sentir la mirada de mi hermana.
—¿No dirás nada? —me preguntó.
Me encogí de hombros. No sabía qué decir sobre el tema de las notas.
—¿Desde cuándo la niña de las notas perfectas no dice nada? Al parecer es más lista que todos nosotros.
Rodé los ojos. A veces, ella era demasiado dramática.
—Cara…
—Ni lo intentes, nonna. Ella es perfecta, y nunca se le puede decir nada —dijo, levantándose y agarrando su mochila. —Esperaré a Luc afuera.
—Cara…
Cuando ella se fue, solo pude sentir esa presión sobre mí.
—¿Ahora qué hice? —le pregunté a mi abuela, extrañada.
—Deberías enseñarle. Sabes que ella no entiende como tú, y tú eres su hermana.
Tenía un montón de cosas que decir, pero, como siempre, fingí una sonrisa y asentí.
—Me voy… Luego hablaré con ella…
Salí corriendo hacia la calle. Me encontré con Raven y fuimos caminando al instituto, escuchando una mezcla de Billie Eilish y Taylor Swift.
Al llegar, cada una fue a su pupitre. Llamé a Navir; no era raro que llegara tarde y tuviéramos que guardarle un lugar.
—¿Dónde estás?
—Hola, ¿cómo estás? ¿Yo, bien y tú? —dijo, bromeando.
—No sé por qué te pones en ese plan, boba. ¿Dónde estás?
—Afuera comprando. ¿Ya llegó el licenciado?
—En primera, ¿por qué estás comprando cuando faltan cinco minutos para que entremos? Y en segunda, no.
—Ok, guárdame un lugar. ¡Bayyy!
Cuando me volví a sentar, vi que Raven seguía acostada en su pupitre.
—Dime —le dije.
—¿Cómo sabes que te quiero decir algo?
—Siempre pones esa cara.
—¿Cuál?
—La que dice que me quieres contar algo.
En parte era verdad, pero no lo admitiría tan fácil.
—No es verdad, pero ya que insistes, pues sí, te contaré algo.
Asintió y se acomodó para mirarme.
—Pues la verdad, anoche leí dos libros. El primero, Crueles Instintos, y déjame decirte que cuando lo leí, entendí por qué Dixon amaba el pastel de chocolate… Fue hermoso.
—Ajá, ¿pero no lo leíste en Wattpad?
—Sí, pero ese no es el punto. Luego leí Después de Diciembre y, cuando lo hice, Dios, no sabes cuánto lloré. La escena final me hizo llorar como una hora… y…
—Espera, ¿me estás diciendo que leíste dos libros hasta las lágrimas, verdad?
—Amm, sí, ¿por?
—¿Has dormido? —Mierda.
—Emm, sí… —Cuando me miró con sus ojos de “la verdad”, me rendí. —Bueno, no dormí muy feliz.
—No, la verdad, tienes que dormir. Es importante, y casi nunca lo haces.
Lo sé. Nunca lo hacía, y me sentía más triste que nunca cuando intentaba hacerlo.
—Lo sé. Te prometo que esta noche dormiré…
Antes de que pudiera decir algo más, todos los alumnos, incluido el profesor, entraron al aula. Navir salió de la multitud y se sentó a mi lado, con una cara sonriente.
—Me lo leí. Fue…
—¿Sin palabras, verdad?
—Sí, lo fue. ¿Y tú? ¿Ya están los dos en físico?
—No, uno ya está. El otro sale en tres meses, pero yo ya me leí el segundo y lo necesito en físico o…
—¡MORIRÉ! —dijimos al unísono, y Navir y yo nos reímos.
El licenciado nos mandó a callar y se puso a escribir en el pizarrón: “Obra Teatral”.
—Buenos días, alumnos. Quiero informarles que tendremos una obra escolar —dijo, y muchos se pusieron a exclamar y a negar. —Y antes de las negativas, todos van a tener que participar, porque será su nota final del año.
—Bueno, ya que nadie tiene nada que decir, les diré el tema y empezaré a pasar lista. El tema que escogeré para esta obra será Caperucita Roja, pero será una historia totalmente diferente a la que conocemos. Luego entraré en detalles. Ahora diré lo que cada uno debe hacer…
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Editado: 01.12.2025