El inicio de una historia
Las mejores historias siempre tienen un inicio, pero solo nosotras somos capaces de escribirlas.
Anónimo
Amy
Después de una clase de Literatura, salimos a la siguiente, que era Educación Física, una de mis materias menos favoritas.
Mientras mis amigas y yo caminábamos por el pasillo, era imposible no hablar sobre la obra de teatro. Sobre todo, yo me quejaba de lo que sea que el director y mi mejor amiga fueran a escribir.
—Dios, es tu momento. La redención para poder olvidar tu fracaso de aquella vez —dijo Navir, desbloqueando un recuerdo que nunca debí haberle contado.
—Cállate. No voy a redimir nada. Solo voy a participar en una estúpida obra que será aburrida y muy anticuada.
—En realidad... —Navir me miró con una sonrisa misteriosa. —No puedo decírtelo, es un secreto…
—No es un secreto si yo no lo sé —le respondí. Sabíamos todo la una de la otra.
Mientras nos mirábamos fijamente, Raven nos ignoraba, hasta que apareció la única persona en el mundo que no quería ver: Dominick, mi exnovio.
—Vaya, vaya… tres chicas lindas en un solo lugar. ¿Quieren que las acompañe? —dijo, interponiéndose en nuestro camino.
Antes de que yo pudiera decir algo, Raven habló.
—No, la verdad, las tres chicas lindas somos mujeres fuertes e independientes que no necesitan que un chico las adule y les obstruya el camino para ir a su clase y cumplir sus sueños.
Sus comentarios sarcásticos y llenos de verdad eran su especialidad.
Él solo se encogió de hombros y se apartó. Seguimos nuestro camino, pero Navir no pudo evitar decir lo único que no quería escuchar.
—Todavía no sé por qué salías con él, Amy. La verdad, tú eres lista y él… un IDIOTA total.
Era cierto. Salimos por tres meses y luego se terminó.
—No lo sé. Creo que cuando te gusta alguien, no ves con claridad.
Mientras caminábamos en silencio, noté a Raven más callada de lo normal. Sabía que le dolía ver a Dominick así. Antes eran amigos, pero él empezó a juntarse con otro grupo y todo cambió.
Al llegar a la cancha de baloncesto, me di cuenta de algo.
—Tengo que regresar… —dije, sintiendo pánico.
—¿Qué pasó? —preguntó Navir.
—Dejé mi botella de agua en la mochila. Si el licenciado dice algo…
—Le diremos que fuiste por tu botella, lo sabemos —dijo Raven, completando mi frase. Ellas sabían lo despistada que era.
Asentí y salí corriendo de nuevo. Cuando llegué al aula, no estaba sola. Los tres chicos nuevos estaban sentados, hablando en un idioma que no entendía. Al escucharme, dejaron de hablar. Dos de ellos salieron, pero uno se quedó.
—Lo siento, no quería interrumpir, solo necesito sacar mi botella de agua para…
—No te pedí ninguna explicación —dijo, interrumpiéndome.
Grosero.
Concuerdo contigo, cerebro. Es un imbécil.
Negué con la cabeza y me acerqué a mi asiento. Busqué en mi mochila, pero la botella no estaba. Estaba segura de haberla metido. No tuve más remedio que preguntarle.
—Amm, disculpa… —No sabía su nombre, y eso me avergonzó.
—Alessandro.
—Sí, perdón, Alessandro. Pero, ¿alguien estuvo aquí o viste si alguien se acercó a mi mochila?
Me miró como si hubiera dicho una estupidez.
—Sí, una chica llamada Alicia. Dijo que eran amigas y se llevó una botella de tu mochila.
Alicia era una maldita. No éramos amigas. Su pasatiempo favorito era molestarme.
—Ah, sí… gracias —dije, sintiendo un nudo en la garganta. Tenía ganas de llorar, pero no me gustaba hacerlo en público.
—¿No era tu amiga, cierto? —preguntó, como si mi cara no fuera suficiente respuesta.
—No, ya no… —Y era la verdad.
Terminé de guardar mis cosas y me dirigí a la puerta. Antes de salir, sentí que alguien me cogía de la muñeca.
—Toma. No tiene agua, pero puedes llenarla. —Me dio una botella vacía.
—No puedo aceptarla, es tuya. Además, no sabía si luego la ibas a ocupar y ambos por lo que creo nos tocaba Educación Física.
—No voy a Educación Física, tengo Historia. Luego puedes devolvérmela, no hay problema —dijo, encogiéndose de hombros, antes de salir por la puerta.
—Gracias, te la devolveré luego —le dije, sintiendo un alivio inmenso.
Él solo asintió y, mientras se alejaba, se volteó y dijo algo que no entendí.
—до скорого —murmuró, y luego añadió con una sonrisa. —маленькая шапочка.
Mientras corría de regreso a mi clase de Educación Física, una sola pregunta rondaba en mi mente: ¿qué significaría lo que me dijo?
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Editado: 01.12.2025