Un libro y una amistad
Hay momentos que solo están guardados en mi memoria y en muchos de ellos estás tú.
Anónima
Amy
6 años atrás
Después de salir de una mañana interminable de Estudios Sociales, Navir y yo nos dirigimos al comedor. Ambas estábamos ansiosas por el receso, pero una conversación pendiente nos mantenía serias.
—No puedo creer que Alisson haya hecho eso. No es que me burle, pero… —dijo Navir.
—Lo sé —murmuré. —No entiendo por qué ella es así.
—Al principio era buena, pero ahora… es muy superficial.
Mientras caminábamos para pedir la comida, sentí un empujón. Todo el almuerzo que llevaba en mis manos cayó al suelo. Era Alisson.
—¿Por qué no te quitas de mi vista, enana? —dijo con burla. —No sé por qué estás aquí. Digo, al final ya estás gorda, sólo tienes que mirarte en un espejo. Yo dejaría de comer y haría ejercicio.
Cuando terminó de hablar, se encogió de hombros, me dedicó una mirada de superioridad y se alejó. Todos en el comedor se quedaron mirándome. El nudo en mi estómago se hizo más grande y mis ojos se llenaron de lágrimas.
No podía quedarme allí. Agaché la cabeza y corrí, directo a mi casillero. Allí tenía lo único que me hacía sentir bien: mis auriculares. Los tomé, salí a toda prisa y corrí hacia un árbol que estaba en un rincón del patio.
Cuando llegué y me senté, alcé la vista y vi a Navir llegar, pero algo andaba mal. Se había quitado un zapato y lo sostenía en la mano, mientras que el otro lo llevaba puesto.
—No puedes salir corriendo así —dijo, intentando recuperar el aliento. —Mientras corrías, olvidé mi almuerzo. Solo tengo este helado que ya se está derritiendo. Y tuve un accidente que ni quiero recordar.
—Creo que lo que pasó es que eres muy torpe —dije. Se sentó a mi lado, respirando con dificultad. —¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás adentro comiendo?
—Porque no estás tú —se encogió de hombros, como si fuera la cosa más obvia del mundo. —Sabes que no importa lo que ella haya dicho, ¿verdad? Solo quiere molestarte. Además, dentro es muy aburrido.
Solo asentí, incapaz de decir algo más. Ella tampoco sabía qué decir, y comía su helado derretido en un silencio cómodo. Era extraño. No nos conocíamos mucho, y ella podría haberse ido en cualquier momento, pero se quedó conmigo.
Alcé la vista al cielo y cerré los ojos. No podía dejar de pensar en lo que me dijo Alisson. En el fondo, sabía que era verdad. No era por denigrarme, pero odiaba cómo me veía en el espejo. Sentía envidia de lo delgadas que eran las personas a mi alrededor. La gente decía que para ser delgada solo tenía que hacer ejercicio, pero lo que no sabían es que a veces, los comentarios sobre nuestros cuerpos se convierten en un enemigo psicológico del que no nos podemos deshacer.
—¿Qué estás leyendo? —Navir me sacó de mis pensamientos. Estaba mirando la pantalla de mi teléfono.
—Un libro que se llama A través de mi ventana. Es muy bueno —le dije, pero ella me quitó el teléfono y empezó a leer.
—No creo que debas leer eso… —me dijo, y sus ojos se abrieron de par en par al pasar los capítulos.
—Es muy…
—¡INCREÍBLE! —dijo, sin quitar la vista de la pantalla. —¿De dónde sacaste esto?
—Una conocida me dijo que me descargara la aplicación. Hay muchos géneros —le respondí, y su interés creció.
—Wow, ¿y se necesita internet? —preguntó.
—No —negué con la cabeza.
—¡Qué bueno! Necesito algo para distraerme ahora que saldré de viaje.
Me reí. Mientras le descargaba la aplicación y le creaba una cuenta de Wattpad, ella puso una de mis canciones favoritas.
—¿"Haven"? Amo esa canción. ¡Es mi…
—¡FAVORITA! —dijo, sonriendo. —La mía también.
Desde ese día, empezamos a sentarnos juntas en clase. Descubrimos un nuevo lugar para leer que con el tiempo se convirtió en nuestro refugio. Teníamos muchas cosas en común y todo gracias a un libro.
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Editado: 15.12.2025