Francisco Jiménez de Cisneros o Giménez de Cisneros, más conocido como el cardenal Cisneros (Torrelaguna, 1436 – Roa, 8 de noviembre de 1517), fue cardenal, arzobispo de Toledo, regente de Castilla, primado de España y tercer inquisidor general de Castilla, perteneciente a la Orden Franciscana (O.F.M. Obs.) .
Retrato del Cardenal Cisneros en el Paraninfo de San Bernardo de la Universidad Complutense de Madrid
Gobernó la Corona de Castilla en dos ocasiones por incapacidad de la reina Juana. Entre 1506 y 1507 presidió el Consejo de Regencia que asumió el gobierno castellano tras la muerte del rey Felipe el Hermoso en espera de la llegada de Fernando el Católico. Entre 1516 y 1517 volvió a asumir el gobierno tras la muerte del rey Fernando y en espera de Carlos I.
BiografíaNació en Torrelaguna (Madrid) en 1436, hijo de hidalgos pobres procedentes de Cisneros (Palencia). Tuvo dos hermanos, Juan y Bernardino; primo suyo fue el reformador benedictino García Jiménez de Cisneros. Comenzó sus estudios en Roa y Cuéllar, pasando más adelante a las aulas del Estudio General franciscano en Alcalá de Henares, donde posiblemente estudió gramática. Terminó sus estudios en filosofía, teología, derecho civil y canónico en el Colegio Mayor de San Bartolomé en Salamanca. De allí pasó a Roma, en donde fue ordenado sacerdote en torno a 1460 y donde ejerció de abogado.
Personaje religioso
Tras el fallecimiento de su padre, regresa a Castilla en torno a 1466. Consigue el arciprestazgo de Uceda, enfrentándose con el arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo de Acuña, lo que significó el encarcelamiento durante algunos años, primero en Uceda y posteriormente en el castillo de Torremocha (Santorcaz). A pesar de su reclusión, Cisneros no renunció a su cargo, en el que fue mantenido por el cardenal González de Mendoza, aunque el encierro habría durado poco tiempo según se deduce en algunas biografías, pues poco después, en 1478, Cisneros era capellán mayor de la catedral de Sigüenza y vicario general de la diócesis.
Sufrió una profunda crisis espiritual que le llevó a entrar en la orden de los franciscanos; fue entonces cuando sustituyó su nombre de Gonzalo por el de Francisco en honor de san Francisco de Asís. Pasó de San Juan de los Reyes en Toledo a El Castañar y después al convento de la Salceda, donde durante siete años llevó una vida monacal.
De allí lo sacó la reina Isabel la Católica en el año 1492, tras convencerle de que aceptara ser su confesor, siguiendo los consejos del entonces arzobispo de Toledo, el cardenal Pedro González de Mendoza, primer protector de Cisneros.
En 1494 fue nombrado provincial de la orden franciscana en Castilla. Acometió en ella una profunda reforma, siguiendo al movimiento espiritual de la estricta observancia de Pedro de Villacreces, para adecuarla a la estricta observancia de la Regla de San Francisco.
A la muerte del cardenal Mendoza en 1495, fue consagrado arzobispo de Toledo en el convento de San Francisco de Tarazona por el arzobispo de Granada y confesor de la reina fray Hernando de Talavera y en presencia de los Reyes Católicos. Durante la Baja Edad Media era ostentar el mayor poder tras la Corona, al ser primado de España y canciller mayor de Castilla.
En 1497 convoca un sínodo en Alcalá de Henares y un año después en Talavera de la Reina, con la finalidad de promover la reforma del clero diocesano y la vida pastoral de la archidiócesis de Toledo, además de otras órdenes religiosas y monásticas.
En 1499 partió al reino de Granada con el encargo de asumir su evangelización, en colaboración del arzobispo fray Hernando de Talavera. En 1500 comenzó a mandar misioneros castellanos al Nuevo Mundo, especialmente de su orden, los Frailes Menores. Entre los misioneros franciscanos, envió a su secretario, Francisco Ruiz, y después a tres monjes jerónimos, Luis de Figueroa, Bernardino Manzanedo y Alonso de Santo Domingo, encargados de evitar los abusos de poder.
Destrucción de la biblioteca nazarí
Entre 1499 y 1500, mandó destruir la biblioteca nazarí en Granada. Con el celo de eliminar todo aquello que contribuyese a una percibida impiedad mahometana, ordenó una quema de libros en la plaza de Bib-Rambla, en aquel entonces conocida como Puerta del Arenal, donde fue convertido en cenizas todo el acervo poético, histórico y patrimonial de la cultura nazarí, salvándose únicamente los libros de medicina.
Recuperación del rito mozárabe o liturgia hispánica
Desde su elección como arzobispo de Toledo, Cisneros puso un gran empeño en recuperar los textos del oficio y misa del rito mozárabe o hispánico, que fue una liturgia de la Iglesia católica que se consolidó en torno al siglo VI en la península ibérica, en el Reino visigodo de Toledo, y que fue practicada en los territorios hispánicos hasta el siglo XI, tanto en áreas bajo dominio cristiano como musulmán. En tiempos de Cisneros solo se conservaba en la ciudad de Toledo y en la basílica de San Isidoro de León (España), en condiciones bastante precarias. Así, en pleno proceso reformador de la Iglesia de la Corona de Castilla, con el apoyo de la Reina Católica, Cisneros advierte la riqueza de la liturgia de los mozárabes y en 1495 crea una capilla en la Catedral de Toledo —la del Corpus Christi— para que se conservase la antigua liturgia, dotándola de renta para su mantenimiento y de sacerdotes del propio cabildo catedralicio. También acometió una importante labor de recopilación y ordenación litúrgica —cada parroquia celebraba la misa y los oficios de manera diferente y la tradición oral que sustentaba el canto se iba perdiendo— y reunió gran cantidad de códices procedentes de todo el reino: mandó una reconstrucción de los textos y un estudio de los recursos litúrgicos que culminó en la impresión de un nuevo misal y de un breviario. En ellos se transcribieron las melodías que aún se conservaban a la notación cuadrada: los antiguos textos que se conservaban permitieron la reconstrucción aproximada de la liturgia tal y como era en la época visigoda; sin embargo, lo mismo no pudo ser hecho con el canto.