Insanos: El campamento del silencio

Capitulo 5: “La voz detrás del silencio”

De la historia: INSANOS: El Campamento del Silencio

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Luca estaba muerto.
Nadie lo decía en voz alta, pero lo sabían.
Zoe miraba la lona manchada de sangre como si pudiera forzar al universo a devolverlo. Pero no. Ya no había vuelta atrás.

El campamento era ahora un nido de susurros.
Nadie dormía.
Todos oían cosas.
Nora hablaba sola.

Irek, temblando, se acercó a Diego cerca de la fogata, sin fuego.
—¿Recuerdas cuando queríamos irnos a Brasil en bus, sin decirle a nadie? —susurró, sin mirarlo.
—¿Ahora te acuerdas de eso?
—Sí… Porque si morimos aquí… quiero que lo sepas.

Diego se giró.
—¿Qué cosa?
—Que nunca fue solo una idea. Que yo… lo decía en serio.

Irek tragó saliva. Las palabras se le pegaban a la garganta.
—Que yo me quería ir contigo… porque te amo.
El silencio fue brutal. El bosque contuvo el aliento.

Pero Diego no retrocedió. No se rió.
Solo lo miró… y lo besó.

Fue un beso corto, profundo, honesto.
Una chispa de calor en medio del infierno.

Pero entonces, ocurrió.

¡CRACK!

Un sonido seco.
Un chillido desgarrador.
Y luego, frente a todos, entre los árboles…

¡Luca fue arrojado desde la oscuridad!
Estaba vivo, pero destrozado. Algo invisible lo arrastraba por el suelo, gritando y arañando, con la cara cubierta de sangre y los ojos fuera de sí.

—¡NOOOOOO! —gritó Hana.
—¡LUCA! —corrió Zoe, pero algo la empujó con fuerza contra un árbol.

Las ramas comenzaron a moverse solas, como serpientes.
El camino desapareció. El bosque giraba.
Los árboles se duplicaban.
La tierra respiraba.

¡Y Luca fue tragado!
El suelo se lo llevó.
Como si el bosque se lo comiera.
Y se hizo silencio.

Absoluto.
Más que antes.

Minutos después, el grupo no podía encontrar el campamento.
Caminaban en círculos.
La brújula no funcionaba.
Los árboles se reordenaban a su antojo.

—Esto no es real —lloró Hana.
—Sí lo es —dijo Nora, calmada—. Porque todo lo que respira… sangra.

Zoe la miró, sudando.
—¿Qué dijiste?

Nora la miró fijamente.
Tenía los ojos totalmente negros por un segundo.
—No fui yo quien habló —respondió.

Más tarde, encontraron el campamento. O una copia torcida del mismo.
Todo estaba igual… pero no.
La carpa de Zoe estaba al revés.
El lago ahora brillaba con una luz púrpura imposible.
Y en medio del círculo de piedras donde hacían la fogata…

Estaba el libro.

No lo habían dejado allí. Nadie lo había traído.

Zoe se acercó. Angelina le dijo que no.
Zoe no hizo caso.

Al abrir el libro, solo había una palabra en todas las páginas:
“ESCUCHA.”
“ESCUCHA.”
“ESCUCHA.”

Cientos de veces.
Hasta que una última página, al final, decía:

> "Si quieres salir… debes entrar."

Zoe cerró el libro.
Y por primera vez en días…
el bosque rió.




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