Inseparables

El final de una historia que bien puede sucederte.

CAPITULO 15

(durante unos 15 minutos Dora y Matea se vieron envueltas en una ridícula discusión, Arquimides que podía detener todo, no pudo hacer nada más que ser testigo de las muchas palabras ofensivas y frases directas que estas dos mujeres desde hace más de una década se tenían a cuello de garganta, del otro lado de la historia estaban Hilary y Clark ambos salieron de aquella situación embarazosa y se ubicaron a unos metros de la terraza para hablar)

A medida que se decían todo y nada estos dos chicos decidieron darle paso al silencio, un silencio mágico y encantador acompañado de una noche estrellada  la mirada de Clark fue directamente estampada en los ojos de Hilary y viceversa; justo cuando más intensa se hicieron aquellas miradas, Clark decidió ir por un beso de Hilary, entonces con mucha lentitud inclinó su cuerpo llevando lo más cerca posible su rostro, su cuerpo comenzó a mostrar síntomas de nerviosismo al ponerse con la piel de gallina, las manos temblaban y ligeramente humedas. Esto fue de poca importancia para él, ya que las ganas por conseguir un beso eran mayores. Cuando por fin logro rosar sus labios con los de ella, cerro con fuerza los ojos y apretó sus labios entre los de ella haciendo suaves movimientos que reflejaban de principio una clara muestra de que para ambos era su primer beso en lo que llevaban de vida.

Grande fue la sorpresa para todos en el lugar cuando sorprendieron a estos dos jóvenes en medio de una de las tantas muestras de amor por parte de una pareja enamorada, un beso. Quien los vio primero fue Dora, que sintió una gran sensación de venganza teniendo en cuenta que esto le enfadaría a Matea, Arquimides fue el segundo de la familia que los vio, este suspiró profundo sin pronunciar palabra alguna. Caso contrario ocurrió con Matea madre de Hilary cuando se dio cuanta, en ese instante era tan grande su rabia que parecía liberar rayos de ira por encima de sus anteojos, cuando los chicos sintieron la inevitable invasión de miradas a su alrededor, suspendieron el emotivo beso e inhalaron un poco más de aire para mantenerse en silencio de vergüenza. La brisa de la noche que tropezaba las hojas de los árboles también fueron testigos de lo que a continuación sucedería; Matea cae al suelo desmayada.

Arquimides: ¡mujer! (se abalanza para socorrerla) responde por favor. (golpeando suavemente la palma de las manos)

(Hilary, corrió como nunca para ayudar a Matea, pedía auxilios desconsolada)

Dora: dame paso Arquimides, yo sé cómo despertar a una persona desmayada (reclinando su cuerpo por completo)

Y así fue, a la vista de todos, incluyendo muchos vecinos que en medio de la curiosa y nocturna situación decidieron agolparse para presenciar una de las ironías más grandes del pueblo y es que Dora enemiga a muerte de Matea, sea quien la ayudase a incorporarse después de estas desmayada; lo insólito y hasta gracioso si podríamos llamarlo así fue que entre tanta gente algunos estaban en ropa de dormir. Finalmente, unos cuantos golpes en la planta de los pies de Matea por parte de Dora la hizo reaccionar como ya se había mencionado.

Desafortunadamente ese día entre estas dos mujeres madres de familia las cosas en lo personal quedaron bajo la sombra de la enemistad perpetua, todos en el barrio comentaban la forma en como Dora le brindó auxilio a Matea, entonces, esto y lo del apasionado beso de su hija con Clark eran las dos condenas públicas, por las cuales tenía que vivir Matea por mucho tiempo. Caso muy diferente les ocurrió a Hilary y Clark que de por sí ya estaban flechados, después de ese beso terminarían más que enamorados. Matea lo supuso, entonces durante algunos meses y con recio temperamento comenzó a llevar y buscar a Hilary como a una niña de jardín. Todo esto fue posible hasta que un día Arquimides decidió hacerle frente a su mujer, y así poder salvar del tormento y sufrimiento en el que se encontraba la pobre de Hilary la cual su elástico corazón juvenil ya no podía estar comprimiendo por una honda tristeza durante tanto tiempo.

Arquimides en una larga y sofocante conversación con su mujer, le dejó todo los puntos  claro por los cuales Matea debía trabajar para procurar mejorar el trato con su hija, al final de esta conversación el tic tac del reloj se oía con monótona consistencia por lo cual Matea ya no tenía más nada que decir y un abrumador silencio se postro después en el hogar, el cual fue finalizado por un “vamos a ver” por parte de la misma Matea dando esa respuesta como una llave a la posibilidad de que Hilary y Clark se puedan ver sin impedimento algunos, desde luego respetándolas normas y costumbres expuestas por el mismo Arquimides y al parecer avaladas por Matea.

En vista de estas buenas nuevas una semana más tarde Hilary y Clark comenzaron a salir juntos como por ejemplo al parque y otros lugares de entretenimiento juvenil.

En una de esas tantas salidas bajo el firmamento de una noche melancólica se hallaban declarando el uno al otro su amor por todo lo que les reste de vida; aun cuando debían seguir atravesando muchas fronteras. Ellos a su corta edad sabían desde lo más profundo de su corazón que no querían construir un futuro con nadie más sino juntos. Y así fue llegó el momento en que Clark ya convertido en un hombre fue a casa de Hilary para pedir formalmente su mano.




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