Insidia

Prólogo

2013

Y de repente miró hacia adelante al oír un ruido estridente, junto al grosero bramido de un bocinazo. Un camión se había cambiado de pista sin darse cuenta que venía el auto de ellos a toda velocidad por ella. Con el corazón en la garganta y perdiendo el mando de sus sentidos, giró el manubrio con tal de esquivarlo, pero sin controlarlo lo suficiente. Perdió el control y el auto se ladeó y dio varios giros en círculos, chirreando con las llantas hasta llegar a marcar el pavimento, justo cuando un objeto plateado que iba detrás de ellos, se aproximó a una velocidad imposible. Antes de que pudiese siquiera comprenderlo o intentar salir de su trayectoria, el otro auto lo embistió en la cola, provocando que saliese disparado en cualquier dirección. Escuchó el grito de su hija y sus cabezas se movieron sin control de un lado a otro mientras el carro daba vueltas y vueltas. Los vidrios explotaban, creyó gritar y sentir dolor en alguna parte del cuerpo y luego el ruido del metal aplastándose o perforándose, el motor explotando y echando humo y la sangre escurriéndose por todos lados. Quedó de cabeza, siendo sostenido por el cinturón de seguridad, sin sentir ninguna parte de su cuerpo. Creyó incluso que estaba muerto. Todo había estallado en fragmentos y ni siquiera se había dado cuenta de cuánto tiempo había pasado, porque de pronto ya todo estaba lleno de ambulancias y policías. Incluso bomberos. No podía oír nada, solo un pito agudo en su oído derecho. Y de pronto se acordó de su hija. Giró su cabeza de a poco por el dolor muscular penetrante y sus ojos se abrieron de pavor al verla colgando boca abajo con los ojos abiertos como si fuese una muñeca de porcelana, con líneas de sangre espesa y oscura que le recorrían la cara y sus brazos. No pestañeaba, ni respiraba.
—¿Aina? —creyó decir, pero ni él mismo se escuchó.
De pronto, ya no podía siquiera mantenerse consciente. Cerró sus ojos y no los abrió hasta estar en la clínica, en cuidados intensivos, conectado a mil máquinas, sin entender lo que había ocurrido. Ni siquiera sabía que lo peor estaba por venir, cuando un policía entró a la habitación y le dio una mirada de compasión y dolor. Aquello solo significaba una cosa. Lloró incluso antes de que el hombre abriese la boca.



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En el texto hay: drama, lgbt, amor lgbt

Editado: 22.05.2019

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