Insignia Pirata

Capítulo 14

Alexia

Me agarro con fuerza de las sábanas, dos hombres están parados en medio de la puerta conversando. Miro a todas partes buscando mi ropa, pero es evidente que no se encuentra en esta habitación. Se me eriza la piel, cuando uno se acerca hasta mí, al terminar su charla con el otro que cierra la puerta, dejándome a solas con él. El rubio sonríe y se sienta en la cama.

―¿Cómo te llamas? ―pregunta tranquilo.

Frunzo el ceño.

―Te lo diré… ―Trago saliva―. Cuando me devuelvan la ropa.

―El siervo ha ido a traerte unas, no te preocupes.

―¿Y dónde están las mías?

―¿Por qué vestías de hombre? ―responde con otra pregunta.

Hago lo mismo.

―¿Quién es usted para cuestionármelo?

Se ríe.

―Mil disculpas, soy el príncipe Edward. ―Agarra mi mano y la besa―. Y todo lo que yo diga es ley, así que puedo cuestionarte todo lo que yo quiera, ¿entendiste? ―Entrecierra los ojos.

Su tono tan relajado no demuestra agresividad en sus palabras, pero es más que obvio que esa fue una amenaza. No puedo darme el lujo de desafiarlo, menos en el estado en que me encuentro.

―Sí ―solo me limito a decir, aunque no esté para nada de acuerdo.

Sonríe.

―Bien, entonces dime, mujer sin nombre, ¿por qué vestías de pirata? He de suponer que sabes que esos bárbaros son condenados y pueden terminar muy mal si son atrapados por un guardia. ―Se ríe―. Mira por ejemplo esto, casi terminas siendo mi siervo. ―Saca un cuchillo y me sobresalto, lo apoya en mi rostro―. Mis criados personales no terminan muy bien, soy algo… sádico, me gusta torturar personas y meterlos en rituales raros, que a los brujos les encanta. ―Ríe otra vez―. Soy fanático de las cosas sobrenaturales.

Maldita sea, ¿en dónde terminé?

Levanto la vista, cuando veo que tiene el medallón en su otra mano.

―¡¿Qué haces con eso?! ―le recrimino―. ¡Es mío!

―Pero si no eres hechicera. ―Se ríe de nuevo y presiona el cuchillo en mi rostro―. Creí que habías entendido quien manda aquí.

―Lo… lo siento. ―Trago saliva y me justifico―. Soy algo… temperamental.

―Lo noté. ―Guarda el cuchillo―. Por ahora tendré paciencia… ―Mira la insignia con detenimiento―. Ya que tengo mucha curiosidad. ―Me observa―. ¿Quién eres?

Iván

Al desembarcar, Hunter me sigue detrás y mi hermano se queda en el barco mientras la tripulación rodea la zona. Esquivamos a los guardias con mi amigo y avanzamos por el pueblo.

Miro mi espada.

―¿Dónde estás, Alex? ―susurro pensativo.

La insignia hace un destello y contemplo hacia arriba, visualizando el castillo del Rey. ¿Eso puede ser posible? Las señales de mi espada nunca me han defraudado, sin embargo, esta parece muy concreta. ¿Acaso hay algo más en todo esto? Me intriga, desde que ha llegado ese niño a mi vida, cosas extrañas están ocurriendo, pero no logro dilucidar qué son.

Corro en dirección al palacio y cuando llego, noqueo a un guardia, para luego quedarme con su ropa, así entrar de incógnito, mientras Hunter me espera fuera. Avanzo por el pasillo y me detengo a ver a ese tal brujo que atacó el barco de Freíd.

―Oráculo ―lo llamo y se detiene.

El castaño se gira a verme, entonces sonríe.

―Iván Sedrick Ivanoff ―exclama por completo mi nombre y un escalofrío recorre mi cuerpo. Es evidente que está maldito y su presencia atrae a la desgracia―. Llámame Derek ―me aclara.

―Eso no me interesa. ―Doy un paso al frente y levanto el puño, desafiante―. ¿Dónde está Alex?

Se ríe.

―Si lo supiera…

Me sobresalto.

―¿Qué quieres decir?

―Desapareció ―expresa seriamente.

―No mientas. ―Entrecierro los ojos.

―No lo hago, soy incapaz de mentir. ―Ladea la cabeza―. Es una maldición que tengo, deberías saberlo.

Es cierto, una de sus condiciones como Oráculo.

―Sin embargo, puedes tergiversar las cosas ―le aclaro, sabiendo sobre todo este tipo de temas.

―Es difícil ocultar algunos secretos, pero he aprendido a no descubrirlos del todo, como Alex, que no es lo que tú crees ―expresa y continúa tranquilo.

―¿Y qué es si se puede saber?

―Si lo supiera, te lo diría, pero mi ojo no puede llegar a tanto ―explica y veo como el líquido negro sale de debajo de su parche―. Auch, eso dolió. ―Se ríe y saca un pañuelo, limpiándose la sangre oscura de este―. Si me disculpas… ―Se gira para irse y me pongo delante, entonces vuelve a sonreír―. ¿Qué necesita, teniente?

―¿Acaso no vas a entregarme al Rey? ―Entrecierro los ojos.

―Tengo cosas más importantes que hacer, que encargarme de los caprichos de un ser sanguinario y un pirata que… ―Se detiene y su ojo vuelve a expulsar ese fluido negro―. Interesante ―se limita a decir―. Qué futuro tan extraño tienes ―opina y me esquiva, pero yo lo sigo―. Estoy ocupado. ¿Acaso quieres que te atrapen los soldados? Puedo decirles quién eres.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.