Insignia Pirata

Capítulo 16

Alexia

Una vez que el teniente nos ayuda a salir de la trampa, antes de que los guardias del palacio lleguen, aprovecho para huir antes de que se me trasluzca la ropa. Salgo corriendo y logro salir del castillo, pero en mi escape veo como Iván me persigue.

―¡No me sigas! ―grito y continúo corriendo.

―¡Alex, regresa aquí! ―exige, sin embargo, no paro―. ¡No me hagas enojar! ―amenaza―. ¡O te castigaré!

―¡Lo siento, teniente, pero no me detendré! ―le aclaro.

―¡Entonces recibirás mi furia! ―Me tira con fuerza su espada.

Grito cuando por arte de magia esta llega hasta la altura de mis pies y me hace tropezar, haciéndome caer al suelo.

―¡Ay! ―Intento pararme, pero me alcanza y me agarra de la cintura, levantándome hasta su hombro―. ¡Bájame! ―me quejo, pataleando.

―Qué niño tan problemático ―opina irritado, mientras agarra su espada del suelo y comienza a caminar.

Hunter nos alcanza en el camino hacia el barco, mientras yo sigo intentando soltarme. Si se me trasluce la ropa estoy perdida, y encontrándome tan cerca es más probable. Sé que mis pequeños pechos están apretados con una cinta, pero igual esto es preocupante. Además, qué vergüenza.

―¡Bájeme, teniente! ―continúo exigiendo, sonrojada.

―Ya volvieron. ―Oigo al capitán―. ¿Qué haces con el niño a cuestas?

―Se me escapaba ―le contesta en un tono seco.

Está enojado.

Se nota que se encuentra muy enfadado porque nadie responde. Es cierto que le tienen miedo, esta situación lo demuestra. ¿Cuándo aprenderé la lección de no hacer irritar a un pirata? La vida no es fácil.

El barco zarpa y yo sigo en el mismo lugar.

―¿Vas…? ¿Vas a bajarme o qué?

―¡Tú, calla! ―me reprende.

¿Y ahora qué hice?

―Te… teniente, siento mucho haber escapado, pero es que tengo un problema y quería arreglarlo por mí mismo ―intento inventar una justificación.

―¿Y cuál es ese? ―Parece que me escucha.

Eso no lo pensé.

―Eh, necesito… ―Hago una enorme pausa para crear el pretexto de mi vida, aunque creo que mi cabeza no está trabajando tanto―. Necesito… ropa nueva, iba a comprarla.

Qué estúpida excusa.

―¡¿Te burlas de mí?! ―grita, lo que provoca que me sobresalte―. ¡No me hagas perder el tiempo! ―se queja.

Sí que sigue enfadado.

―¡¡Es cierto!! ―insisto, continuando con mi mentira, porque no se me ocurre otra―. ¡¡Hace tiempo que llevo la misma, ni siquiera me he duchado, era solo eso, soy muy limpio!! ―explico, aumentando la voz, cada vez más fuerte por los malditos nervios.

Se hace un silencio que parece eterno.

Me sorprendo cuando me baja, encontrándome con esos hermosos ojos azules, los cuales me observan detenidamente, mientras analiza lo que le dije. Luego veo que se retira, pero cuando intento moverme, llega Hunter que se acerca hasta mí.

―¿Y tú qué quieres? ―me quejo porque impide mi camino.

―Sígueme ―dice en tono tosco el castaño.

Frunzo el ceño.

―¿Por qué?

―Órdenes de Iván, muévete ―exige y me sobresalto.

¿Y ahora qué?

Sigo a Hunter y entramos a los baños. Me sorprendo cuando me tira ropa limpia sobre mi cara. Qué bueno que la peluca está bien agarrada. Veo cómo se va y quedo tildada hasta que reacciono. ¡¿Iván me cumple lo que le conté?! Debería aprovechar, no hay nadie. Miro para todas partes, luego al lugar del aseo.

Es mi oportunidad.

Iván

¿En qué estoy pensando? Primero el beso, luego los celos y ahora el egoísmo. Si se quiere ir que se vaya, yo no soy quien para obligar a nadie a quedarse. Detesto la injusticia y, sin embargo, llevé al niño a cuestas en mi hombro para que no escapara. Mi enojo no se calmó hasta que explicó la absurda razón por la que estaba huyendo. Parecía una excusa falsa, pero la preferí. Me estoy comportando como un imbécil posesivo.

Y un niño…

¡Ni siquiera es una mujer! Grábatelo en la cabeza, Iván Sedrick Ivanoff. Tu reputación se está yendo al fondo del mar con esto.

Me mantengo sentado en la silla del escritorio de mi camarote y continúo analizando lo que me ocurre.

No soy gay, no soy gay, no soy gay… ¿Estaré en negación?

Me levanto de forma abrupta de mi asiento y levanto mi puño, sintiéndome por completo determinado.

―¡Lo averiguaré!

Camino y salgo rápido, a paso veloz, fuera de mi camarote, y me dirijo a mi destino, mi respuesta. Lo descubriré, basta de dudar. Entro al baño a buscar a ese niño y me encuentro con... ¡¿Una chica?!

Me sonrojo.




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