Alexia
Uno mis manos y me arrodillo, mientras el capitán me observa de manera extraña por mi accionar tan repentino.
―¡Por favor, señor Freíd, líder de todos los mares! ―Ni idea si lo es, pero tengo que levantar su ego para conseguir mi objetivo―. ¡Ayúdeme a concederle el deseo a Bree!
Enarca una ceja.
―¿A la prostituta? ―Rueda los ojos―. ¿Para qué? ¿No era que te gustaba? No tiene sentido que la reúnas con su amante.
―¡Pero se lo prometí! ―Me levanto del suelo.
―No.
―¡Pero la próxima isla está tan cerca!
―No, ¿ni pensaste que era una trampa? ―Enarca una ceja―. Te dijo “próxima isla” y resulta que de donde la recogimos es muchas islas antes.
―¡Bueno, yo no sé, yo no tengo idea de mares!
―La respuesta sigue siendo no.
―Por favorcito ―insisto.
―¡¡He dicho que no!! ―Me patea y salgo volando de la cabina.
Ay, mi traserito, me dolió.
¿Y ahora qué haré? Bree va a revelar mi identidad si no la llevo con su amor. ¡Ah, ya sé, debo decirle a Iván! Debí haber ido con él desde un principio, después de todo Freíd nunca atendería algún pedido mío, lo de que Bree nos acompañara fue pura suerte. ¡Un segundo! No puedo, nos acabamos de besar hace tan poco. Aunque quizás el teniente esté feliz de deshacerse de Bree, pero solo de mencionársela por ahí se enoja. Pues qué sé yo, debo dejar de especular y arriesgarme, iré a por él.
―¡Iván! ―grito cuando lo veo, así que corro en su dirección―. ¡Necesito tu ayuda con Bree! ―Apenas le nombro aquello frunce el ceño.
Lo sabía.
―Creí que ibas a hablar de otro tema, ¿por qué metes a esa mujer? ―Refunfuña.
―Necesito reunirla con su hombre.
Le vuelve la felicidad a la cara.
―Ah, ¿sí?
―Sí, pero el capitán no quiere, no sé por qué.
―Piensa que como estuviste con ella es tu mujer, pero eso ya es tiempo pasado, ¿verdad? ―Se asegura.
Supongo que marca territorio.
―Cla… claro. ―Mis mejillas arden.
―Bien, hablaré con él, al fin nos desharemos de ella. ―Avanza.
No sé si me gusta ese tono, además, no estoy segura de que el capitán le haga caso. Por algo instaló a Bree en el barco, es obvio que lo hace para que Iván no se me acerque.
~~~
Iván regresa, dándole el visto bueno al asunto.
―¿Cómo lo convenciste? ―Enarco una ceja y pregunto―. ¿Qué le dijiste? No considero que mencionarme fuera buena idea ―opino.
―No lo hice, no hablé de ti ni de Bree, solo dije que había mercancía de la buena en la isla, así que prepárate para anclar este barco.
~~~
Una vez estamos cerca de la isla, una sensación rara se apodera de mí. Hay como una luz mezclada con una bruma, la cual me recuerda a algo, pero no sé el qué, es confuso. Veo un pueblo a lo lejos, entonces abandono el extraño sentimiento de incertidumbre y desconfianza.
El pueblo es rústico y lindo, aunque algo desolado, hay poca gente. La mentira de Iván se vuelve realidad, pues consiguen un buen botín al robarle a un noble. Por suerte, el ataque no contiene ningún herido. Una recompensa fácil para ellos, los cuales se regocijan y celebran. Por su parte, Bree se encuentra con su amado, me agradecen, entonces nos invitan a pasar a su casa. Solo entramos Iván, Hunter y yo, junto a la parejita, mientras Freíd y el resto de la tripulación siguen festejando fuera, por el oro obtenido.
―Esto es tan genial, Bree, qué bueno que se reunieran ―opino.
―Sí ―dice ella, emocionada, tomando la mano de su amado.
―Nunca terminaré de agradecerles, por haberme traído a mi chica hasta mí ―expresa muy contento su pareja―. Beban, tomen lo que quieran.
Iván, Hunter y Bree beben con alegría, entonces me regresa la sensación confusa. La bruma y el brillo en el espejo me llaman la atención. La insignia hace un parpadeo tenue. Observo la copa con cuidado, algo anda mal y no logro vislumbrar qué es. Ya había visto esto antes, ¿pero dónde?
“Derek, él… me engañó, con esa maldita pelirroja.”
Muevo la cabeza, reaccionando. Imposible, el ambiente es parecido, pero más latente y continuo, más presente. Debe ser una confusión. O sea, sé que es otro mundo con diferentes estructuras, las cuales se notan de una distinta época, pero hay elementos similares.
Como este recipiente.
―¡Oh, por dios! ―Se me cae la copa.
―¿Estás bien? ―pregunta Iván.
―Iré a tomar aire. ―Salgo de la casa.
Examino el sitio con más detenimiento. El vaso que rompí recién era idéntico. Alzo la vista a las nubes, tienen la misma forma que ese día. ¿Puede ser una coincidencia? Sigo contemplando el lugar, para salir de dudas. Me acerco al vendedor de cuadros, levanto uno de estos. Lo he visto en la casa de Derek. Ahora que lo pienso, me parece extraño que haya cambiado de cuadro justo en ese momento, pero no le di importancia, pues estaba más centrada en la pelirroja con la que me engañaba.