Insignia Pirata

Capítulo 19

Iván

La insignia de mi espada brilla y me doy cuenta de que estamos dentro de una ilusión. ¿Dónde está Alex? Miro por la ventana, entonces descubro que el maldito brujo lo empuja a través de un portal, corro en su auxilio. No me importa nada, así que también paso el círculo mágico.

Aparezco en un barco, hay mucha gente extraña, todos visten raro y algunos no sé si son monstruos en realidad.

―¡Oye, me gusta tu disfraz! ―Un chico se me acerca, está vestido de conejo, aunque parece que el gran animal se lo comió.

Es grotesco.

―Estoy buscando a un niño. ―Apoyo mi mano en el mango de mi espada―. Tiene cabello negro y es bastante pequeño, se llama Alex, además, viste… como yo.

―Oh, el que cayó al agua, ya está bien, no te preocupes, fue a los vestidores. ―Señala el sitio.

Ignoro su ayuda, entonces me dirijo en esa dirección. Evito a la gente con ropa extraña y al fin llego al lugar mencionado. Abro la cortina, entonces me encuentro con una chica rubia. La reconozco, la he visto en el castillo del Rey.

¡¿Qué clase de broma es esta?!

Alexia

He vuelto a mi mundo. No entiendo, ¿fue un sueño? No sé si estar triste o feliz. Si esta es la realidad, mi bebé está muerto e Iván no existe. Quiero llorar. Los paramédicos y Joshua me ayudan a levantarme. Acompaño a mi amigo hasta los vestidores, el personal del barco me ofrece un vestido, pues mi ropa de pirata está mojada y no quieren una demanda por mi parte, intentan ser lo más hospitalarios posible.

Yo ignoro todo mientras me cambio, pero la desilusión desaparece cuando se abre la cortina del vestidor. Me encuentro con Iván en frente de mí, no tengo palabras para describir mi reacción. Esto es tan confuso.

―Señorita ―dice mirándome fijo con sus ojos azules―. Yo la conozco.

No me ha reconocido.

―¿Qué? ―Mis mejillas arden.

―Estuviste en el baile de Edward, ¿no es así? ―Entrecierra los ojos―. Escapabas de los guardias.

―¡Ah, sí! ―grito recordando.

―Eres una bruja.

―Eso me ofende ―opino.

―¿Qué tienes que ver con el secuestro de Alex? ―Se inclina hasta mí y me asusto―. Si le hiciste algo…

―¡No, yo lo ayudé! ―me invento.

¿Por qué insisto con esta mentira? Siento como si no pudiera decirle la verdad. Quiero, pero no puedo. ¡¿Qué me pasa?!

―¿Dónde está? ―Continúa intimidante.

―Oiga, apártese de mi amiga. ―Llega Joshua.

Desenvaina su espada y lo apunta.

―No te metas.

Me pongo delante.

―¡Escucha! ―Alzo la voz―. Alex está bien, está aquí, soy yo, es que me disfrazaron de mujer. ―Levanto el vestido blanco, que curiosamente es casi idéntico al que me mandó a poner Edward.

Iván se sonroja y retrocede.

―¿Es una broma? ―expresa el pirata, alterado―. ¿Y por qué no lo admitiste antes?

―¡La bruja!

Voy de mal en peor.

―¿La bruja? ―Enarca una ceja, aunque no deja de estar sonrojado, mirándome, no deja de observarme ni un segundo.

―Bueno, tú la mencionaste.

―Sí, ¿y?

―¡Nada, me está ayudando!

―No sé qué pasa entre ustedes ―interfiere Joshua―. Pero las cosas se arreglan bailando. ―Nos empuja al centro de la pista.

Un foco nos das e Iván levanta la espada.

―¡Guarda eso! ―le pido.

―¡Nos están atacando! ―aclara el pirata.

―¡No, solo es luz!

Me mira un segundo, luego guarda el arma, lentamente.

―La luz solo viene del fuego o el sol, pero te creeré, bruja.

Ay, me dijo bruja otra vez.

―¡No soy bruja! ―chillo.

―Casi me engañas, pero Alex hubiera salido corriendo, ni siquiera me enfrentaría.

Terrible, es más lento de lo que pensé.

―¡Ya bailen! ―se queja Joshua y nos acerca―. La mano va aquí ―le dice a Iván y pone los dedos del pirata en mi cintura―. No la bajes o te pego ―amenaza, luego sonríe―. Ahora sí ―expresa cuando nos pone en posición y la música empieza a sonar―. ¡Ya me fui! ―Sale corriendo.

―¿Dónde están los músicos? ―Iván observa el espacio mientras nos movemos al ritmo de la balada.

―Es… es un parlante ―explico con mis mejillas ardiendo de manera intensa, aunque no creo que lo entienda.

―Te estoy siguiendo el juego, bruja, ahora dime, ¿dónde está Alex?

Necesito tener mejores ideas o esto se me va a ir a la mierda, aunque ya está mal de todos modos. No podría empeorar más de lo que está, ¿o sí?

Un portal aparece debajo de nosotros.




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