Iván
Debo salvar a mi tripulación. Espero que Freíd siga con vida, es el capitán después de todo, no creo que lo tengan en consideración. Aunque acá a nadie le dan misericordia.
Corro hasta el castillo y me río, viendo el humo que sale por todas partes de este. Ay, hermanito, siempre haciendo de las tuyas, nunca debí dudar de ti. Seguro Hunter está detrás de todos estos destrozos.
Lo único que me molesta es no encontrar a Alex, maldita bruja.
―¡Iván! ―Giro mi vista y veo al niño en el que pensaba, aunque detrás está Derek, así que frunzo el ceño.
―Vete con tu calaña, brujo ―digo molesto.
―No lo eches ―me regaña Alex, parece enojado―. Él nos va a acompañar.
―¡¿Qué?! ―Me indigno―. Yo preocupado por ti y tú dices esas cosas, ¡¿qué te pasa?!
―Lo que ocurre es que los voy a ayudar ―declara el castaño con una voz sombría―. Quieras o no.
―¿Y por qué?
El brujo mira un segundo a Alex y luego responde:
―Tenemos un trato. ―Sonríe.
¿Qué? ¿Qué sucedió entre estos dos mientras yo no estaba?
Alexia
Minutos antes.
Debo recuperar a mi hijo, sea como sea, y para conseguirlo primero debo demostrarlo. Es terrible que esto se le pida a una madre, pero es lo que hay y debo aceptarlo.
―¿Qué tengo que hacer? Dime y lo haré ―exijo.
Derek entrecierra los ojos, pero luego deja su desconfianza, y despacio, suelta mi mano para contestarme.
―Los brujos malditos estamos condenados a obedecer, destruye la marca que me condena al rey y hazla tuya, entonces veré si eres la indicada para proteger la de nuestro hijo. Si veo que no la usas a tu favor, entonces habrás demostrado que eres capaz de cuidar del niño.
―Espera. ―Quedo confundida―. ¿Me estás pidiendo que te controle y te dé órdenes como un siervo?
―Ya me controla el rey, no hay diferencia ―expresa sin importancia.
―Oí que los monarcas son desalmados.
―Entonces tienes más razones para ser mi dueña.
Me río sin humor.
―No digas estupideces.
―Quieres que confíe en ti para que te regrese a tu hijo, ¿qué mejor forma de demostrarlo? Me destruyes y arruinas el trato, no lo verás nunca más.
―Cálmate ―digo nerviosa―. ¿Cómo obtengo esa marca?
―Primero hay que encontrar en dónde la oculta el rey, debe estar en las lejanías del mar. Aunque no puedo saberlo, estoy maldito como para liberarme solo, tendrás que ingeniártelas tú.
―Entonces hay que volver al barco. ―Me miro el vestido―. Pero no puedo ir vestida así, todos creen que soy un chico.
Sonríe.
―Puedo recuperar tu ropa, no te preocupes, eso puede arreglarse. ―Alza la mano―. Entonces, ¿trato?
Miro sus dedos un momento y luego los agarro, una corriente eléctrica llega hasta mí, así que me suelto.
―¡Ay! ―chillo y veo el tatuaje en mi mano―. Eso dolió ―me quejo.
Se ríe.
―Perdón, así son los tratos con los malditos.
Terminamos de hablar, recupero mi ropa de chico, luego nos dirigimos a encontrarnos con Iván y contarle sobre el trato.
Iván
Nos reencontramos con Freíd y la tripulación, entonces huimos de esta maldita isla. Mi hermano no pone objeción con el acompañamiento de Derek, pues le tiene miedo. Aunque al oír que Alex será el dueño del brujo lo puso contento, dice que va a obtener muchos beneficios de eso. Yo solo me indigno, Alex está enojado conmigo y ni sé por qué.
Intento hablarle, pero no me quiere ni mirar, me ignora mientras se va a consolar a Bree, la cual acaba de descubrir que su amado está muerto. Lo molesto que me pone que todos se tomen la libertad de hacer lo que quieran. Tenemos más polizones que nunca, parecemos un barco de viajes en vez de uno pirata. Estoy bastante irritado, solo quiero gritar.
Encima tenemos los barcos del rey siguiéndonos. Una vez que los perdamos, juro que voy a poner orden en este lugar, aunque sea lo último que haga.