Alexia
Nuevamente, en el barco, alejada de los problemas. Bree me ayuda a limpiarme en un camarote. Observo el lugar, encantada.
―¿Cómo obtuviste este cuarto? ―pregunto, inclinada en su cama―. Nunca me había cuestionado donde te quedabas a dormir. Perdón, te ayudé a entrar al barco y nunca me preocupé por eso ―declaro, avergonzada.
―Tranquila. ―Tira el paño sucio en el balde con agua y se mantiene sentada a mi lado―. El truco es este. ―Levanta la tela de su vestido mientras flexiona la pierna, luego se aproxima a mi oído, después me da un beso en la mejilla―. Así encantas al capitán y te quedas con un lugarcito. ―Se aparta.
―Oh.
―Pero claro, tienes que estar dispuesta a hacerlo. ―Se carcajea―. Tú te ves cómo alguien que tiene respeto por su cuerpo, así que ríndete, en cambio yo, hasta puedo dejar que lo desgarren.
―No hables así de ti, Bree. ―Acaricio su hombro.
―Mi amado murió, ya no me queda nada. ―Suspira―. Al menos a ti te tocó el hermano guapo.
―¡¡No me tocó nada!! ―chillo.
―Aún ―bromea, moviendo las cejas.
―No va a pasar nada. ―Mis mejillas arden―. Estoy vestida de chico y ni lo sabe.
―Me dijiste que le prometiste entregarte cuando salves a tu bebé.
Sí, al final le conté todo a Bree. Lo curioso es que ni lo cuestionó. Me encanta tener una amiga en este mundo. Me hace sentir como si tuviera a Joshua otra vez.
―Sí, pero de aquí a hacerlo hay un largo trecho, sobre todo porque apenas me saque la primera prenda, descubrirá el secreto.
―Hazlo con ropa ―sugiere.
―¡¿Crees que no se va a notar?! ―chillo.
―Yo me arriesgaría, o sea, eres bastante plana, ¿no?
―No me ayudas ―me quejo.
Se carcajea.
―Tómalo o déjalo, es lo que hay. ―Revolotea las pestañas.
―¡¿Qué tanto hacen ahí?! ―Entra Iván con prepotencia y me subo rápido la parte del pantalón que me faltaba.
Esto se ve muy mal.
―¡¿Qué?! ―chillo, sonrojada―. ¡¡No te debo nada!!
Ya qué, mejor que lo malinterprete y se olvide de mí, entonces yo me centraré en lo importante, lo cual es mi hijo.
―¡¡Alex!! ―grita, furioso―. ¡¡Me prometiste otra cosa!!
―¡¡Soy todo un hombre y tengo necesidades!! ―Abrazo a Bree con fuerza―. ¡¡Y estoy enamorado!!
―Ni tanto ―bromea la rubia―. Solo está cachondo.
¿Ese comentario en qué me ayuda?
―¡¡Alex!! ―se queja el teniente y me agarra de la ropa, llevándome lejos del camarote―. ¡¡Te prohíbo entrar a esa habitación de nuevo!! ―dice, furioso.
¡¡Pero ahí están mis pañitos y necesito limpiarme, al menos, por un día más!!
―¡¡Suélteme, teniente!! ―grito y me empuja en una pared apartada―. ¡Ay!
Acerca su rostro al mío. Sus mejillas están rojas.
―Alex ―susurra cerca de mi boca.
―Te… teniente.
―¿Me pones celoso a propósito?
―¡¡No!!
―Entonces abre la boca. ―Me agarra con fuerza la barbilla.
―Pero dijimos que…
Me observa de manera intensa y muy serio.
―Solo es un besito, no te quitaré la ropa delante de todo el mundo, y si alguien nos descubre, se vería asqueroso, así que deja de gritar. No te preocupes, recuerdo nuestro trato, pero nadie dijo nada sobre besos, ¿no?
―Eh, uh, yo… Teniente, si está enfadado, no debería besarme.
―Pero quieres, ¿no? ―Apoya sus labios al lado de los míos―. Dime que sí, Alex.
¡¡No me puedo negar, ya me puso cachonda!!
―Pe… pero uno cortito.
―Qué va, tú y yo sabemos que eso no va a pasar.
Trago saliva.
―Bu… bueno.
Agarra mis muñecas con fuerza, entonces une su boca con la mía, así que nuestros labios comienzan a moverse. Exhalo aire caliente, mientras el movimiento continúa. Hay leves separaciones, pero no duran mucho para poder respirar. Me volveré loca. Además, ya llevábamos tiempo sin habernos besado, era evidente que tarde o temprano iba a ocurrir. Esto es como si nuestras bocas se llamaran, se necesitaran y no podrían soltarse. Me siento extremadamente caliente y enamorada.
Quizás lo prohibido es tentador, incluso aunque sea mentira.