Inspirado a cambiar por ella

Parte 4

Al día siguiente, la clase recibe noticia de que uno de los profesores por motivos personales no puede ir a la escuela por lo que la hora de salida de los estudiantes es antes.

Lógicamente la alegría de los jóvenes lleva a que griten y aplaudan.

Cualquier suceso de ese estilo es bien recibido por los adolescentes. Soledad, aunque así fuera la situación, se mantiene seria por la inmensa cantidad de trabajado que tiene como presidenta del centro de estudiantes. Es la primera en llegar y la ultima en irse.

En este caso, ella es la primera en retirarse ya que hay asuntos imposibles de posponer que necesitan de su presencia y esfuerzo. Luca la mira cómo se retira, preguntándose si está bien que ponga tanto esfuerzo en ese trabajo y con lo que ha visto de los “protegidos”, no le ve razón para hacerlo.

Una vez más los abusivos instigan a el estudiante de la clase. Lo golpean con cachetazos, le roban sus útiles como bolígrafos, gomas de borrar, hasta tocan su teléfono celular. Nadie hace nada, solo se quedan mirando y cuando el chico empieza a pedir ayuda, todos hacen la vista gorda.

-Haaa, otra vez estos idiotas. ¿Qué no se cansan? -se pregunta Luca.

No le ve razón alguna continuar molestando a un chico que no puede defenderse.

-Creo que de eso se trata ser un abusivo. Es lo que los separa de nosotros, los pandilleros. Jamás nos meteríamos con alguien que no sabe o no puede defenderse. Son demasiado básicos de cerebro.

Incluso dentro de los que empuñan la violencia, existen jerarquías. Los abusivos no son lo mismo que los pandilleros. Los abusivos basan su fuerza en someter a otros. Los pandilleros usan su fuerza para medirse con otros en igual de condiciones, pero jamás contra los indefensos o gente que no tiene que ver.

Un pandillero vive en base a no lastimar a nadie más que a otros pandilleros.

-Mejor me marcho. Estos idiotas me dan asco.

El pupitre de al lado de Luca es pateado violentamente contra él. Sin problemas lo esquiva moviéndose levemente hacia el lado contrario.

En otro momento se hubiera dado media vuelta y de un puñetazo le habría roto la nariz, los dientes y la mandíbula, pero tiene que mantenerse fuerte a pesar de todo lo que puedan hacerle.

Además, Soledad ya le informó por mensaje de texto acerca de lo oscuro que ocurre en la escuela y que, si toca a alguno de ellos, sería expulsado o hasta detenido por la policía.

Por más que quisiera, no tendría sentido ni vendría nada bueno si ayudase a su compañero de al lado. Respira hondo y prosigue su camino para volverse a su casa temprano.

-Oh, lo siento mucho. -exclama Braian. Su expresión muestra una falsa sonrisa digna de los más maquiavélicos genios. Pero no recibe respuesta alguna y ve como Luca sale del salón sin siquiera voltearse.

Yamil empieza a reírse mientras se burla de Braian:

-Jajaja, te acaban de ignorar.

-Si, eso parece. -dice con una expresión ahora de mucha molestia.

-¿Qué hacemos?-pregunta Yamil con una sonrisa.

-Sigamos tanteando el terreno y veamos cuanto soporta.

-Sigo diciéndolo, meternos con ese sujeto puede traernos problemas. -insiste Claudio.

-Haaaa, ya me aburrí de este retrasado mental. Vamos con Joel. Necesito descargar mi ira con ese maricón. -exclama Braian.

-¡Siiiii, nada como golpear a un homosexual, me apunto! -se entusiasma Yamil.

Luca llega hasta la salida de la escuela y junto a la puerta oye una voz que lo pone en guardia alta:

-Nunca vi a alguien aguantarse tanto las ganas de golpearles y con tu prontuario deportivo.

-¡¿Qué?! ¡¿Cómo es que no lo detecté?! -mira a un costado un hombre con ropa deportiva de escasos veintitantos años con físico bastante sorprendente a pesar de ser un profesor.

-Tranquilo, no te exaltes. Eres Luca, ¿verdad?

-Si ¿y tú?

-Me llamo Esteban.

-Debes ser un profesor.

-Exactamente.

-¿Qué sabes de mi prontuario?

-Jajaja, lo suficiente como para dar gracias que no los hayas golpeado.

-Tampoco tengo elección más que irme de allí.

-Una sabia elección si me lo preguntas.

Se acerca a Luca. Por alguna razón el aura que emite es una mezcla de peligro solemne, de esas sensaciones que te invita a escuchar y rendir respeto y que eso te será devuelto, pero si faltas al respeto te podría ir muy mal:

-¿Quién eres?

-Ya te lo dije Luca, soy Sebastián.

-Sabes de que hablo.

-Dejemos eso para otro momento. ¿Podemos hablar? Es solo un instante. Quiero cerciorarme de algo.

-Okey.

Luca sigue a Sebastián hasta la cafetería donde allí, el profesor de educación física le obsequia una gaseosa de cola mientras que él toma solo agua.

El silencio se corta con el refrescante sonido de las burbujas:




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