Una semana después, Luca se despierta a la mañana del sábado. No suele madrugar en los fines de semana, pero un mensaje de Soledad lo alarma obligándolo a saltar de la cama, cambiarse y salir despedido a su encuentro:
-“Hola Luqui, disculpa la hora. ¿Estás disponible? Necesito hablar contigo”. 7:18. Sole n.n
Luca sale de su casa y es recibido por varios vecinos, que entre que salen a realizar compras a panadería y sacan a sus perros, lo saludan como a un miembro más de su familia. Él corresponde con agrado, pues no era solo un pandillero de los más peligrosos del país, sino un chico amable, querido y respetado entre la comunidad de vecinos. Todos sabían sobre su pasado y ni así le temen.
Sale de allí y encara hacia la avenida con una bolsa de plástico en su mano. Una muy pequeña bolsa.
El chico camina unas calles, exactamente siete, hasta un parque recién abierto y en el que convergen estudiantes de varias escuelas. El sitio está ubicado enfrente de dos escuelas y a la vuelta de otras cuatro por lo que la afluencia de estudiantes de secundario y preparatoria es constante.
Allí la ve a Soledad, siempre tan elegante vestida, aunque fuera reunirse en un parque y no a una cita. Sin embargo, su corazón late mucho más rápido que de costumbre ya que siente que está en una especie de cita.
Se saludan con un beso en la mejilla y Soledad lo invita sentarse en uno de los bancos a metros de los toboganes. Luca recuerda que lleva la bolsa por lo que le ofrece de su contenido con mucha timidez:
-Los cociné yo mismo. No sé si te gusten.
-¿Huh?-asoma su cabeza y ve que son galletas con chips de chocolate. Se queda sorprendida.
-Si…si no te gustan…
Sin mediar palabra, la chica saca dos galletas grandes y sonríe:
-Que cortés eres. Muchas gracias Luqui.
-Si, no hay de qué.
Por unos segundos se escucha el crujir de las galletas siendo masticadas por Soledad. Ella se muestra solemne y se nota en su cara que disfruta del dulzor de esas galletas. Se queda sorprendida del talento de Luca para prepararlas y que queden exquisitas. Está tentada a pedirle la receta.
-Sole.
-¿Si?
-¿Por qué me pediste que venga a esta hora?
-Claro. -exclama y traga la galleta. Se pone seria ya que es un tema que a ella le importa, pero a la vez teme porque se involucre Luca. -Quiero que hablemos sobre esos chicos.
-¿Quiénes?
-Los abusivos. La elite.
-La elite… ¡ja! Parece el nombre de un grupo de villanos de una pésima serie de Madflix. -se burla Luca. No se toma enserio y con razón, los abusivos son el eslabón más asqueroso en el mundo de los pandilleros.
-No deberías tomarlo a la ligera este tema.
-¿Por qué? Ellos no son más que una vergüenza. Estaría bien no darles importancia. Son basura.
-Para ti, pero no para los demás y ahora piensas así, pero…no estoy segura que más adelante se mantenga de esa forma.
Es cierto, que cuando uno se encuentra en la cima y la deja todo parece muy pequeño sin haber encontrado ese algo que represente o haya representado un reto. Luca siempre fue temido por su inmenso talento para el combate y el respeto de no solo por su propia pandilla, sino la de la ciudad y el país entero siempre lo tuvo.
Temerle a un grupejo como esos abusivos se siente como un mero insulto para su persona. Tener que sentirse preocupado, solo haría que su imagen fuera reducida a una debilidad.
-¿A dónde quieres llegar?
-Braian y sus amigos, ellos pusieron sus ojos sobre ti.
-¿Huh? ¿en qué sentido?
-Te ven solitario y como una potencial amenaza.
-Oh, ¿enserio? Entonces ellos consideran que me tienen que hacer conocer mi lugar ¿eso es lo que pretenden? ¿Cómo un sapo de otro estanque?
-Si.
-¿De eso se trata todo? ¿de ver quien la tiene más grande? Que estupidez.
-Por eso…
Soledad baja la cabeza y aprieta la parte baja de su blusa.
Mientras Luca se jacta de que jamás lo van a apalear ni a tratar como porquería, la chica se siente consternada de que su compañero no lo tome como debe ser puesto que el futuro en la preparatoria está en juego:
-Luca.
-¿Huh?
Cuando gira su cabeza y la ve así, no puede evitar sentirse culpable.
Por más que quiera disculparse, solo atina a permanecer callado mirando al suelo. Durante varios segundos están sin hablarse hasta que ella levanta el rostro y sonríe:
-La solución aparecerá si ambos lo pensamos mejor juntos ¿Qué opinas?
En ese instante, Luca se da cuenta de que Soledad tiene una hermosa sonrisa. Queda encandilado:
-Por supuesto.
Soledad da un salto lejos del banco. Estira sus brazos y luego los levanta con el sol de frente. Cierra sus ojos y se muestra muy feliz:
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Editado: 20.09.2025