Por la noche, en la propiedad de los Lucciati, una de las familias más adineradas y poderosas del país, solo el padre llega tras un viaje de negocios. La madre continua en su gira artística por Europa y luego Asia.
La casa es enorme con varios cientos de metros cuadrados y varios coches estaciones de los cuales, dos corresponden a Braian. Con tan solo 16 años es el heredero de propiedades y una fortuna gigantesca, si no fuera porque tiene a un hermano 5 años mayor y que ya es considerado como uno de los más importantes productores de ópera de su generación y que está en los Estados Unidos.
Hector, el patriarca de los Lucciati, llama a su hijo Braian debido al llamado del director. No se lo ve contento, y para empeorar las cosas, sostiene con enorme furia uno de los periódicos económicos más importantes del mundo, “el economista libertad” con la lista de empresarios más ricos de Latinoamérica.
El muchacho se presenta aún con la vestimenta de la escuela y expresión molesta. Uno de los mayordomos más antiguos de la familia se retira, puesto que, en las conversaciones de los miembros de la familia no se le es permitido quedarse y escuchar.
Una vez se cierra la puerta, la atmosfera cambia bruscamente. Braian traga saliva de los nervios y evita la mirada de Hector. Le sudan las manos y tiembla como una reacción a lo que más teme.
-Hijo. ¿Sabes que es la lista “100 más grandiosos”? -pregunta Hector.
-Maso menos. -responde Braian con la voz temblorosa.
-Dime.
-E-Es la lista de las personas…más influyentes y ricas.
-Bien. ¿Qué más?
-Ocurre una vez cada año. Hay artistas famosos, músicos, políticos y empresarios.
-Excelente. Entonces…-se levanta y camina hacia Braian. Al llegar cara a cara, le da una bofetada en el rostro y lo tira contra el suelo. Sin poder levantarse, debido al miedo producido e impotencia, apenas alza la mirada.
-Entonces ¿podrías dejar de ser tan putita y hacer lo que es más conveniente? ¡¿acaso no sabes que me entero de todo?! ¡¿Cómo es posible que un simple niño estúpido los haya vuelto tan dubitativos? ¿Yamil y Claudio también? Esto es increíble.
-E-Es q…
-¿Qué cosa? ¡escúpelo!
-Nada.
-No es que me irrite solamente el hecho de que jamás pude llegar al puesto uno y si lo haya hecho un veterano de guerra con una empresa local y que facture mucho más dinero que yo. Me molesta que mi hijo menor siga comportándose como un idiota y no haga valer el apellido Lucciati.
La familia Lucciati, por más de 80 años, ha sido una de las más prominentes de Garaolla y el país. Tienen su orgullo muy elevado y la creencia de que son parte de un grupo selecto que merece arrollar para mantenerse en la elite y eso incluye dejar atrás a personas inocentes. No por algo, en sus comienzos, usaban mano de obra barata que rozaba la esclavitud y hasta no hace mucho incluso.
Indudablemente también formaron parte de grupos que impulsaron las épocas más inestables y oscuras de la historia del país.
-¿Qué puedo hacer…para no avergonzar a mi familia y mi apellido? -pregunta Braian al borde de las lágrimas.
-Demuestra que nadie está por sobre nosotros. Ni siquiera una niña tonta que forma parte de ese 10% de benefactores. ¿Qué se cree esa mocosa? Ir contra el 51% solo porque su padre tiene el 10% y solo es un mísero abogado. Como ha decaído la educación. -exclama Héctor. Está molesto también porque en su momento, intentó convencer al padre de Soledad de cederle el porcentaje o que se una al 51% pero jamás quiso, posicionándose con aquellos que buscaban una educación sin privilegios.
Braian espera a las indicaciones de Héctor:
-Se paciente y actúa a conciencia, pero esos mocosos tienen que pagar. Cueste lo que cueste. De mi parte voy a hacer que ese director y la institución capten el mensaje. Quizás un documento con abogados disuada.
-Entendido, padre.
-Ahora vete. Vivian y su hermana están por llegar. -sonríe de manera lasciva.
-S-Si.
Braian se retira, sabiendo que dentro de poco su padre tendrá una fiesta personal con dos bellas modelos y engañando a su madre. A pesar de saberlo no hace nada puesto que Héctor es un hombre que no le temblaría el pulso para echarlo de su casa.
Una vez sale del comedor encara hacia la escalera que da a su cuarto. Allí se encuentra con Ceferino, el mayordomo anciano con rostro de angustia:
-Señorito.
-¡Déjame!
-Señorito…
AVAVAVAVAV
Al día siguiente en la cafetería de la escuela, Luca es convocado por una carta sobre su pupitre. Esa carta decía en letras brillantes y ortografía muy cuidada:
“Luca, quisiera habla contigo. Te espero en la cafetería”.
Sin embargo, cuando Luca llega y cruza la puerta, ve a alguien sentado de espalda, es un chico de contextura realmente pequeña y nerviosa. Se acerca con cuidado hasta llegar a la mesa y desliza para sentarse. Cuando posa la vista al frente ve a aquel chico que ayudó en el vestidor de hombres.
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Editado: 20.09.2025