Durante el fin de semana, Luca inicia su jornada despertando muy temprano. Usualmente no ser tarda mucho, pues no tiene el famoso “sueño pesado” que tanto aqueja a los adolescentes. Él es disciplinado gracias a su debido a su entrenamiento en artes marciales del que puede alardear con orgullo muchos logros.
Se prepara un desayuno que consiste en un té caliente, tostadas, aguacates, algunas frutas y un poco de juego. Aunque puede ser un desayuno para un atleta muy capaz como él, surte el efecto matutino de llevarlo casi media hora al baño. Problemas congénitos de nacimiento cuando mezcla alimentos o líquidos que no puede, aunque es testarudo.
Después de eso, enciende el agua caliente de la tina y da un relajado baño de casi veinte minutos. Se preocupa en asearse bien y cuando siente que su cuerpo está completamente aliviado tras su entrenamiento ligero nocturno, sale de la tina y se cambia con ropa bien abrigada. Sale de su casa exactamente a las 6am y en el camino se encuentra con los vecinos que usualmente aprovechan a sacar a sus mascotas o los más atléticos emprenden el breve viaje hasta el parque para correr alrededor. Él saluda a cada uno de ellos y viceversa.
Nunca se ve incomodo ni nada. Y las personas le sonríe con amabilidad como cada vez que lo ven.
Cuando apenas cruza la primera cuadra, se encuentra con alguien inesperado, un chico que lo supera en estatura por una cabeza. Ambos se miran de reojo estando a menos de un metro de distancia.
La tensión es palpable, casi como si se pudiera cortar con un cuchillo. Las personas que pasan se ven envueltas en esa atmosfera tan cruda y difícil de soportar. Un policía que pasa por allí se percata de la situación y espera a que alguno haga algo ya que no puede actuar sin una acción concreta. Además, el oficial reconoce a Luca y traga saliva. A pesar de conocer al chico y respetar a su familia y que en verdad no es malo, hay un prontuario detrás de él que lo hace impredecible en tales momentos.
Está a la expectativa.
El otro chico sonríe y posa sus manos en los hombros de Luca:
-¡Cuánto tiempo, Luquita!-grita entusiasmado.
-¡Ayyy, maldita seas, gritas mucho Manuel!-le devuelve el grito.
Pero lejos de molestarse, Luca también sonríe y ambos chocan sus manos a modo de saludo.
La realidad es que Manuel fue parte de los cuatro mayores peleadores de Garaolla que conformaron la pandilla de Luca. Se lo ve débil, pero es un pandillero bastante temido. No es tan cercano para Luca como lo son Pablo y Leo, pero Manuel es muy querido por Luca ya que cuando su abuelo cayó enfermo la primera vez y no consiguieron una habitación en el hospital militar de la ciudad, el chico habló con su madre, jefa de médicos en el hospital donde se terminó quedando el hombre mayor, y muchos gestos de camaradería altruista.
Manuel sin duda es alguien que está en la cercanía de Luca.
El oficial respira tranquilo y sigue su camino con una expresión de alivio y cierta felicidad de ver a Luca pasar un momento grato.
-¿Qué haces por aquí?-pregunta Luca.
-A decir verdad, pensaba irme hasta el parque a correr un poco. Estaba aburrido en casa así que un poco de actividad física no me viene mal. ¿Tu?
-Yo estoy yendo a mi trabajo.
-¿Enserio? ¡estupendo!
-Oye, no grites, me dejarás sordo, jajaja.
-Lo siento, jeje. ¿Y donde trabajas? ¿Qué haces?
-Bueno, ayudo en un almacén. Al menos es hasta que cumpla la mayoría de edad. Luego veré que hago.
-Me alegro por ti y, por cierto, mi pésame por lo de tu abuelo. No quise molestarte ¿sabes? Pero esas cosas, no las tiene que afrontar una sola persona. Bueno, es lo que opino.
-Si, gracias por esas palabras.
-No hay porqué. -sonríe y observa en detalle el semblante, las expresiones de Luca. Es un chico que se caracteriza por tener un enfoque muy detallista de todo. -Oh, así que te ves cuando te enamoras. Eres diferente al Luca que conozco. Eres mucho mejor al Luca que conocía. Siento mucha curiosidad por saber quien es la persona que logró hacer que esta verdadera maquina de pelear en terrenos baldíos contra idiotas sin cerebro pueda verse de esa forma. Debe ser una chica grandiosa.
-¿Manuel? ¡Manuel! ¿Estás sordo?
-Jajajaj, no, para nada Luca. Solo pensaba.
-Okey. Oye debo llegar al trabajo. Me alegra volver a verte. Sabes que mantengo mi número así que no dudes en enviarme un mensaje.
Esas ultimas palabras dejan estupefacto a Luca.
No es usual que diga eso siendo que apenas usaba la aplicación de mensajería solo para reunirlos cuando había que pelear, pero ahora se lo ve mucho más maduro y desenfocado de la pelea. Manuel no sabe que responder. Solo levanta el pulgar respondiendo afirmativamente.
-Jajaja, nos vemos. -se despide con una amigable sonrisa. -Saluda a tus padres de mi parte. -añade.
Manuel también se retira, pero antes se le queda mirando la espalda de Luca. Siente nostalgia y a la vez un grado de alivio.
-Verlo así, vaya. Creo que Celeste se molestará si supiera que alguien más logró lo que ella no pudo. Sería graciosa su expresión, jajaja.
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Editado: 08.10.2025