Inspirado a cambiar por ella

Parte 2

El sábado de esa semana, Luca recibe un mensaje de Pablo para reunirse junto con Leo y Manuel en la casa de uno de ellos. Leo propone su casa por lo que usan el transporte público para moverse ya que la casa del chico se encuentra muy cerca del centro a treinta calles de ahí.

Antes de salir de casa, Luca observa que tiene varios mensajes de un grupo creado por Pablo que lleva el nombre de “los de siempre” compuesto por cinco personas, cuatro chicos y una chica.

Como ese grupo de app de mensajería gratuita se acaba de crear, solo Leo y Pablo envían cosas como stickers o imágenes.

Luca se dirige hacia la parada de autobús donde se sube a la línea número “187”. El aire fresco se funciona con un aroma dulce de pan, saliendo de panaderías ubicadas por esa calle y el sol, que apenas está saliendo, funde con su calor el asfalto.

Le dice al conductor hacia dónde va y tras pagar con una tarjeta de transporte, camina hacia el fondo, donde nadie lo molestaría. Aunque el autobús está casi vacío. Revisa su celular una vez más. La expresión que se forma en el rostro es casi automática cuando ve la cantidad de mensajes que hay:

-Solo me tarde quince minutos… ¡¿y me aparecen 700 mensajes?!-piensa Luca.

Entra al grupo y ve que hay, mayormente, stickers obscenos proveniente de Leo, regaños de Pablo hacia el chico excéntrico y algunas frases incoherentes de Manuel.

-Creo que no debí aceptar que me metan en el grupo. -dice hacia dentro. Luego baja deslizando fuertemente la pantalla hasta que encuentra un mensaje de alguien. Se queda petrificado con el mensaje.

-“Idiotas”. 13:51. Contacto no agendado.

Es esa quinta persona en el grupo, una chica muy enérgica y fuerte, considerada como la que alguna vez perteneció al cuarteto de los más fuertes de la pandilla por debajo de Luca, Celeste Antonessi mejor conocida como “la inigualable golpeadora”. Su corto mensaje es suficiente como para que Leo se calme con sus stickers y tanto Pablo como Manuel la saludan con afecto, pues ella es como una hermana para todos.

Sin embargo, Luca se detiene en mandar mensaje. No cree ser capaz de hacerlo sabiendo que Celeste se encuentra leyendo.

Y así como un aleteo de ave, el autobús llega velozmente hasta el destino. Se baja y camina unas cinco calles hasta una casa de aspecto humilde pero bella y muy pulcra. En la puerta ve a Pablo esperando a que le abren mientras sostiene su mochila en el hombro derecho.

-Pablo. -dice Luca al verlo de espalda.

-¿Huh? Oh ¿qué hay Luca? Llegaste temprano. -lo saluda a Luca extendiendo la mano y dándose un apretón.

-El autobús vino directo. ¿Hace mucho estás esperando?

-Pues…cuarenta minutos.

-Ah, bueno, cua… ¡¿cuarenta minutos?! ¡¿es una maldita broma?!-Luca se exalta al escucharlo. Se asoma a la puerta y golpea. Toca el timbre, aplaude, todo eso durante quince minutos más.

Cansado de no encontrar respuesta, se para en medio de la calle, reúne todo el aire posible y grita con fuerza:

-¡Ábrenos la maldita puerta!

-¿Qué escándalo es este? -aparece Leo con varias bolsas llegando a la casa.

Luca y Pablo giran su mirada y ven al chico llegar.

-Leo, pensábamos que estabas en tu casa. -dice Luca.

-En realidad fui a comprar para comer y tomar algo. Traje cola y galletas. De las que les gustan. -responde Leo.

-Ya veo. -exclama Pablo.

-Déjame ayudarte. -dice Luca acercándose y tomando dos de las seis bolsas. Pablo hace lo mismo tomando otras dos.

-Gracias. Emm…-Leo busca en sus bolsillos la llave. Saca un manojo de al menos quince llaves.

-¿Qué onda con tantas llaves? -pregunta Pablo.

-Bueno, una es de mi casa, otra de mi cuarto, otra del taller, otra…si, es buena pregunta, no sé de dónde son las otras 12 llaves. Dejémoslo ahí. -detiene su cuenta.

La primera llave que usa no es la de la puerta, prueba con otra y tampoco sirve.

-Jejeje, un segundo. Esto me suele pasar. -dice sonriendo Leo.

-Ahí viene Manuel y…-dice Pablo viendo como Manuel está avanzando con un maniquí debajo del brazo con físico femenino.

-Si, me temo que es un maniquí. -exclama Luca con muchas dudas sobre la estabilidad mental de Leo y Manuel, pero son sus amigos así que suspira y luego sonríe emocionado de reunirse y pasar el día con ellos.

-Saludos, caballeros. ¿Qué tal les va? El día está bonito, aunque hace mucho frio. -Manuel para el maniquí sobre el suelo.

Pablo y Luca se miran entre sí, queriendo preguntar acerca de eso. Ninguno se anima por temor a que pueda ofenderse el chico. Entonces, Leo, que termina usando la llave número diez, ve a Manuel y su particular objeto y le pregunta entusiasmado:

-Oye, Manuel ¿y ese maniquí? No me digas que es para tu eventual debut sexual.

-¡No lo digas así de despreocupado, idiota! -piensan Luca y Pablo al mismo tiempo mientras miran a Leo.

-¿Qué? No, para nada. -reacciona Manuel con gentileza. -Este maniquí es del trabajo de mi madre.




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