Es esa caída del sol donde solo las personas como yo detallan como te cambian levemente el color de los ojos. De un madera oscuro a un madera más claro. Solo quien conoce de verdad capta esos detalles. Solo quien entiende el atardecer sabe que es pedir que no se apague la luz de tus ojos.
Preguntarle a ver si nota el cambio en tus ojos. Y no sabrá. Te dirá que si pero no lo sabrá explicar
Podrás encontrar quien te quite por momentos el frío pero jamás quien te llene de calor.
Cada noche era mi piel quien acariciaba la tuya, cada noche era yo el que disfrutaba verte pasear por la cocina mientras hacías la comida, era yo el que masajeaba tu espalda, ese que te enseño el querer.
Cada noche mi pecho y mi brazo fueron tu almohada y en la mañana eran mis labios tu despertador.
Por más que busques y trates de repetir esos momentos no lo lograras porque la técnica solo la conozco yo.
Las madrugadas de patadas que solo tú sabes dar. No todos sabes cómo adaptarse a un cuerpo para lograr dormir en paz. A cierto, somos rompecabezas que encajamos en el otro, ese es el motivo.
Las locas mañana de: a ver quien se para primero o mejor los dos seguimos durmiendo. Pero al final pierdes porque te da hambre.
Dormir es necesario, mañana o quizás otro día te regalo más relatos. Eso también es nato y no cualquiera escribe algo real, muchos sólo copian o adaptan algo más. A esta hora el color de tus ojos es más oscuro. Como el marrón de los pinos, en medio de una gran montaña fría.
Salió el sol. Y todavía este idiota pasea por tus pensamientos, eso es motivo para odiarlo.
No me odias por lo que hice, sino porque todavía te hago sentir mujer.
Calienta sol, calienta y que el mundo vea que es extrañar la noche.
Noche no llegues mas, deja que el sol caliente.
Ya da igual si hace frío o calor.
En las noches frías yo era tu abrigo y en los días de calor era yo el que jugaba al ventilador.
¿Recuerdas las noches sin luz y quien te soplaba con una carpeta para que tú pudieras dormir? Claro ese, yo.
Jonathan Cordero
Enero 2020