Gulf se olvidó de su primer impulso: plasmar aquellos ojos dolorosamente tristes en su carpeta de bocetos. Pero perdió la noción del tiempo y no miró la hoja ni una sola vez. Y recién parpadeó cuando vio que aquel joven del otro lado del río se ponía de pie y comenzaba a alejarse hacia la arboleda.
Gulf todavía obnubilado también se puso de pie, sosteniendo con fuerza sus dibujos. Corrió a un costado del río en el que la corriente era muy baja, lo suficiente como para cruzar al otro lado.
Gulf prestó atención a sus primeros pasos sobre las toscas que servían de camino natural pero en cuanto se apuró el verdín lo hizo trastabillar. Gulf recién se dio cuenta de que había caído cuando sintió la mitad del cuerpo empapado.
En un movimiento instintivo había levantado la mano en la que llevaba sus dibujos. Aunque no había servido de mucho. Su carpeta estaba empapada.
Gulf sintió ganas de llorar y se habría quedado allí tirado y empapado tiritando de frío si no fuera por una mano fuerte que lo tomó de la cintura y lo levantó como si no pesara nada.
Gulf reconoció aquellos ojos que ahora estaban clavados fijamente en él. Ya no parecían tristes pero Gulf estuvo seguro de que eran los mismos ojos que había visto del otro lado del río. "¡Qué hermosos eran esos ojos!",pensó Gulf sintiendo que su corazón se había olvidado cómo era eso de latir...