—¿Está segura, señora Elizabeth, que Gulf vendrá hoy?
Mew, quien había madrugado al día siguiente, entró junto a la empleada al local y observó nervioso cada rostro.
—Somos "Carpincho", — la empleada mostró con orgullo el logo de su pulsera —somos un grupo de personas, en su mayoría de Las Torres, que juntamos ropa donada, la lavamos y la ponemos en condiciones para quienes la necesiten.
— ¿ Venden esa ropa aquí? —preguntó Mew, viendo los percheros y estantes repletos de ropa de varios talles y estilos.
—¡ No! Aquí no se vende nada. Quién necesite, viene aquí y elige lo que desee y se lo lleva.
—¿¡ Gratis!? —Mew estaba cada vez más sorprendido— Pero... le pagan a usted por trabajar aquí y lavar esa ropa y arreglarla...¿no es así?
Elizabeth hizo un gesto negativo.
— Todos y todas quienes trabajamos aquí, somos voluntarios en nuestros días libres.
—¿ Cómo funciona? ¿Me cuenta un poco más?
—¿Por qué no se lo pregunta a él?— respondió Elizabeth sonriendo—Él es voluntario aquí prácticamente desde que aprendió a caminar.
Mew levantó la mirada y sintió que el corazón se le iba a salir del pecho.
"¡Al fin...!",pensó Mew eufórico.
Gulf le sonreía desde un rincón del local. Caminó lentamente hacia él y se quedó mirándolo sin poder creerlo.
—¿¡ Qué haces aquí!?
— Quiero ser un... ñandú...como tú...
Gulf largó una carcajada.
— Carpincho...— lo corrigió.
—¡ Sí! ¡Eso también!— dijo Mew y su risa se mezcló con la risa de todos los que estaban en el local y que habían seguido la escena en completo silencio...