Como si alguien hubiera dado una orden silenciosa, empezaron a aparecer niños y niñas desde todas direcciones. Mew contó casi una veintena de cuerpitos, algunos extremadamente delgados, otros rozando la obesidad. La mayoría con remeras de mangas cortas a pesar del frío de la tarde. Solo un niño pequeño llevaba puesta una campera abrigada. Aunque al verla más de cerca, cuando el niño vino a saludar, Mew observó que la campera era bastante fina y tenía muchos agujeros en la espalda.
Tardó en darse cuenta de que el niño se había quedado plantado allí, observándolo con ojos asombrados.
—¿Qué pasa...? Ve a entrar en calor, que ya comenzamos...— Gulf trató de que el niño lo mirara pero el chiquito parecía hipnotizado.
—¡Tú eres...Mew! ¡El jugador estrella ! ¡Tú eres Mew!— dijo de repente.
Mew sonrío y asintió.
—¡ Es Mew! ¡¡¡El delantero del Triple F!!—gritó el niño a los demás.
Y en un segundo, Mew y Gulf se vieron rodeados por una veintena de pares de ojos que los observaban azorados.
—Gulf es mi amigo y me ha invitado a jugar un rato con ustedes...
Entre vítores y gritos de asombro, los niños se quitaron sus zapatillas, algunas de ellas sin cordones, y las fueron acomodando cerca de Mew; para luego alejarse corriendo hacia el centro del potrero, donde había un borroneado círculo pintado con cal blanca.
—¿Por qué...juegan descalzos?— preguntó Mew en voz baja a Gulf .
—Para que no se gasten las suelas. Al más pequeño,—contó Gulf— su abuela lo golpeó cuando volvió a su casa del primer día que iniciamos este proyecto. Lo golpeó por gastar las suelas de sus zapatillas jugando. Es una suerte que tengan zapatillas. Algunos deben compartirlas con sus hermanos . Un día cada uno...Por eso, desde entonces, jugamos descalzos.
—¿Jugamos...? —lo interrumpió Mew.
Y conmovido por todo lo que había visto y oído, vio como Gulf dejaba sus zapatillas a un costado y corría descalzo hacia el arco libre. Al llegar, miró a Mew y le sonrió. Mew trató de devolverle la sonrisa pero en vez de sonreír comenzó a derramar lágrimas en silencio, mientras los veía jugar en aquel frío crepúsculo otoñal...