Gulf se frotó las manos para hacerlas entrar en calor. El trabajo de los días anteriores no había resultado fácil. Nunca lo era. Pero Gulf había estado tan distraído pensando en aquella invitación de Mew que se había equivocado más veces de las que hubiera querido.
Se miró los dedos callosos. Parecían un colador. Había perdido la cuenta de todas las veces que se había clavado la larga aguja que utilizaba para coser el cuero. Y el frío le hacía doler más.
Aunque los pinchazos de las agujas no eran nada nuevo para Gulf. Invitaciones como aquella, en cambio , sí lo eran.
Gulf miró la fachada del Barrio Parque Jardín y suspiró. Aquellos altos paredones y aquellas rejas imponentes siempre lo intimidaban. Trató de calmarse, cuando vislumbró a uno de los guardias armados acercarse a una puerta más pequeña en un costado, que era la puerta de servicio.
Mew le había asegurado que lo había incluido en la lista de invitados. Con que dijera su nombre sería suficiente para que lo dejaran ingresar al complejo privado. Pero lo que había ensayado Gulf decenas de veces en su mente, se volvió humo cuando percibió la mirada despectiva del guardia de seguridad. Gulf notó que llevaba su mano derecha sobre su arma reglamentaria y sintió que el estómago se le estrujaba.
- Ey, tú, fisura, entiendo que no sepas leer...-le gritó el guardia en un tono que hizo estremecer a Gulf- Pero aquel cartel dice "propiedad privada". ¡Lo fisuras como ustedes no son bienvenidos aquí!
Gulf sentía su corazón tan acelerado que cuando intentó hablar, su taquicardia no se lo permitió. Notó nervioso como otro guardia aparecía por detrás del primero. Lo miró de arriba a abajo y dijo, con voz menos agresiva que su compañero:
- Quizás venga por la basura...
-No...- respondió el primero- Por una nueva ordenanza ya no se le entregan a los cartoneros los reciclados. La gente de aquí prefiere quemarlos antes de entregárselo a ellos. Y estoy de acuerdo ¡Mira su facha! Debe estar lleno de piojos y quién sabe cuántas enfermedades más tendrá. Y además tiene cara de ladrón...
-¿ Qué haces aquí niño?- el segundo guardia insistió, a pesar de las duras palabras de su compañero.
Gulf iba a intentar explicarse cuando notó por el rabillo del ojo que el primer guardia comenzaba a desenfundar su arma. Y, sin perder tiempo, aterrado como nunca antes lo había estado, Gulf agachó la cabeza y a pasos acelerados comenzó a alejarse de la entrada.
Estaba sintiendo ya el rostro empapado en lágrimas por el miedo, y por la ira, cuando una voz familiar detrás suyo gritó su nombre. Se dio vuelta justo a tiempo para sentir en su cuerpo tembloroso los brazos de un Mew agitado.
- Lo lamento...- susurró Mew- mientras lo abrazaba- Te prometo que esto no volverá a suceder...
"Sucederá cada día, a cada persona como yo y en cada rincón del planeta ..." , pensó Gulf aferrándose a aquel abrazo como si en ello dejara la vida.