Gulf no se veía capaz de quitar su mirada de sus propias manos. Se sentía fuera de lugar, sentado allí, a la mesa de aquella casa elegante, escrutado por los ojos fríos del padre de Mew desde que había puesto los pies en la entrada.
Gulf tomó despacio el cubierto. Temía que los nervios lo traicionaran y terminara haciendo un papelón. Pero la voz suave de Mew, sentado a su lado, lo animó:
— Come, por favor...
Gulf apenas saboreó el primer bocado de algo que no sabía ni lo que era, aunque sí intuía que era alguna delicia cara y exclusiva. Y apenas tuvo tiempo de tragar cuando oyó la fría voz del padre de Mew que le preguntaba:
—¿ Eres residente nuevo de aquí? Nunca te había visto. ¿ De cuál grupo empresarial es dueña tu familia?
—Él no vive aquí...— respondió Mew, adelantándose a Gulf.
—¿ Y de dónde conoces a mi hijo?— insistió el hombre con voz fría.
—Del fútbol...— Mew era quien volvía a responder.
—¡Claro !—dijo el padre de Mew— Juega al fútbol y por lo visto es mudo.
— No tenemos problemas con eso, ¿verdad, querido?— la voz de la madre de Mew se oía por primera vez.
— No, por supuesto...— respondió el padre sonriendo burlonamente —No tenemos problemas con los mudos que juegan al fútbol, como pasatiempo, mientras buscan un trabajo de verdad. Tendría problemas si fuera gay, por ejemplo. Pero ese no es el caso, ¿verdad grouff?
—Se llama Gulf...—la voz de Mew sonaba débil.
—Claro, Gulf, perdona, siempre he tenido problemas para retener nombres sin importancia.— dijo el padre de Mew mirando de reojo a la empleada que ahora llenaba su copa.
Gulf miró a Elizabeth y ésta le devolvió una mirada resignada. Mew también alcanzó a ver esa mirada. Y en un impulso, soltó el cubierto haciendo un ruido estruendoso.
— Elizabeth, es hora de la torta. ¿ Podrías traerla, por favor?
La empleada asintió, sonrió y se alejó hacia la cocina.
—¿Torta? ¿Y...qué celebramos?— el padre de Mew hizo una mueca de burla.
— Mi cumpleaños...— dijo Mew, el hombre parpadeó nervioso, miró a su hijo y dándole una sonrisa diplomática, la misma que usaba con sus amigos influyentes del club comentó—¡ Por supuesto! ¡Ya lo sabía! ¿Crees que tu padre podría olvidarse que hoy es tu cumpleaños? ¡Feliz cumpleaños! Más tarde, te entrego tu regalo.
Mew un suspiró, mientras Elizabeth colocaba una torta con forma de estadio de fútbol en el centro de la larga mesa.
—Mi cumpleaños fue hace una semana, padre... Pero lo celebro hoy porque recién hoy Gulf pudo venir a compartir conmigo.
Y, haciéndole una seña se puso de pie y agregó:
— La torta te quedó hermosa, Elizabeth. ¡Gracias! Comeremos en mi habitación. ¿ Podrías llevarnos allí unas porciones para Gulf y para mí?
Y sin decir nada más, tomó a Gulf del brazo y literalmente lo arrastró escaleras arriba...