-Yo...- digo entrando nuevamente a mi habitación- Lo lamento Natalie. Debo dejar de huir. Quiero enfrentar lo que sea que esté pasándome, pero no puedo hacerlo sola.- le continúo diciendo a Natalie.
Ella esboza una tímida sonrisa.
-Descuida Avril, yo te acompañaré
Me da un abrazo con todo el cariño que se puede.
-Por ahora, yo te recomendaría que duermas. Tu reunión con la directora será a las doce de la noche en su oficina, y no sé cuanto tiempo durará. Será a esa hora porque ella quiere que sea lo más privado posible. Claramente, la directora habló con un guardia que será el que te dejará salir discretamente. Descansa bien, por favor. Sé que recíen son las tres de la tarde, pero estre más duermas mejor para ti.
-Okey.
Natalie se va y yo me meto en la cama. Estos días han sido tan agotadores que no tardo en quedarme dormida.
Me despierto no se cuantas horas más tarde, veo a Raiza dormida en su cama, la lámpara de noche está encendida. Luego miro mi cabello. Es castaño, ya no es rubio. Yo no presento reacción alguna. Pero al dirigirme al baño y verme al espejo, mis ojos son completamente azules ahora. Tengo que respirar muy hondo para contener el llanto.
<<Dentro de poco tendrás respuestas. Cálmate>> me dije a mí misma.
Revisé la hora del reloj. Son las once y cincuenta, lo que quiere decir que aquel guardia no tarda en llegar por mí.
Minutos despúes, un pequeño papel entra por debajo de la puerta. Dice " ya puedes salir". Casi cuando estoy a punto de abrir el pomo de la puerta, recuerdo mis ojos y mi cabello, y asumo que el guardia solo le dierón una orden y no tiene idea de lo que ocurre, así que me pongo mis gafas oscuras y me hago un chongo para esconder mi cabello en un gorro. Luzco realmente graciosa, pero no me importa.
Salgo tratando de hacer el menor ruido posible. En cuanto el guardia me ve se nota que luzco extraña, pero finge no notarlo. Hace un gesto con la cabeza para indicarme que empieze a andar. Yo asiento.
Los pasillos están tan oscuros que me voy pegada al guardia para no caerme. En realidad sé que los pasillos no están tan oscuros, pero las gafas ocasionan que la oscuridad sea mayor.
El guardia me lleva hasta el ascensor que conduce hasta el último piso. Allí no hay habitaciones, solo un pasillo vacío. Al final una puerta. El guardia me dice que solo puede acompañarme hasta ahí, entonces me deja sola parada en la puerta, asumo que ahí es la oficina y golpeo. Me alivio al escuchar la voz de la directora indícandone que pase.
-Hola Avril- dijo ella cuando me vio.
Nunca pensé que una oficina pudiera ser tan linda, es el lugar más elegante y arreglado en el que he estado, es hermosa, y puede respirarse paz.
-Buenas noches, directora Rogers.
-Toma asiento, por favor.
-No tiene idea de lo ansiosa que estoy por respuestas. Natalie me dijo que me las daría, por favor, es lo único que quiero- traté de sonar seria pero que se note mi angustia.
-De acuerdo, Avril. Primero, quítate las gafas y el gorro, aquí no tienes nada que esconder.- ella obviamente está tranquila.
Obedezco. Aunque me aterra el recuerdo de mi nuevo aspecto. La directora sonríe como confirmando algún recuerdo.
-Muy buen, ahora, la escucho.
-Aún no. Toma esto- dijo dándome un espejo mediano- Quiero que todo el tiempo que yo te hable, te mires en ese espejo. Sé que te molesta tu nuevo aspecto, pero quiero que te mires y no te detengas ¿okay?- asentí- Ahora sí, hablaré.
Se acomodó el vestido y pareció molestarle que lo notara pues con la cabeza me indicó que volviera a mirarme.
-Bien Avril, ponte cómoda, te contaré una historia- asentí sin dejar de mirar mi reflejo-. Pues, hace un tiempo, dieciséis años para ser exacta, una mujer llamada Abigail Morris de tierra, empezó a pasar por lo mismo que estas pasando. En lo primero que ella pensó, fue en decírmelo a mí. Para mí fue muy extraño yo no sabía qué lo estaba pasando, ambas teníamos miedo, pues no entendíamos nada. Pero, poco a poco, empecé a comprenderlo; el cambio de sus ojos y su cabello, era algo diferente del tuyo. Ella nacío con cabello castaño y ojos verdes, cobró sentido cuando el color del cabello se tornó rubio y sus ojos azules, los colores de alguien de agua.
Aquellos recuerdos parecían estar perturbándola. El tono en su voz me lo indicaba, pero no quería molestarla, sus palabras eran importantes en este momento y necesitaba dejarla terminar.
-Lo único que se me ocurrió fue ver si aún sentía su elemento natal, la tierra, y es lo que haré contigo. Ven aquí. Por ahora puedes parar de mirarte.
Dejo el espejo sobre la silla en la que estaba y me acerco a la mesa en la que la directora está en frente. Hay un tazón lleno de agua. La directora me pide que la sienta. Se a que se refiere; cada distinto tiene la capacidad de sentir su elemento, es como conectarse a él, es un momento hermoso en el que el elemento y una se vuelven uno solo. Me encantaba hacerlo en casa cuando me aburría, ya que me llenaba de felicidad, me hacía sentir viva.