Los tres días restantes pasarón rápido. Estábamos alistando nuestra ropa y quise ir por una botella de agua a la cafetería. Iba mirando la hora en mi teléfono cuando choqué con alguien, con ese alguien. En cuanto mire hacia arriba para ver su cara, me arrepentí inmediatamente, ahí estaba Evan. Trató de decirme algo pero volteé su cara con mi mano y continué con mi camino. Es obvio que me siento mal alejándome de él, ya que en verdad me agrada, pero es lo correcto, es lo único que debo saber.
Compré mi botella de agua y volví a mi habitación. Terminé de alistar mi maleta y fingí acostarme a dormir.
Al llegar las once fuí con la directora Rogers.
-Buenas noches, Avril- me saludó.
-Buenas noches.
-Tengo que platicar algo contigo- dijo mirándome con expresión seria.
-¿Sobre qué?- pregunté mientras me sentaba.
-Esta mañana recordé que a pesar de que hiciste dos rituales, tu cuerpo es diferente al de los demás distintos. Así que, Abigail no fue al viaje, pero no te quiero privar a ti de ese privilegio. Pero, eso sí, tus poderes van a tener impacto en el entorno y el entorno en tus poderes. Esto porque aquí el ambiente es diferente debido a la epidemia, así que las condiciones ambientales son distintas, ¿vale?
-Entiendo, bien tendré cuidado.
-Considera que yo no tengo idea de lo que pueda ocurrir.
-De acuerdo.
Al siguiente día nos levantamos súper temprano y salimos a dividirnos por edades en autobuses que nos llevarán al aeropuerto. La verdad, es que me siento demasiado nerviosa, ya que nunca he volado en avión, ni siquiera sé como luce uno, pero Raiza si lo ha hecho y prometió que iba a ayudarme con mis nervios.
Al llegar ahí no tardamos en abordar el avión y me parece sorprendente lo cómodos y enormes que son los asientos. Aunque no evita que me sienta muerta de miedo por el simple hecho de pensar estar flotando en el aire. Me pregunto como se sentirá Julieta, ¿estará asustada como yo o estará relajada? No lo sé, pero me gustaría estar con ella.
El vuelo estuvo menos grave de lo que me imaginé au que el despegue fue lo que más me asustó.
En el momento en el que bajamos del avión, mi cuerpo se empezó a sentir bastante más pesado. Claro, no era la única que se sentía así, todos nos sentimos diferentes. Una azafata nos entregó unas pastillas para ayudarnos con aquella sencación.
Otros buses nos llevarón a nuestro hotel. El hotel quedaba en una esquina, y a pesar de ser un hotel bastante grande, estaba bien escondido. Por suerte, este era un hotel exclusivo para nosotros, los distintos, lo que significa que ninguna persona normal podría entrar. La habitación la compariría con Raizay estaba ubicada en tercer piso del hotel.
En cuanto dejamos las maletas, mos permitierón salir a conocer gente.
Yo me sentía demasiado extraña, podía escuchar cualquier mínimo soplo de aire o cualquier mínimo chapoteo de agua, estaban en todas partes. Podía sentir la perfecta condensación del agua y el aire en las nubes y me encantaba.
La gente parecía normal, solo iban por la calle hablando por teléfono o charlando con otra persona.
A Raiza se le ocurrió ir a una cafetería e intentar hablar con alguien, yo le seguí la corriente.
Pedimos un café y hablamos con dos chicas que estaban santadas solas en una mesa, resultarón ser muy agradables.
Teníamos que preguntarles como eran sus costumbres y formas de vivir. En realidad no era muy diferente a cono se vive en Balmett.
Algo así fuerón los primeros cinco días. Aunque, había algo que no me dejaba estar, era como un peso sobre los hombros. Y había tenido que cuidarme mucho porque aquí nuestro cuerpo era como un imán, claro el aire lo que hace es hacernos más pesados, pero no se notaba, en cambio, en cualquier momento mi cuerpo atraía agua.
La quinta noche ocurrió algo extraño. Tenía muchas pesadillas, no muy claras, lo único que podía distinguir era destrucción. Me desperté a las dos a.m envuelta en la desesperación y decidí salír del hotel, sentía que alguien me seguía.
No sé porque, pero empezé a llorar, y en ese mismo instante empezó a llover. Tal vez, ese era el efecto al que se refería la directora que tenía en el ambiente.
Al escuchar un tras de mí, note quién era el que me seguía, era Evan. En el momento en que lo ví, salí a correr.
No tardó en alcanzarme, ya que es bastante más rápido que yo. La lluvia ahora era más fuerte. No estaba segura de si eso lo provocaba yo o era mera coincidencia, pero parecía que si era yo. La lluvia nos caía encima pero a Evan no parecía importarle, tenía algo que decirme.
-¿A qué le temes, Avril?- recitó como en mi sueño.
-Yo...- traté de apartar la mirada para no verlo a los ojos.
-¿Qué Avril? Oye, no sé que nos depare el destino pero quiero estar contigo. Al menos dime que es lo que te detiene.
-Es que...- preferí ser honesta- ¡Es que odio sentir esto! ¡Odio sentir como mi corazón se acelera cuando te veo!- aquel comentario me había dado algo de vergüenza, pero me he un enorme peso de encima.
-Avril...- dijo él posando su mano en mi rostro.
-Lo lamento.
Tras decir eso, él alzo mi barbilla y posó sus labios en los míos. Había estado deseando este momento desde hacía mucho pero jamás me imaginé como sería, tampocó imaginé lo bien que se sintiría.
Poco a poco la lluvia disminuyó. Evany yo no queríamos separarnos. Estabamos en un lugar donde ambos nos sentíamos realmente a gusto, y jamás había tenido una sensación tan linda como esta.
Al acabar el beso, ninguno de los dos pudo evitar reírse, no porque nos diera risa claro está, sino porque sentíamos una alegría demasiado grande que simplemente no podía ser contenida. Habíamos esperado tanto este momento que casi parecía que nunca iba a llegar. Pero llegó, y era algo que no tenía explicasión, creo yo, que era tan simple como el verdadero amor encontrándose por fin.