Instituto de Elementos

Capítulo 30

No podía respitar. Quería tirarme al suelo y llorar. Pero una vez más quedé paralizada viendo aquella escena. Ahí estaba Evan, en medio de un beso con Ava, una de mis compañeras de la zona de preparación. En cuanto me vio, acabó con el beso, que tuviera el coraje para mirarme a los ojos me hizo empezar a llorar.

 

-Avril, ne es lo que crees- me logró decir antes de que saliera corriendo.

 

Corrí por los pasillos que llevaban a mi habitación, tomé el camino largo para no tener que pasar por el vestíbulo y que todos vieran y pensaran sobre me dolor, no lo soportaría.

 

En cuanto entré en la habitación, cerré con llave la puerta por si Evan me seguía. Acto seguido me arrojé sobre mi cama y empecé a llorar como nunca, repito ¡Nunca!, había llorado en mi vida. Todo dentro de mí estaba completa y absolutamente destruido, destrozado. Mi corazón no lo podía soportar.

 

No entendí que fue lo que hice, pero un tornado comenzó a formarse alrededor de mí, que hizo que lloviera sobre mí. Mi dolor estaba ocasionando todo esto. Un sentimiento tan fuerte y poderoso hizo que todo lo que hice hoy no valiera la pena, pues mi segundo elemento había vuelto a despertar y estaba reaccionando, no solo, pues el agua también actuaba. Pronto mi habitación se convirtió en un huracán, no sólo de aire y agua, sino también de dolor.

 

Desperté al siguiiente día llena de cólera. El huracán aún estaba aquí pero ya no era tan fuerte. Me puse en pie, pero no duré mucho. Mis piernas estaban débiles y me caí de rodillas al suelo. Era insoportable. ¿Qué hce yo para merecer esto? Confíe en él, confíe en su amor, confíe en el amor que yo sentía por él, y todo eso me había decepcionado. El solo recordar aquella escena era una fuerte puntada en mi corazón, ahora roto.

 

No pude irme, ni siquiera moverme, me estaba consumiendo. Ya ni siquiera me salían lágrimas de mis ojos, solo el alarido de mi dolor.

 

Sabía que iba a ser un día díficil, no quería salír de la cama. Hoy haría esa estupida prueba para encontrarme, así que los pasillos debían estar vacíos. No iba a ir. No quiero y no lo haré. Si me descubren, ¡pues al diablo!, en mi vida ya nada tiene sentido.

 

Debía comer o tomar algo si no quería morir en mi cama, aunque en ese momento no sonaba tan mal, liberarme de todo, de la traición, de la cólera, del sufrimiento... Debería pensarlo. Estaba dispuesta a ir por aunque fuese una botella de agua, pero, al abrir la puerta, Evan estaba en posición fetal con la cabeza entre las piernas justo al lado de la puerta. Cuando me vio se puso de pie de golpe.

 

-¿Qué rayos haces tu aquí?- pregunté enfadada pero con la voz entrecortada.

 

-Yo...- trató de decir. Noté en sus ojos que había estado llorando, claramente no tanto como yo. ¿Tenía el maldito descaro de llorar por algo que él hizo?

 

-No, no me respondas.

 

-Avril...

 

-Vete.

 

-¿Qué?

 

-No lo vay a repetir.

 

-Déjame que te explique- la gota a colmado el vaso.

 

-¡¿Cómo puede venir aquí a mi puerta después de haberte besado con una de mis compañeras, después de que prácticamente te entregué mi corazón, a pedirme que te deje explicar?!- pude ver que mis palabras le dolían, pero esa era claramente mi intención. Una ráfaga de viento empezó a recorrer el pasillo, cada vez más fuerte.

 

-Avril, por favor...

 

-¡Cállate! ¡Cállate de una maldita vez! ¡¿No crees que ya hiciste suficiente daño?! ¡Lo único que te estoy pidiendo, es que te vayas, maldición!- le grité con lágrimas en los ojos.

 

Se rindió. Las lágimas también salierón de sus ojos, dió media vuelta y se marchó. Espero haberle hecho sentir aunque sea la mitad del dolor del que él me hizo sentir a mí. Rápidamente el viento se detuvo y cerre la puerta con un portazo. Me volví a hechar en mi cama y me quedé dormida.

 

Cuando desperté, ya no me encontraba en mi habitación, estaba en la de la directora. ¿Como llegué aquí? La directora estaba leyendo el periódico en una silla. Al verme despertar, dobló el periódico y lo puso sobre la mesita, se aproximó a mí.

 

-¿Qué hago aquí?- pregunté adormilada.

 

-Yo te traje aquí. No fuiste a la prueba.

 

-Si iba me descubrirían.

 

-¿No hiciste lo que te dije?

 

-Claro que lo hice, pero...- las lágrimas volvierón.

 

-¿Qué ocurre?- preguntó preocupada.

 

-Yo... Lo que hice fue en vano, mi otro poder reaccionó ante... Ante el dolor- sollocé.

 

-Oh Avril- me rodea con sus brazos-, ¿quieres contármelo?

 

-La verdad es que no- sequé mis lágrimas.

 

-Está bien. Pero, déjame decirte que en la vida todo tiene solución, ¿okay? Y oye, tranquila, él o lo que te haya causado el dolor, no merece la pena de que sufras.

 

-Si.

 

-Bien, si quieres ya te puede ir.

 

-Gracias.

 

-Oh Avril. Piensa en lo que te dije.

 

-Lo haré.

 

Salí, y me fuí a la habitación. Raiza aún no llegaba. El hecho de que mi interior estuviera destrozado, pero no significaba que mi exterior también lo estuviera. Me arreglé lo más que pude y salí a dar una vuelta por el hotel. Si tenía suerte tal vez me encontraba a Eva besandose con Ava de nuevo o incluso a Raiza (sarcasmo). Me senté en el vestíbulo a leer, eso me distraería por un rato.

 

Raiza llegó un tiempo después, me fulminó con la mirada y se acercó a mí, me tomó del brazo y me dijo:

 

-Hay algo que debes saber.

 

Después comenzó a halarme por todo el hotel en busca de más personas: Matthew y Evan. A todos nos dijo lao mismo: "hay algo que debes saber". Cuando nos tuvo a los tres, nos llevó a un lugar privado. Había tensión entre Evan y yo, pero si Raiza nos necesitaba a los tres sería algo importante, así que tuve que resistir.



#1145 en Fantasía

En el texto hay: instituto, romance, poderes

Editado: 08.06.2021

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