Instrucciones para restablecer el Destino

110 | Bienvenida

El día sábado, 22 de junio de 2019, en el Boston General Hospital, nace por cesárea baby Abril K.R. Cuarta hija de Jordan K., agregado cultural norteamericano asentado en la ciudad Capital y segunda hija de su esposa, Brenda.

A diferencia del nombre de Nathaniel, que puede ser pronunciado de distinta forma en español e inglés, Abril presenta tan solo una pronunciación posible: tal como se lee en castellano.

La bebé pesa 6.7 libras y mide 48 centímetros. Su cabello es negro como la obsidiana y su piel blanquísima recuerda a una minúscula Blancanieves de melena crespa. Jordan respira tranquilo, por fin, al percatarse, con el paso de los días, de que el parecido de su hija con él es innegable. Ahora sí puede abrazarla sin reparos y hacer los trámites respectivos para la creación de su fideicomiso.

Al retorno de su licencia de paternidad, Jordan se percató de que había recibido un correo electrónico de felicitación por parte de Gaby a su dirección oficial de la embajada. A Jordan le saltó el corazón cuando vio el nombre completo de su former mistress en la bandeja de entrada. Por un segundo, imaginó que el mensaje en cuestión tendría otro propósito. Pues bien, no era así. Respondió con un escueto muchas gracias y lo envió enseguida, tras lamentar profundamente la tardía respuesta. Acto seguido escribió otro correo, en el que le preguntaba cómo está y en el que le deseaba que se encontrara bien. A punto de enviarlo, decidió guardarlo como borrador y se marchó a comer. Al regresar, envió el correo en un acto de improvisada valentía.

 Jamás obtuvo respuesta. En consecuencia, Jordan catalogó a Gaby como spam, a partir de entonces. En aquella y todas sus direcciones de correo.

A Brenda no le sienta muy bien la maternidad. Ha desarrollado anemia y come poco. Tampoco tiene leche materna. La bebé debe ser alimentada con fórmula y requiere de una niñera. Buscarán con urgencia a doña Fanny, quien ayudó a criar a Nathaniel. Ella nunca contestará.

Brenda espera todos los días algún mensaje de Rui para felicitarla. Son amigos en las redes sociales, todavía, pero han dejado se seguirse o, al menos, es lo que supone ella que ocurre por parte de él.

Nunca recibió nada de él. Este hecho la entristece, pero tampoco le sorprende. Aun así, no deja de revisar, de cuando en cuando, y cada día con menor compulsividad que el anterior, las redes sociales en su teléfono móvil.

Nathaniel acoge a Abril en sus brazos como si fuera su propia hija. Ha visto tutoriales en YouTube sobre cómo bañarla y cambiarle el pañal. No es que tenga serias intenciones de hacerlo, pero se prepara en caso de cualquier eventualidad. Se trata, quizás, de lo poco que su madre le ha podido legar, producto de sus interminables charlas sobre equidad de género.

La bebé echó a perder su camisa Givenchy cuando se vomitó sobre ella. A Nathaniel este hecho le hizo mucha gracia. En situaciones normales, le habría valido un cabreo que hubiera durado varios días hasta poder reemplazar la prenda de vestir por otra de igual o mayor valor. A partir de entonces, prefiere llevar consigo una toalla sobre la que acomodar a su hermana en su pecho o en su hombro.

–Espero que hagas por ella lo que nunca hiciste por mí –le dijo Nathaniel a Jordan, un día, mientras este solicitaba a Abril de las manos de su hijo.

Jay asintió con la cabeza, y sonrió a medias. No se sintió capaz de decir nada.

Él, por otra parte, está acostumbrado a que los bebés le devuelvan su alimento –procesado o no–, encima. Cuida de no usar ropa de diseñador cuando de alimentar, bañar o hacer dormir a su hija se trata. Ya tiene experiencia previa con Daniel y Rick. Para él, el cuidado es pan comido, siempre y cuando la madre se encargue de calmarla mientras llora. Jay considera que ese es un trato bastante justo. Brenda no está de acuerdo. Se lo hace saber. Ahora Jordan tiene que hacerse cargo de Abril incluso cuando el llanto es insoportable.

En especial durante esos momentos.

La niña crece y engorda. Sus rizos oscuros se parecen a los de su madre. Ha heredado la perfección áurea del rostro de su padre y hermano. La sonrisa de Brenda impregnada en ella se hace ver cada tanto, porque parece bastante risueña, aunque su madre no lo sea.

Ya de regreso en La Capital y con Nath en Harvard, la bebé se instala en la que fuera la habitación de huéspedes y que fue adecuada para transformarse en su recámara.

Brenda reconoce, en silencio, que tal vez aquella fue la única razón de peso para permitir que Jordan se mudara de nuevo junto a ella. Pero, a veces, intenta convencerse de que no, de que en realidad lo ama y que lo ha perdonado. Lo primero sin duda es cierto, lo segundo, por otro lado, resulta demasiado ambicioso hasta para verbalizarlo.

Jordan, por otra parte, se levanta en las madrugadas para revisar, de cuando en cuando y con un espejito de mano, si su hija respira, si no se ha ahogado con las cobijas. A veces, en su torpeza, la ha despertado, pero se ha encargado pronto de dormirla de nuevo. En ocasiones, cuando no puede dormir, se sienta al pie de la cuna y la observa dormir. No es tan común que Abril despierte en medio de esta acción, pero cuando lo hace, abre bien sus ojazos negros para intentar reconocer a su padre, por la blancura de su piel y su sonrisa. Ella también ríe un tanto y se duerme de nuevo.




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