¿Le parece, doctora, que soy un caso perdido? A mi esposa, sí. Todos los hombres somos, de hecho, un caso perdido hasta que se demuestre lo contrario a los ojos de ella. Brenda me lo ha dicho más de una vez. Y, pues, bueno. Hace décadas que yo me encasillé en esa denominación para nunca más volver.
Si es que existe un punto de retorno en todo aquello.
Nuestra bebé de meses ya balbucea y conversa en su lenguaje ininteligible, y se ríe de nosotros y con nosotros. Y yo no podría ser más feliz. Bueno, sí podría, en realidad, si tan solo mi nena grande me perdonara, como lo ha hecho la pequeña. Pero eso tal vez no pase, quién sabe. A veces estamos bien, otras, no tanto. Es como si Brenda se hubiera ido para siempre de viaje por un largo tiempo, y ahora que ha regresado, pues, no sé, ya no es la misma.
Cambió para siempre.
I know it’s my fault, too, doc. Entiendo que tengo una gran parte de la responsabilidad y que estoy dispuesto a cargar con las consecuencias de mis acciones. Miento. No estoy nada dispuesto ¿Lo ve?, veintidós años después no he podido, todavía, restablecer mi Destino con la mujer que amo. Y entiendo que es injusto haber depositado mis esperanzas sobre la bebé. Pero, es que nunca tuve otra opción. Mi pequeñita me salvó de la destitución definitiva de mi lugar en esa familia.
Al menos, por ahora.
¿Abril? I know. Comencé con ella con el pie izquierdo. En cuanto Brenda nos confesó que estaba embarazada, lo primero que pensé fue que se trató de Rui. Que fue él quien… pues eso. Me alegré por la noticia como por reflejo, sí, pero por un par de segundos, y luego, lo que usted vio (lo del abrazo, lo de las lágrimas incluso), no fue más que un teatro ejecutado en vano para no empeorar las cosas. He estado bastante angustiado estos meses, pensando en que tal vez, y solo tal vez se me iba a virar la tortilla en cualquier momento, como se dice por acá.
Ni siquiera tuve paz el día en que nació. Newborn babies are so… bah, todos son iguales y feos. No había manera de saber de quién era hija. Por eso dejé que fuera Brenda quien le pusiera el nombre. Yo ni le metí cabeza. Fingir todo este tiempo ilusión por algo que no sabes que es tuyo. No sé. Soy un miserable. Pero no quería lastimarla.
¿Qué hubiera pasado si Abril no hubiese sido hija mía? No tengo la menor idea. Supongo que, igual, me habría hecho cargo de ella. Who knows, tal vez hubiera salido a la luz una parte de mi humanidad que ni siquiera sabía que tenía. Tal vez hasta la hubiera querido, adoptado como mía e inscrito en el Registro Civil con mi apellido para que Rui jamás se enterase de su malograda paternidad.
Era lo que correspondía para saldar cuentas con mi Brendy, por embarcarla en una aventura de poliamor que nunca le sentó bien a ella. Habría tenido que aguantar los comentarios de la gente al notar ningún parecido de ella conmigo y portarme estoico, mirar hacia otro lado. A veces ese tipo de operaciones se me da bien, quién sabe.
Me hubiera gustado decir que he logrado con usted la ayuda que necesitaba. Que he podido resolver, en parte, mis problemas. No no, it’s not your fault, obviously. Es solo que me encantaría irme de aquí con alguna ligera sensación de logro que no acabo de hallar.
Esta es nuestra última sesión. Le he contado todo lo que he tenido que contarle. Usted me conoce más que yo mismo. A nadie le he relatado mi vida, ni jamás he hecho de mi existencia una historia. Esta es la primera vez. Sé que la documenta y supongo que, tal vez, se convierta en un estudio de caso para su cátedra. Quién sabe, tiene mi autorización para todo, excepto para revelar mi nombre. Si mi experiencia les sirve a otras parejas para evitar las equivocaciones sistemáticas que yo he cometido con mi esposa y sin ella, en buena hora.
Y, si no, pues, también.
¿Usted cree que Brenda logre, eventualmente, perdonarme? Dormimos en la misma cama, abrazados, a veces. Incluso, hasta hemos hecho el amor. Y ha sido hermoso. Ya no como antes, con desesperación y violencia y, sobre todo, con miedo. Esa terna de sentimientos ha desaparecido. Bueno, el miedo es perenne. Durará quién sabe por cuánto. El miedo de perderla o, mejor dicho, el de no hallarla nunca más. Porque la he perdido, ¿sabe? La perdí en 2018, y no la encuentro desde entonces.
No tengo la más leve idea de lo que haré a partir de hoy sin usted. It’s embarrasing, don’t you think?, un tipo de cuarenta y tantos sin confidentes. Sin amigos a quienes contarles mis desgracias. Con poder, con dinero, pero solo. Con una esposa que desconfía hasta de mi sombra y un hijo que me desprecia. ¿A dónde he encaminado mi vida, doctora?, ¿qué he hecho todos estos años fuera de mi trabajo, que cada día se me antoja más monótono y predecible? ¿Qué le hice a mi esposa, a mi amada esposa?, ¿por qué no puedo acceder más a ella?
Sí, Abril se parece mucho a mí. No sé por qué me ocurre esto con los hijos que tienen a Brenda como madre. Mi genética domina frente a la de ella. Incluso en ese aspecto tengo las de ganar. ¿Por qué, entonces, me siento como un completo loser a sus ojos? ¿Por qué siento que no he ganado nada con mi renovada paternidad?
Sí, estoy consciente de que me estoy volviendo dependiente de la terapia, de que la espero con impaciencia. Usted ha decidido cortarme, yo no. Es curioso, hasta mi psicóloga decide que ha tenido suficiente de mí. Es como un presagio de lo que se viene. No sé.