Las tres nos detuvimos frente a la vitrina de logros del instituto, fijándonos en un extravagante cartel que había aparecido pegado allí de la nada.
—¿Te atreves a ser la nueva Greta Gerwig de Haldenport? Inscríbete en nuestra convocatoria de guiones para la obra teatral de este año, ¡Y demuestra el talento que llevas dentro! —leyó Dionne en voz alta, enroscándose en el dedo uno de sus mechones rojos y ladeando la cabeza.
—¡Sí! —celebré, porque no había nada que me emocionara más en el año que la preparación de la obra teatral.
Cada guion que escribía para la escuela, pese a parecer insignificante para muchos, me permitía desarrollar mis habilidades como guionista y explorar todo lo que podía llegar a crear.
—No entiendo por qué la profesora Kim pierde el tiempo haciendo convocatorias. Ella sabe que tú eres la única que participa —comentó Dionne de nuevo, negando con la cabeza.
—Nunca se sabe qué talentos nuevos pueda haber este año —contesté, intentando darle algo de sentido.
—Esta mujer necesita actualizarse. No es posible que, en estos días, las personas sigan prefiriendo carteles antes que el uso de herramientas tecnológicas y de mayor alcance —secundó Victoria, tomando uno que se había despegado.
Lo arrugó y lo arrojó al cesto de basura.
—No todos se enloquecen por el internet, Vicky —mencioné, retomando el recorrido hacia el salón de Arte.
Al llegar, el profesor Lincoln se encontraba sentado en su escritorio, repasando uno de sus tantos libros de psicología que, para ser sincera, no le servían para nada. Él no podía deshacerse de su carácter irritable, ni de su poca paciencia, ni de su perfeccionismo extremo, ni de…
—Señorita Bowers, ¿Piensa quedarse custodiando la entrada toda la mañana? —me preguntó el hombre poniendo su mirada oscura sobre mí.
Victoria y Dionne ya estaban en sus lugares, ignorando por completo el hecho de que me quedé atrás. Qué poca consideración fraternal de su parte.
Sonreí con vergüenza, sentándome atrás de ellas. En clase de Arte solía hacer equipo con Shane, porque sus manos no coordinaban por más que lo intentara, y yo me encargaba de socorrerlo, correspondiendo lo que hacía por mí en otras asignaturas.
Puse mi morral sobre el largo mesón de madera y Shane no tardó mucho en llegar. Tuvo reunión con el equipo de fútbol, así que se salvó de ver la clase anterior.
—Hola, Sweetie —saludó, despeinándome el cabello—. Al parecer esta tarde serán las pruebas para reclutar al nuevo miembro del equipo —comentó, dejando su mochila junto a la mía.
—Qué bien —me limité a decir y la siguiente en cruzar la puerta fue Tammie, seguida de Margot y Marianne que ya no se le despegaban ni un minuto.
—Es tan hermosa —pronunció Shane entre un suspiro, viéndola sin disimulo—. ¿Puedes creer que exista una chica tan hermosa como ella? Su belleza es irreal.
Fruncí el ceño, sin creer todavía que estuviera tan atontado por ella.
—Shane, has salido con muchas chicas antes y ninguna ha sido fea. ¿Qué tiene Tammie de diferente? —inquirí, apoyando mi brazo sobre la mesa y mirándolo.
Él lo pensó por un momento y cuando tuvo la intención de hablar, lo interrumpí.
—Olvídalo, no quiero saberlo.
Sabía que comenzaría a nombrarme un montón de adjetivos que apuntarían a su deslumbrante belleza e inteligencia y darle cuerda solo provocaría que me martillara la cabeza durante toda la clase hablando de Tammie.
—Buenos días para todos. —Lincoln se levantó de su lugar, posicionándose en el centro—. Como veo que hay rostros nuevos por aquí, voy a dar una breve explicación sobre lo que espero de ustedes este ciclo y en qué trabajaremos.
—Espera que esculpamos su rostro con los dedos de los pies —me susurró Shane, haciendo un gesto de desagrado.
—Mi nombre es Lincoln y todos saben que lo que más espero de ustedes es excelencia y pasión por lo que hacen —continuó diciendo el profesor, paseándose entre las mesas con las manos entrelazadas tras su espalda—. Aunque tengan que realizar algo que no les guste, háganlo como si fuera lo que ustedes más aman y podrán acercarse a la perfección.
Todos guardaron silencio y me quedé meditando su frase. Nunca lo había pensado de esa forma, pero le encontraba sentido. Si haces algo obligado y con mala actitud, los resultados serán siempre negativos.
»En este ciclo, trabajaremos modelado con arcilla y, para su trabajo final, presentarán una escultura inspirada en alguien importante en su vida y en la emoción que más caracteriza a esa persona. Si no son capaces de transmitir algo genuino, su calificación reflejará exactamente eso: nada —concluyó, regresando a su escritorio.
Yo sonreí porque todo lo que tuviera que ver con Arte se me daba más que bien, por su parte, Shane se mostró aterrado.
—¿Se supone que estamos en Arte o detención?
Entorné los ojos, negando con la cabeza.
—El material está en la mesa del fondo; mantengan el área de trabajo limpia y las herramientas en buen estado. La arcilla no es un juguete, y si alguno la estropea, lo pondré a despegar las gomas de mascar pegadas bajo las gradas de la cancha de soccer… y sé de buena fuente que son muchas.
—¡Noo! —gritó Shane con dramatismo y el pánico se asomaba en su mirada—. Ya lo hice una vez y no estoy dispuesto a repetirlo.
Todos rieron al escucharlo y yo me cubrí el rostro sintiendo pena ajena.
—Joven Wayland, mantenga en buen estado la arcilla y no lo haré vivir su indeseada pesadilla —respondió burlón Lincoln.
Fui a tomar nuestra caja de arcilla y cuando regresé, Shane lucía tan aburrido como un mono enjaulado. Dejé todo el material sobre la mesa y Lincoln empezó a indicarnos todo lo que teníamos que saber antes de usar la arcilla. Cuando la explicación terminó, mi querido amigo parecía aún más confundido que al inicio.
Aparté mi porción de arcilla entre las manos y me relajé al sentir su textura blanda y fresca. Me concentré en moldearla hasta que finalmente fue tomando forma de algo reconocible. Después de unos minutos, el hocico y las orejas redondeadas ya estaban listos.