—No puedo creer que te estés haciendo todo esto por él —comentó Shane con inconformidad desde la puerta de mi habitación.
Victoria —quien se aplicaba brillo labial— giró la cabeza tan rápido que me recordó a las poseídas de las películas del exorcista.
—¿Sí captas de quién estás hablando, Shane? ¡Lexter Reed! ¡El hombre más guapo de la escuela y, podría decir incluso, de la ciudad entera! —mi amiga respondió por mí y una sonrisa se implantó en mi rostro.
Terminé de aplicarme mascara de pestañas y Dionne salió del baño, con su look finalmente completo y fijándose en la aparición del chico.
—Mentirosas, el más lindo de la ciudad es Shane —contrarió Bridget, apartando el espejo que tapaba su rostro y exhibiendo su colorida sombra de ojos.
Según ella estábamos jugando a maquillarnos como chicas grandes.
—Por favor, Shane, no seas exagerado. Simplemente me estoy maquillando para verme linda, ¿Qué problema tiene eso? —tomé la palabra, entornando los ojos y dándome un último vistazo en el espejo.
—Tú no necesitas maquillaje para verte linda. Ese cabello rojo ya te pone por encima del promedio —contestó e instintivamente me acaricié un mechón, cuyo color debía atribuirle a mamá.
Sentí lindo que me reafirmara que, de manera natural, ya era bella.
—Pero tú eres mi mejor amigo, es obvio que dirás que soy linda —pronuncié con suavidad.
—Por supuesto que no, si fueras fea créeme que no te engañaría. Una parte importante de la amistad es decir la verdad ante toda circunstancia, aunque duela —rebatió, encogiéndose de hombros.
—No, Keiry tiene razón. El hecho de que sean mejores amigos evita que la puedas ver como mujer, así que tu opinión no cuenta —terció Dionne, antes de tomarse una selfie sobre mi destendida cama.
—¿Y quién dice que no puedo verla como mujer? Soy hombre, es imposible que no pueda apreciar lo bella que es —siguió discutiendo él y sus ojos se enfocaron en mí por un segundo.
Sus palabras consiguieron que Victoria y Dionne comenzaran a chiflar, como si hubieran sido testigos de una declaración de amor.
Tragué saliva con torpeza y mis labios se entreabrieron ligeramente.
—¡Dios! ¿Ya vieron la nueva foto que subió Jonas en su estado de Instagram? —Dionne desvió el tema de conversación, dejándose caer sobre la colcha y cubriéndose el rostro con una almohada.
Empezó a dar pataditas y gritos de emoción.
—Y por eso no me junto solo con mujeres —señaló Shane, negando con la cabeza y retirándose.
Liberé el aire de mis pulmones que, sin pretenderlo, estaba conteniendo y volví a respirar con normalidad.
—No, Dionne... ¿Será porque por ley de chicas no seguimos al crush de nuestra mejor amiga? —argumentó Victoria, apartándose del tocador y buscando su bolso.
Dionne recuperó su compostura y se levantó de la cama, imitando la acción de su hermana.
—¿Ya no jugaremos más? —preguntó Bridget, formando un puchero que me apretó el corazón.
Mi niña era la más adorable.
—Mi amor, claro que sí jugaremos, pero otro día. Te lo prometo —le hablé, acogiéndola entre mis brazos y besándole la cabeza—. No te duermas tarde esperándome.
Ella aceptó y las chicas también se acercaron para abrazarla.
—Adiós, pequeña Bowers —dijo Dionne y las tres salimos de la recamara.
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Como era de esperarse, Shane le pidió a Jaden que nos trajera a la fiesta para él recoger a Tammie, y desde que llegamos a la casa de Kelsey, parecía su perrito faldero.
Nosotras, al contrario, llevábamos una hora sentadas en un sofá desgastado, tomando el trago menos fuerte de la noche: Cerveza; y esperando que la verdadera diversión comenzara.
—Hola, preciosas —saludó el grandulón de Kelsey, echándose hacia atrás su cabellera rubia de manera coqueta. Lexter, Jonas y Jaden lo acompañaban.
—Vamos a hacer el juego de la botella, ¿Quieren participar? —secundó Jonas y pese a que su pregunta fue general, sus ojos se detuvieron exclusivamente en Dionne.
Dionne abrió la boca, la cerró y la volvió a abrir. Intentó cruzarse de piernas de forma natural, pero terminó cayendo al suelo.
¡No, pobre Dionne! Estar cerca de Jonas no le permitía mostrar su verdadero yo, y me parecía una lástima, porque si Jonas la conociera como nosotras, ya serían novios.
—Por favor, Dionne, no me hagas pasar vergüenzas —intervino Jaden, cubriéndose el rostro y bajando la cabeza.
Victoria y yo le enseñamos el dedo medio y cuando íbamos a ayudar a poner de pie a nuestra chica, Jonas nos tomó ventaja.
—¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —consultó con voz dulce, agachándose y brindándole la mano.
Victoria y yo nos miramos emocionadas.
Dionne asintió todavía sin hablar, se levantó aceptando la ayuda de Jonas y él le acarició el hombro.
—Volviendo a tu pregunta, Jonas... ¡pero claro que jugamos! Estaba esperando que esta fiesta se animara —contesté con euforia y "Charm de Rema" comenzó a sonar, provocando que bailara al ritmo de la música.
Amaba esa canción.
—¿Y dónde dejaste a tu celoso guardaespaldas, Keiry? —preguntó Lexter, abordándome.
Imaginaba que se refería a Shane.
—Shane no es mi guardaespaldas y mucho menos celoso —intenté desmentirlo, aun cuando mi mejor amigo demostró todo lo contrario el día que me besó frente a él.
—Bueno, eso no es lo que parece. No puedo ni mirarte sin que él intervenga —indicó con disgusto, y sus cejas se arrugaron.
—Los hermanos son así, sobreprotectores.
—Pero Shane no es tu hermano —me corrigió, y cuando nos estábamos acercando al grupo de todos los que participarían en el juego, noté que Shane acariciaba el cabello de Tammie con una ternura que parecía desconectarlo del mundo.
—Entonces puedes mirarme, invitarme a salir o besarme, y simplemente ignorarlo —contesté sin siquiera pensarlo.
Algo que no podía explicar me llevó a hablarle a Lexter de esa manera tan descarada, en la que, en otra ocasión, no hubiera podido.