Instructivo para (des)enamorarme de ti

Capítulo 10: La inauguración

Recibí un mensaje de mamá, en el cual retomaba su hábito de enviarme consejos “motivacionales”, que más que motivarme, me causaban gracia.

— “Keiry, el que madruga… tiene más horas para quejarse en el día, pero igual levántate mi amor. Roma no se construyó sola… o como sea que dijera el dicho” —leí el texto que estaba acompañado de muchos solecitos y un emoji de carita relajada.

No pude aguantar la risa, sobre todo por la parte final. Dios, esta mujer necesitaba: primero, aprender a aconsejar y, segundo, saberse bien los dichos antes de decirlos.

—Mamá, se dice “Roma no se construyó en un día” —hablé a través del micrófono del celular—. De todas maneras, entiendo tu punto, gracias. Espero que tengas un buen día mamá —concluí, enviando la nota de voz.

Guardé el celular en mi morral y salí de la habitación. Lo primero que vi fue a Bridget corriendo por el pasillo, con su uniforme puesto, pero sin zapatos y con su cabello hecho un nido de pájaros. Papá corría tras de ella con el cepillo de peinar en la mano.

—¡Bridget, no seas mala con papá! —suplicó el señor Benjamin, intentando alcanzarla.

Ella rio maliciosamente, descendiendo por las escaleras. Negué con la cabeza y Shane y Amir salieron de su habitación, listos para irnos al instituto.

—En serio, dime qué te gustaría de regalo de cumpleaños —escuché que consultaba Amir.

—Buenos días, chicos —los saludé cuando llegaron a mi lado.

Shane me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Amir, al contrario, me la apretujó.

—Auch —me quejé, llevándome la mano al pómulo.

—No sé, Amir, cualquier cosa estará bien. No te preocupes por eso —respondió Shane con simpleza, adelantándose.

—No finjas, Shane. Sabes que tu día favorito es tu cumpleaños porque dices que todos te dan regalos —intervine, alcanzándolo y poniendo mi mano en su hombro.

—Justamente por eso le pregunto qué quiere, pero él insiste en dárselas de modesto —secundó su hermano, antes de lanzar un bostezo.

Shane estiró sus brazos, pasándolos alrededor de nuestras espaldas y obligándonos a acercarnos.

—Sorpréndanme —susurró, y luego nos echó a un lado.

Cuando llegamos a la sala, finalmente Bridget estaba sentada en el comedor, con su cabello atado en una coleta. Papá y el tío Oliver desayunaban su predilecto plato de cereales y los nuestros también estaban servidos.

—Chicos, hoy Tess inaugurará su consultorio y me dijo que le encantaría que pudiéramos acompañarla esta tarde. Habrá comida, bebidas y música en vivo —anunció papá, apenas nos sentamos.

—¿Música en vivo? —pregunté, pensando en que debía tener mucho presupuesto para eso.

—Sí, Tammie cantará —se adelantó en responder Amir. Shane y yo lo miramos confundidos—. Lo sé porque el fin de semana trabajamos juntos en la sesión de fotos. Los dos seremos el rostro de la nueva campaña de trajes de baño de la boutique de Emil.

—¿Es modelo, influencer y además canta? Wow —comentó tío Oliver, arqueando las cejas.

Entorné los ojos porque al parecer todos comenzaban a caer en el efecto Tammie.

—Sí, es una joven muy talentosa. Tess dijo que, además, es poliglota. Ama aprender idiomas, sabe francés, alemán, japonés, español… —prosiguió papá, enumerando su gran lista de cualidades.

Shane sacó su celular y empezó a escribir.

—Poliglota y cantar, anotado —señaló, sin despegar la mirada del móvil.

—Bueno, si ya terminaron de hablar de las perfectas vecinas, ¿Podríamos ir a la escuela? No quiero llegar tarde a clase con Lincoln —solicité, y sin darles tiempo de responder, me puse de pie.

—¿Pero entonces sí irán? —fue lo último que dijo papá, antes de que abandonara la sala, ignorándolo a él, y a todos.

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—No puedo creer que esté haciendo esto —mencioné con hastío, mirándome por enésima vez en el espejo de la habitación de Tammie.

—Te ves adorable, Kei —me aduló ella, posicionándose a mi lado.

Claro, lo decía ella, la que llevaba un corset negro despampanante, una falda blanca de cuero y botas hasta la rodilla. Mientras yo usaba una camiseta gigante con el nombre y el logo del nuevo consultorio de su hermana, y un gorro de mago porque, según ella, lograba hechizos de reconciliación sin varita… pero con mucha paciencia.

Qué eslogan tan ridículo.

—Claro que sí, serás la mejor promotora de marca esta tarde —continuó Shane, quien para nada me había ayudado a escabullirme de esta situación.

Lo miré de mala gana, sin poder entender por qué, precisamente, yo tenía que ser el chivo expiatorio para que él y mi padre ejecutaran sus conquistas.

Él le susurró algo a Tammie y ambos rieron. Entonces, como una señal del cielo, una idea se instauró en mi mente.

—¿Sabes, Tammie? Creo que, si quieren convencer de verdad a las personas para que vengan a este consultorio, Shane debe promover la marca conmigo —planteé, tomándola del brazo y guiándola hacia el guardarropa de donde había sacado mi espantoso atuendo.

—¿En serio? —cuestionó ella, meditando mi propuesta.

Shane se metió en medio de las dos.

—No, Keiry lo hará exc…

No permití que terminara su frase.

—¡No lo dudes, Tammie! En este vecindario todos adoran a Shane, en especial las señoras, y si él se viste como yo y les brinda toda la información sobre el servicio que ofrece tu hermana, sin duda vendrán aquí, aun cuando ya estén divorciadas… o tengan a sus esposos en el más allá. —Asentí con la cabeza, comenzando a sacar la otra camiseta del closet.

—¡Sí! Kei tiene razón —accedió la chica, tomando otro sombrero de mago y entregándoselo a Shane.

—Pero… —sabía que él quería protestar, pero no se lo permitiría.

Motivo número uno: Prácticamente me vi obligada a venir a la inauguración porque papá babeaba por Tess y Shane por Tammie.

Motivo número dos: Me resigné, rescatando que, por lo menos, habría comida y bebida gratis.




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