Instructivo para (des)enamorarme de ti

Capítulo 13: El parque de diversiones Parte 2

Shane

—Gracias —contesté, recibiendo los cuatro algodones de azúcar que había comprado.

Tammie, Amir y Bridget se hallaban en un stand jugando a encestar balones y aproveché el momento para apartarme y ver si encontraba a Keiry. Un intento en vano, pero no podía regresar con las manos vacías.

Cuando llegué nuevamente con ellos, Amir y Bridget corrieron hacia mí, tomando sus algodones.

—Mira —me acerqué a Tammie, entregándole el suyo.

Ella se mordió el labio y entrecerró los ojos ligeramente.

—No me gusta el algodón de azúcar —anunció.

—Oh, lo siento, puedo comprarte otra cosa si quieres.

Para nada me imaginé la posibilidad de que no le gustara, a los chicos y a mí nos encantaba, especialmente a Keiry. Ella amaba los algodones de azúcar con su vida.

—Me gustan las manzanas caramelizadas —expresó, comenzando a caminar.

Le seguí el paso y Amir y Bridget se quedaron atrás.

Tamie observaba con detenimiento cada atracción y stand, aparentemente fascinada con el lugar, y yo la veía a ella. Lucía esplendida y hermosa. Su maquillaje impecable como siempre, sus ondas doradas que caían con suavidad sobre sus hombros y su vestido floral que resaltaba su figura armoniosa. Todas las miradas recaían sobre mi acompañante, y me sentía orgulloso de ser yo quien pudiera deleitarse con su cercanía.

Más allá de eso… el nerviosismo me ganaba. No sabía qué decirle, no sabía qué tema de conversación iniciar. Encontrar las palabras adecuadas me costaba más cuando se trataba de ella.

Cuando menos lo pensé, la imagen de Keiry apareció de manera imprevista en mi mente, y deseé que hablar con Tammie fuera tan fácil como solía serlo con mi mejor amiga. Con Keiry me sentía libre, me sentía yo mismo. Con Tammie, al contrario, se acentuaba la presión constante de no “estropearlo”.

—¿Entonces Lexter y tú no se llevan bien? —comentó repentinamente, tomando asiento en una mesa libre que había en la caseta donde se compraban los boletos para los juegos.

—Decir que no nos llevamos bien es poco —contesté y desvié la mirada hacia atrás, cerciorándome de que Amir tuviera controlada la situación con Bridget.

La pequeña seguía comiendo su algodón y él tomaba fotografías de todo a su alrededor.

—¿Y por qué no se llevan bien? ¿Por Keiry? —Tammie cruzó las piernas y se apoyó sobre la mesa, conectando su mirada con la mía.

En mí se albergó una incomodidad al recordar que ambos estaban teniendo una cita, en este mismo momento, y que mi plan de venir al parque para monitorear la situación se estaba yendo por el caño porque aún no conseguía localizarlos.

—No, Lexter disfruta amargarle la vida a los demás —comencé a decir y ella me escuchaba atenta—. Cuando yo llegué a la escuela hizo todo lo posible porque no entrara al equipo de soccer y siempre usaba mi problema de la vista para burlarse.

Alzó las cejas, aparentemente sorprendida por mis palabras.

—¿En serio? No pensaba que Lexter fuera así —confesó—. Como pudiste notarlo en la inauguración del consultorio de Tess, su madre y mi hermana han sido mejores amigas por años y él siempre me pareció un chico simpático, extrovertido.

—Lexter es demasiado carismático, eso no lo voy a negar, pero si siente que alguien se interpone en sus objetivos, se convierte en un completo imbécil. Él no conoce el concepto de la sana competencia y desde que es el capitán del equipo, se cree un dios —aseguré, encogiéndome de hombros.

Dicen que tienes que conocer muy bien a tus enemigos y yo me tomé el papel muy en serio. Lexter simplemente era alguien que sabía cómo caer bien, siempre y cuando ese encanto le permitiera ganar algo. Como yo desde el comienzo representé una amenaza directa para él, no se tomó la molestia de fingir ni un poco de cordialidad. Desde el primer día dejó claro que prefería verme fuera, antes que compartiendo el mismo campo.

—¡Shane, Amir no quiere subir conmigo a los carros chocones! —llegó gritando Bridget, exhibiendo su absoluta molestia.

Sonreí instintivamente y Tammie hizo lo mismo.

—Amir, no seas grosero con la pequeñita —lo regañó, acariciando la cabeza de Bridget.

Bridget la miró con recelo y se apartó de su lado. Me pareció extraño el gesto porque anteriormente ya había convivido con Tammie, pero no le tomé importancia.

—Por favor, no haré todo lo que me diga una mocosa de nueve años —refunfuñó Amir, poniendo los ojos en blanco.

Me puse de pie y le propiné un manotazo en la nuca. Él contrajo su rostro en una mueca de dolor.

—Bridget no es ninguna mocosa y si ella quiere ir a los carros chocones, iremos —comuniqué con voz firme, mientras se masajeaba la zona golpeada—. ¿Estás de acuerdo, Tammie? —consulté, poniendo mi mirada sobre ella.

—Claro —accedió.

Bridget sonrió satisfecha, se acercó a mí y me tomó de la mano.

—¿Ves? Por eso Shane es mi favorito —comentó, enseñándole la lengua a mi hermano.

Me reí y nos ubicamos en la fila para comprar las boletas, la cual se alargó más en el tiempo en que estuvimos sentados. Las luces de los juegos se reflejaban en el suelo como destellos coloridos que cambiaban cada segundo.

Bridget se balanceaba sobre la punta de los pies, intentando mirar al frente, mientras Amir soltaba un bufido teatral cada vez que la fila avanzaba apenas unos pasos.

—Esto va para largo —murmuró Tammie, cruzándose de brazos—. Aunque admito que el ambiente tiene su encanto.

—¿Nunca habías estado en un parque de diversiones? —le pregunté con incredulidad.

Me parecía imposible pensar que alguien no hubiera pisado un parque de diversiones en toda su vida.

Tammie sonrió con cierta timidez, bajando la mirada.

—En realidad no, de pequeña me aterraban las atracciones. Solo ver cómo giraban conseguía marearme —confesó con una risita nerviosa.

—Eso suena tristemente aburrido —comentó Amir, ladeando la cabeza.




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