Instructivo para (des)enamorarme de ti

Capítulo 18: Una cita reveladora Parte 2

Shane

Todos mis planes y todo el empeño que puse en organizar la cita perfecta, valieron berenjena. No solo porque la chica que esperaba no llegó, sino porque su reemplazo, resultó ser más… exigente de lo que imaginaba. O bueno, sí sabía que lo era, pero el efecto del flechazo me hacía ignorarlo.

—¿Entonces no te gusta la comida mexicana? —le pregunté a Tammie, deteniéndome en un semáforo en rojo.

—Absolutamente no —contestó, con su mirada puesta en el celular. Desde que la recogí en mi casa, no se había despegado del aparato.

—Bueno, se suponía que la cita era con Keiry y ella ama la comida mexicana, en especial los tacos. Por eso elegí un restaurante mexicano. —Me encogí de hombros, poniendo el vehículo en marcha nuevamente.

—No te preocupes, ya estoy buscando un lugar que me encanta y al que podemos ir —mencionó con entusiasmo, como si toda mi organización detrás de la velada, no valiera nada.

Sentí un pequeño pinchazo en el pecho, uno tonto, pero imposible de ignorar. La reserva en el restaurante favorito de Keiry y la idea de hacer algo especial, se desmoronaba tan rápido como mi humor.

—Está bien —musité y ella siguió deslizando el dedo por la pantalla, indiferente a la tensión que se me formaba en la garganta.

—Hay un sitio nuevo de sushi fusión —continuó—. Súper exclusivo. Solo se entra con reserva, pero tranquilo, yo tengo contactos.

¿Sushi? ¿En serio? ¡Ni siquiera me gustaba el Sushi!

Apreté un poco más el volante, intentando mantenerme centrado. Keiry habría estado haciendo comentarios tontos para relajarme, o se habría emocionado por los tacos, o habría puesto música en el auto solo para cantar mal a propósito.

Pero aquí estaba, conduciendo hacia una cita con la mujer más hermosa, pero de la cual no conocía más allá de lo que mostraba, y quien mucho menos sabía lo que me gustaba a mí.

Y aun así accedí.

Porque se suponía que esto era lo que había querido siempre: una oportunidad con Tammie.

—Si eso quieres. ¿Dónde queda el restaurante?

—Ya te mando la ubicación.

El celular vibró con el mensaje y, mientras el GPS recalculaba la ruta, intentaba verle el lado positivo a la situación.

Quizá el sushi no era tan terrible. Quizá al llegar al restaurante Tammie y yo por fin tendríamos ese momento a solas que tanto estuve anhelando y podríamos conocernos de una mejor manera.

Sí, todo podría pasar.

Seguí la ruta al pie de la letra y cuando llegamos al lugar, casi me caigo de espaldas al ver que cada parte del edificio gritaba lujo. De solo imaginarme la cantidad de dinero que tendría que pagar únicamente por respirar allí adentro, me dolió el bolsillo.

—¡Es un lugar divino! ¿No crees? —exclamó Tammie con ilusión, tomándome del brazo.

—Sí… es bonito —dije, aunque mi mente seguía pensando en que hasta una botella de agua probablemente costaba más que hacer la despensa de una semana en nuestra casa.

—Me encanta venir a sitios así —comentó—. Todo es tan estético. Las fotos salen perfectas. Además, el chef principal es amigo de una amiga, y dicen que la comida es una experiencia sensorial.

Me causó ternura el ánimo con el que me hablaba del restaurante y a pesar de que no tuvo en cuenta mi opinión para decidir, sonreí, ahuyentando los pensamientos negativos de mi mente.

Que el lugar fuera costoso no era lo que verdaderamente importaba, sino pasar un buen rato, juntos. Después de todo, por algo decían que si la vida te da limones aprende a hacer limonada.

—Vamos —le dije, abriéndole la puerta del restaurante.

Entramos y un aroma a jengibre, soya y algo que no supe identificar me golpeó de inmediato. Las luces eran cálidas, los ventanales gigantes, y todo parecía diseñado para que uno se sintiera poderoso y sofisticado.

Tammie soltó un suspiro, encantada.

—¿Ves? —murmuró—. Es imposible no enamorarse de este sitio.

Yo asentí, intentando contagiarme de su entusiasmo. Si ella estaba feliz, tal vez la noche aún podría salvarse. Tal vez la cita que soñé con Keiry podía transformarse en una buena experiencia de todas formas… incluso si no era la que imaginé.

Nos guiaron hasta una mesa junto a una fuente interna que servía más de adorno que de funcionalidad. Tammie se acomodó en su asiento y comenzó a grabar todo el entorno.

—Si no te convence el sushi tradicional, aquí tienen opciones cocidas o fusión. Seguro encuentras algo que te guste —me animó con genuina amabilidad y por un segundo, esa consideración, aunque pequeña, me alivió.

Podía ser que Tammie no fuera una persona con la que conectara naturalmente, porque su estilo de vida era un poco… superficial, diferente al mío. No obstante, era una buena chica, viviendo a su ritmo, y disfrutando los placeres que la fama le brindaba.

Tras varios minutos observando la carta —que parecía estar en japonés, aun cuando tenía palabras en español—, opté por ordenar la opción más confiable que encontré: pollo teriyaki.

—También es buena elección —señaló Tammie, cuando terminamos de hacer el pedido.

—¿Y ya no estás enojada por mi falta de atención en la obra? —inquirí, buscando crear un tema de conversación.

—Un poco sí, pero no soy rencorosa, así que te perdono. —Me señaló con el dedo, regalándome una mirada divertida.

—Ya me dijiste que no te gustó nuestra idea, pero en realidad fue algo importante para el equipo y para mí. El Inter escolar comienza en menos de dos semanas y la inauguración será en nuestra escuela, necesitamos recursos suficientes para dar una buena imagen.

—Sí, algo así me dijo Keiry cuando me pidió venir por ella a la cita.

—¿Y viniste solo por hacer un favor o de verdad querías?

No pude evitar hacer la pregunta. Salió antes de que pudiera meditarlo, casi empujada por ese pequeño nudo que llevaba desde que la vi en la puerta.

Tammie ladeó la cabeza, jugando con la pajilla de su bebida.




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