Shane
La obra finalizó y el teatro rompió en una lluvia de aplausos que nos demostró que habíamos hecho bien nuestro trabajo. Un lado de mí, se sentía conforme, feliz, satisfecho por los resultados… y el otro, angustiado, desesperado, ansiaba ir tras Keiry, para aclarar de una vez por todas lo que pasaba entre ambos.
Podía asegurar que ella correspondió el beso y que pareció disfrutarlo como yo lo hacía, pero su huida abrupta, no me dio tiempo de hablar, de decirle todo lo que provocaba en mí, y la manera inesperada en que mi amor por ella se fue transformando.
—¡Eso fue excelente! —festejó papá cuando bajé del escenario, encontrándome con ellos.
Recorrí el lugar con la mirada, tratando de encontrar algún rastro de Keiry.
La busqué en los camerinos, pero no había señal de ella, entonces ¿a dónde habría ido?
—Sí, esa escena se sintió bastante real —secundó Amir, ladeando la cabeza.
—¿No se suponía que era solo un beso? —interrogó el tío Benji, mostrándose pensativo.
Me rasqué la nuca, avergonzado, sin saber muy bien qué decir.
—Eh… —balbuceé, con las miradas insistentes de los cuatro, puestas sobre mí—. Sí, o sea… era parte del guion.
Ni yo me creía esa excusa. Y por cómo Bridget entrecerró los ojos, tampoco ellos.
—No puedo creer que mi hermana haya besado al futuro amor de mi vida —se lamentó la pequeña, cruzándose de brazos.
—¡Bridget! —la reprendió su padre, frunciendo el ceño—. Cuando sepas dividir por cuatro, puedes pensar en novios.
—¿Dividir por cuatro? Ni siquiera yo lo sé —declaró mi padre, formando una mueca de horror.
Amir rio al ver la expresión escandalizada de Bridget.
—¿Y Keiry dónde está? —cuestioné, desviando el tema de conversación.
—Se fue con sus amigas —contestó el tío Benji, encogiéndose de hombros—. Salió casi volando, ni siquiera me dejó terminar de felicitarla, pero dijo que nos veríamos en la casa.
Claro que había salido volando, después de ese beso, ¿cómo no?
Asentí y abriéndose paso entre mis dudas, mis ganas y mi miedo, estaba la creencia de que su reacción no podía ser simplemente rechazo.
—Bueno —intervino papá, dándome una palmada—. Vámonos, hay que ir a partir tu pastel.
—Sí, yo quiero pastel —anunció Bridget, recuperando el ánimo.
—¿Y sabes dividir por cuatro, Bridget? Porque si no, no puedes comer pastel —la molestó Amir.
—¡Amir! —protestó ella, indignada—. ¡Entonces ninguno podría comer!
El tío Benji soltó una carcajada y papá negó con la cabeza, guiándolos hacia la salida. Yo los seguí, aunque cada paso se sentía demasiado lento comparado con las ganas que tenía de llegar a casa, de verla y de preguntarle directamente si todo aquello que pasó en el escenario la había estremecido tanto como a mí.
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Al llegar a casa, lo primero que quise hacer fue correr a la habitación de Keiry, no obstante, apenas di un paso hacia las escaleras, las luces se encendieron de golpe y una lluvia de confeti cayó sobre mí.
—¡Sorpresa! —gritaron varias voces en coro.
Me detuve, parpadeando para enfocar.
Globos, una mesa llena de cajas envueltas, una pancarta hecha a mano con letras torcidas, mis amigos… y en medio de todo, mamá. Una felicidad indescriptible se albergó en mi pecho al verla.
Ella nunca faltaba a nuestros cumpleaños, sin embargo, me había dicho unas semanas atrás que no podría estar este año conmigo porque el tour con su nuevo novio se había extendido. Por lo tanto, verla aquí, con su sonrisa cálida y esa ternura que solo ella emanaba, me resultaba casi irreal.
—Feliz cumpleaños, mi amor —susurró, abriendo los brazos.
Me acerqué sin pensarlo, abrazándola fuerte, sintiendo cómo algo dentro de mí se acomodaba en su lugar.
—Pensé que no vendrías —dije contra su hombro.
—Era parte de la sorpresa. Por nada del mundo me perdería el cumpleaños de alguno de mis bellos hijos —declaró, extendiendo su mano para que Amir se uniera al abrazo.
—Pensé que yo era el hijo más bello y el favorito —bromeó él, apretándonos con fuerza.
—Ustedes dos son mis favoritos —respondió mamá, dándole un beso en la mejilla—. Pero hoy el protagonista es tu hermano.
Cuando nos separamos, los demás empezaron a acercarse a felicitarme, y yo buscaba a Keiry entre ellos, pero no conseguía verla.
—¡Este es el mío! —anunció Bridget, orgullosa, apareciendo con una caja entre las manos.—. ¿Quieres abrirlo ya?
—La fila es larga por aquí —rio Jaden, dándole un toque en la cabeza a Bridget, mientras se acercaba para abrazarme con entusiasmo—. ¡Feliz cumpleaños, hermano! Estuviste genial sobre el escenario.
—Sí, sí, el actor del año —añadió Jonas, chocando su puño con el mío—. Y ni hablemos del beso, porque Dionne casi se cae de la silla.
—¡Jonas! —gimió la mencionada, empujándolo con suavidad y pude notar sus mejillas ruborizadas—. Yo… solo estaba sorprendida.
—Todos estábamos sorprendidos —intervino Victoria, palmeándome el hombro como muestra de afecto—. Aunque ese segundo beso no era parte del guion.
Bajé la cabeza con timidez, haciéndome el desentendido.
Ellos formaron una media luna a mi alrededor, riendo, discutiendo sobre la parte que más les había gustado o la que definitivamente se habían perdido gracias a Jaden intentando comer a oscuras.
Yo reía con ellos… aunque mis ojos no dejaban de buscarla.
—¿Y Keiry? —me atreví a preguntar finalmente, intentando no ser tan obvio.
A pesar de eso, las chicas se miraron con complicidad, como si supieran más de lo que yo quería admitir.
—Creo que fue a traer más vasos —respondió Victoria con una sonrisa tranquila.
—Sí, volverá en un momento —añadió Dionne, acomodándose un mechón detrás de la oreja.
No hubo nada en su tono que pudiera tachar de raro… y, aun así, lo sentí. Algo dentro de mí me decía que Keiry me estaba evitando.