Intemperie | Libro 1 | Saga Estaciones

Capítulo Diecisiete

Quería creer que mis pocas ganas de levantarme de la cama se debía a lo cansada que estaba por la difícil semana que había tenido

Quería creer que mis pocas ganas de levantarme de la cama se debía a lo cansada que estaba por la difícil semana que he tenido. Claro, pensarlo era una cosa, creerlo algo completamente diferente. La verdad era que quería evitar salir de mi habitación lo más que se pueda. Si mi estómago dando batalla por la falta de comida no lograba sacarme, a estas alturas nada lo haría.

—¡Laia Myers! —Se escuchó el eco de la voz desde el pasillo fuera de mi habitación.

—Pero qué... —Inmediatamente después de escuchar la escandalosa voz de Melanie, me cubrí con las cobijas y fingí estar dormida. Había dicho que nada me sacaría de mi cama, pero no contemplé a la cuatro. Hablé demasiado rápido.

—¡Laia! —Escuché cuando la puerta de mi habitación se abrió—. No puedo creerlo. ¿Qué hora es David? —preguntó con tono exageradamente indignado.

—Un poco más de las diez de la mañana.

—De ninguna manera —siseó Melanie y segundos después ya estaba encima de mí apartando las cobijas—. Despierta, ya es tarde y prometiste desayunar con nosotros y luego acompañarnos al bar.

—¡Por toda mi paciencia, jamás prometí eso! —dije mientras luchaba por recuperar las cobijas para volver a refugiarme en mi cama. Tal vez lo haya prometido cuando estaba sumida en medio de mi depresión ya que Eliel me evitaba a toda costa, pero eso no contaba ahora.

Aunque estaba segura de que tenía más fuerza que Melanie, me sorprendió cuando me sometió con tan solo dos movimientos. Mi amiga de hace tres años me sonrió con orgullo.

—Salí tres meses con John Roca. —Se explicó.

—No quiero saber en qué circunstancia te enseño a hacer eso —declaró David mientras se sentaba en la silla junto a mi escritorio—. Por cierto, tus ojos brillan más cuando te despiertas.

Melanie frunció sus cejas y negó con la cabeza.

—¿Estás seguro de que no tienes un fetiche con sus ojos? —preguntó mientras aflojaba un poco su agarre. Aproveché la distracción para derribarla y colocarme encima de ella. Entrecerró los ojos hacia mí cuando intentó luchar y no tuvo éxito.

—Y yo no necesito de tres meses con John Roca.

—Por supuesto que no necesitas de un John cuando tienes un Roth —dijo Melanie. El nombre de Roth fue pronunciado con un tono meloso que daba toda clase de ideas incorrectas.

Toda la semana no se había dejado de escuchar acerca de él. Que lo habían visto por aquí y por allá, que lo vieron haciendo esto y aquello. Toda Primavera seguía cada uno de sus pasos. Agradecía que hayan quitado la atención de mí, pero en serio, ya cansaba escuchar su nombre veinte veces al día. Estaba luchando muy arduamente en no pensar en el chico que me mantenía despierta la mayor parte de las noches.

Me recluí en mi habitación desde el primer día en que lo vi. Iba de la escuela a mi habitación, sin paradas a ningún lado. Sin embargo, era obligada a verlo en las noches para la cena, mamá no permitía que me la pierda. Hasta ahora no nos habíamos dirigido más que unas pocas palabras y solo por cortesía.

Casi ocho días han pasado desde entonces, también eran ocho días desde la última vez que Eliel y yo hablamos. Ya no venía a mi habitación antes de ir a su trabajo en los campos en las mañanas, ni tampoco antes de marcharse a su casa en las noches. Las salidas al paraíso pararon. Hubiera ido sola, pero no era posible que pueda bajar sola con la cuerda, mis brazos no tenían mucha fuerza y no aguantaría con mi peso. Necesitaba aprender a hacer las cosas sin Eliel, ya había perdido todas las esperanzas de arreglar las cosas con él.

—¿Ya pueden parar? —pregunté. Puse casi la totalidad del peso de mi cuerpo sobre el suyo—. Se vuelve aburrido escuchar sobre él cada cinco minutos.

—Lo dices porque Roth sueño de todas las chicas White vive en tu casa —soltó un bufido—. Pero yo, como una simple cuatro, necesito algo con lo que distraerme. Además, dime si no es un acontecimiento que los dos únicos herederos del nivel dos vivan en la misma casa. Es algo que ciertamente nadie esperaba que ocurriera. Ahora dime, ¿cómo es en la vida diaria? ¿Se ve igual de guapo cuando despierta?

—Yo... —dije mientras me apartaba de la cama y me dirigía hacia la ventana—. no lo he visto mucho. La verdad no creo que se deba exaltar su belleza de ese modo. No es para tanto.

Chasqueó mientras apoyaba sus codos para levantarse de mi cama.

—La verdad, no creo en tu juicio. No conozco a ni un solo chico con el que hayas salido. Es decir, Sean siempre te ha pretendido, pero tú lo odias más que a cualquier otra persona en el mundo. Y Sean es caliente, muy caliente.

Claro, como si un chico quisiera estar conmigo por mi valor como persona, no como una dos.

—Es un día muy hermoso para arruinarlo con Sean —dije apartándome de la ventana.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.