Intentando olvidarte.

Quiero que seas feliz.

Capítulo 9.

Justo ahora quiero salir corriendo la presión de sus miradas me está poniendo nerviosa y el no saber cómo pueden reaccionar me pone peor.

¿Qué haces cuando tu familia te está viendo como si hubieras descubierto la cura para el cáncer? O

¿Como si fueras a revelar un secreto del gobierno? Es difícil estar en una situación así más si es para decirles que después del entierro de tu abuela te vas a un hotel.

Nathan que se había sentado a mi lado agarro mi mano y le dio un ligero apretón, creo que es para tranquilizarme pero ¿cómo lograrlo si mi madre me está viendo con cara de perrito abollado? No puedo hacerlo no a ella aunque no sea tan grave sé que le va a doler que haga aquello, por eso acabo de decidir en este momento que voy a tratar de aunque sea soportar esto por mi mamá.

—Este...no, bueno si...pero—todos pusieron cara como ¿qué le pasa a esta?—Nada no era nada— y comencé a comer, mi madre no me quitaba la mirada de encima sé que ella sabe que algo no anda bien y sé que el interrogatorio viene muy pronto.

Nathan me está viendo como si hubiese cometido un homicidio y me da risa porque debe estar pensando que me voy a ir sin decirle a nadie.

Termino de comer antes que los demás y voy a buscar mis cosas a mi habitación y a mis cosas me refiero a el teléfono celular. Ya abajo me encuentro con Nathan sentado en uno de los sillones me acerco a él poso mi mano en su hombro y el da un respingo suelto una risotada por haberlo asustado y él se voltea fulminándome con la mirada.

—Oye, si las miradas mataran ya estuviera muerta—y volví a reír para caminar hacia la puerta de la casa pero siento una mano en mi muñeca haciendo que me voltee y choque con un enorme pecho, poso mis manos en el pero mi rostro no se salva y queda a la par del de él, mis nervios se dispararon y no sé qué hacer estoy totalmente inmóvil, perdida en esos ojos verdes que me hipnotizan cada que tienen oportunidad.

—Ehm...amigo...—no puedo articular bien las palabras porque su simple roce me hace estremecer— Nathan amigo mío....

— ¿Uhm?—cada vez está más cerca de mis labios y yo no puedo ni quiero apartarlo al final decide romper todas las barreras impuestas y arremete contra mis labios en un roce limpio, suave, delicado y dulce que me roba el aliento en segundos.

Él baja su mano hasta mi cintura y yo coloco las mías alrededor de su cuello, él me acerca más hacia el haciendo que suelte un gemido de sorpresa profundizando el beso ahora es más exigente y brusco, nuestras respiraciones están aceleradas, su tacto en mi cintura lanza corrientes por todo mi cuerpo, me alejo de él cayendo en cuenta que esto no podía pasar que es un grave error, lo empujo hacia un lado y salgo de la casa recargándome en la puerta del auto, necesito regular mi respiración porque si no en vez de ir al entierro voy a tener que ir al hospital.

Veo que Nathan sale de la casa con el cabello alborotado y la mirada perdida, se ve tan bello con esos jeans y esa camisa negra que logra marcar sus hermosos y torneados músculos.

Sacudo mi cabeza para espantar esos pensamientos tan...tan estúpidamente reales y me subo al auto sin mirarlo a los ojos. El viaje hacia el cementerio fue en silencio un silencio totalmente incómodo.

Baje del auto un poco turbada por todo lo que acaba de pasar y por lo que seguramente pasará, ya la opresión en mi pecho se hizo notar al llegar a donde está el resto de mi familia el nudo en la garganta se hizo más intenso y no podía avanzar, entonces Nathan agarro mi mano y me obligo a terminar de caminar pero aún con la mirada perdida.

Se hizo todo el proceso antes del entierro solo falta que yo hable para hacer lo que temí desde que la conocí, enterrarla. Hasta ahora no he soltado ni una lágrima y espero así siga siendo hasta después de hablar.

—Bueno que puedo decir de esta maravillosa mujer que con ella se llevó los mejores recuerdos a su lado, las experiencias vividas y las noches en vela, para dejarme no sufrimiento ni dolor si no, el bello recuerdo de una abuela, una madre y una gran mujer—el nudo en mi garganta creció a niveles estratosféricos — está bella mujer que me regalo las mejores vacaciones por muchos años y que se convirtió en mi segunda madre, pese a su edad nunca se cansó ni de mi ni de mis locas ocurrencias—sonreí triste— esperaba con ansias cada verano para pasar momentos inolvidables una al lado de la otra y ahora por motivos y circunstancias que para mí son desconocidas murió la persona más importante de toda mi existencia, a la que me hubiese encantado visitar por muchos veranos más y con la que hubiese disfrutado esa boda que tanto nos imaginamos mientras me cantaba cada noche.—no derrame ni una sola lágrima, llorar solo empeoraría mi estado y eso ya era mucho decir. 

Llegó el momento esperado, el temido y el nunca anhelado, mientras bajaban la urna no lo pude soportar y salí corriendo, corrí y no me importo nada más que alejarme de aquel lugar tan lúgubre.

Es horrible tener ese sentimiento de pérdida en mi pecho, de angustia por no saber qué hacer de mi después de esto porque aunque no vivía a su lado, ella siempre fue el motor de mi vida y sin ese motor mi cuerpo no va a poder funcionar o mejor dicho mi alma, mi corazón ese al que se le va hacer tan difícil latir si ella no está aunque sea a la distancia o detrás de la línea telefónica dándome ánimos para seguir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.