Los problemas parecían haber cesado, junto con las tristezas y desilusiones. ¿Pero ese era el fin? ¿Podía una persona salir de la depresión tan fácilmente?
Se dice que por amor se puede hacer todo, salvo que eso no es aplicable cuando la vida de uno de los protagonistas ya está destruida.
Tarah y Axel lograron ver las maravillosas lecciones que te brinda el amor, sin embargo, el otro lado que este sentimiento nos brinda les dio una mala jugada.
Tras tomar una gran bocanada de aire le sonrió melancólicamente.
—No todo es como esperamos Tarah, muchas veces conoces a las personas cuando ya tienen una vida planeada, cuando ya decidieron su futuro, cuando ellos ya encontraron su verdadero propósito, ni tu ni nadie pueden hacer que cambie de opinión, la vida siempre estará en mi contra, siempre sufriré, siempre tendré que vivir lo peor de ella. Tu no tienes ni idea de cuanto dolor me produce levantarme cada mañana, ni como tengo que soportar que mi vida sea un completo infierno incluso en mi propia casa...tu simplemente no tienes idea de las cosas que pasan a lo largo de mi vida. ¿Acaso alguna vez has tratado de ponerte en mis zapatos? —mencionó aquel joven que ya había perdido la esperanza de vivir y lloraba amargamente frente a ella.
—Es cierto, yo no sé que se siente que tu vida ya este sin rumbo y también sé que tal vez me odies por tratar de cambiar tu forma de ver las cosas, pero ya no debes seguir haciéndote daño, simplemente no debes hacer que tu vida cuelgue de un hilo... —dijo mientras acariciaba aquellas cortaduras que yacían en las muñecas de aquella persona que estaba frente a ella. —¿O es qué acaso todo este tiempo no fuiste feliz a mi lado? —preguntó derramando lágrimas por sus mejillas.
La mandíbula de él se tensó, porque ella sabía la respuesta, ella sabía que todo ese tiempo juntos había podido estar en paz, sin embargo nada dura para siempre y la felicidad de aquellos dos tampoco lo haría.
—Siempre fue mi método para escapar de mis problemas, ¿sabes? —dijo después de una sonrisa sin ganas. —Respóndeme tu...¿crees que fui lo suficientemente feliz como para qué decida ya no hacerme daño? —pero él no sabía las graves heridas que empezaban a formarse dentro del alma de aquella ingenua chica tras su cruel respuesta.
—Yo sé que fuiste feliz a mi lado —dijo mirándolo a los ojos— por eso me parece injusto que tu decidas acabar con la felicidad que tanto nos costó construir a los dos.
—¿Yo estoy acabando con nuestra felicidad? Porque según recuerdo eso acabó cuando preferiste a Taylor antes que a mí, y ¿ahora pretendes echarme la culpa de todo? Vaya felicidad que me has dado Tarah —le respondió riendo sarcásticamente.
—Tu sabes que las cosas no fueron así, no me pintes como la mala de tu historia.
—Claro, a la persona que llamas "amor" la niegas frente al resto del instituto, pero no te molesta que todos te vean por los pasillos agarrada de la mano con Taylor. Que ciertas son tus palabras, ¿eh? —su voz expresaba clara decepción, tal vez la mayor decepción de su vida.
Ambos se quedaron en silencio evitando sus miradas, sabiendo que tal vez ese seria su último encuentro, hasta que ella por fin se dignó a contestarle.
—No sientas celos cariño, tú tienes algo que el resto no —dijo aquella joven con una sonrisa de lado dibujada en su rostro.
—¿Qué cosa? —le respondió mientras su mirada estaba perdida entre la nada.
Tomó con sus dos manos las mejillas del él acercándola más a ella y obligándolo a mirarla —Mi corazón... — le respondió mientras que sus labios se fundieron en un beso lleno de sentimientos y emociones que solo ellos se causaban, dando prueba de que ambos no deseaban que ese fuese su final.