Intercambie almas con la hija del tirano.

Capitulo 3.

Esa mañana soy levantada por dos mujeres vestidas de sirvientas así como en las telenovelas con su típico vestido negro, delantal acorde y la coronilla sobre sus cabezas justo cuando pensé que esto no podía ser más raro se pone mucho más raro.

- Señorita es hora de levantarse. ¿Desea que la ayudemos a bañar?

- ¡NO! Mm no gracias puedo hacerlo yo sola, tengo una pregunta para ustedes.

- Díganos en que le servimos pequeña dama.

- Donde está mi celular o computadora.

Las dos mujeres intercambian miradas antes de responderme al mismo tiempo como si ya estuviera ensayado de ante mano.

- Señorita usted no tiene ninguno de los dos.

- ¿Cómo se supone que me comunico con mis amigos o conocidos? Esperen acaso siquiera estudió.

- Señorita usted estudia en casa un profesor viene aquí todos los días a las 3 de la tarde.

- Y con respecto a sus amigos pues me apena decirle que no tiene ninguno.

Quedo sorprendida por su respuesta, no puede ser verdad. - ¿Ninguno?

- Bueno suele hablar con el chico del establo Demian fuera de él nunca la he visto mantener contacto con nadie más.

Esto es increíble, mantienen a esta jovencita de apenas 18 años encerrada apartada de todo el mundo y ni siquiera le permiten tener un solo amigo. Definitivamente, yo tomaré cartas en el asunto no puedo quedarme aquí y ver como la tratan sin hacer nada.

Luego de bañarme bajo al comedor en contra de las negativas de las empleadas.

- Señorita le traeremos el desayuno a su cuarto, necesita descansar un poco más.

- Me siento bien y quiero hacerlo.

- Pero usted nunca baja.

- Hoy lo voy a hacer con eso basta y sobra. ¿Acaso no lo tengo permitido?

- No.. No.. Puede hacerlo si lo desea.

No llevo ni un solo día en este cuerpo y ya quiero romperle la cara a todos estos malditos. Llego a la gran mesa y los veo a todos sentados en sus respectivos asientos. A la cabeza está Pierre, a su costado Sebastián junto a el Dayton y Baltasar. El otro costado está vacío supongo que era donde la madre de Penélope se sentaba.

Todos se quedan obcervandome, pero sin decir nada así que soy la primera en hablar.

- Buenos días. - Saco la silla de la otra punta quedando de igual que el jefe de la familia. Esto es claramente un desafío y de seguro alguno de ellos pegará el grito en el cielo por mi audacia.

- Buenos días Peny. ¿Cómo amaneciste hoy?

¿Qué? No me va a regañar, no va a golpear la mesa mientras tira todo al piso.

- Bien.

- Me alegro ver que quieres unirte a nosotros está mañana. Ya que estás aquí te informo que en unos días habrá una reunión y si deseas un vestido llámame al confesionista.

- Quiero ir de compras yo misma.

Las miradas de los cuatro se posa sobre mí de una manera que no me gusta, me siento intimidada, pero no puedo retroceder.

- Sabes que eso no está permitido.

- De que sirve tener a 3 hermanos mayores si no se me permite salir. Padre que uno de ellos me acompañe.

Ahora si la cosa se puso buena, Santiago está rojo intentando no gritar y los otros dos por poco y lo siguen.

- Yo voy. - Baltasar dice seguro con su voz ronca.

- ¿De verdad?

- Si como dijiste para eso tienes hermanos mayores, yo te acompaño.

No puedo quejarme esta es una buena oportunidad para saber un poco más de la dinámica de esta loca familia y Baltasar se ve menos aterrador que los otros dos.

- Penélope estas seguirá de querer salir, recién despiertas.

- Quiero hacerlo padre, quiero salir y despejar mi mente.

- Bien te concedo el permiso.

Le doy una gran sonrisa de felicidad, nunca pensé que sería así de sencillo. - Gracias padre.

- Mm bien desayunamos.

Por alguna extraña razón estos hombres no me quitan la vista de encima, como se supone que pueda disfrutar del desayuno si me observan tan penetrantemente.

Luego de ese incómodo momento salgo a buscar a ese tal Demian, quiero saber que tan amigo es de Peny. El establo es un lugar hermoso y bien cuidado, los caballos son simplemente magistrales y de entre ellos sale un guapo joven.

- Señorita que bueno verla bien.

- ¿Demian?

- Para servirle.

Me acerco a un caballo y comienzo a cepillarlo. - Que belleza de animal.

- También le agradas aunque chispas se pondrá celosa si te ve dándole amor a otra equina.

- ¿Dónde está chispa?

- En aquel corral. ¿Está bien?

- No lo estoy, me he olvidado de algunas cosas Demian y esperaba que me ayudarás a recordar.

- Estoy dispuesto a ayudarla en todo lo que necesite.

Se ve como un chico bueno, aunque no me puedo fiar de nadie en este lugar, pero por ahora él es mi mejor opción.




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