Intercambio de Corazones

11. Vasily

En la tranquila penumbra de su habitación, Arkady hablaba por mensajes con sus amigos, era bastante tarde y no podía dormir.

El incidente con Alexa durante la práctica de hockey pesaba en su conciencia más de lo que quería admitir, y aunque intentaba no pensar en eso su mente divagaba hacia la imagen de Alexa sosteniendo el hielo en su frente, los fragmentos rotos de sus gafas, sus ojos aguados, sus mejillas gorditas sonrojadas. No era simplemente culpabilidad lo que lo atormentaba, sino una sensación persistente de que había cruzado una línea que nunca se había propuesto tocar. Era hacerle burlas para canalizar y disimular lo que sentía por ella, pero no hacerle daño físicamente.

Exhaló profundamente, levantándose de la cama y lanzando su celular a la cama, miró el cielo estrellado en la ventana cuando de pronto giró a mirar hacia la puerta cuando un sonido fuerte resonó desde la habitación contigua, sobresaltándolo.

—¿Qué diablos fue eso?— preguntó, su ceja arqueada en un gesto de confusión.

Luego frunció el ceño, inclinándose hacia la puerta. La necesidad de descubrir el origen del ruido se volvió imposible de ignorar. Moviéndose con determinación, salió al pasillo y se dirigió hacia la habitación de donde había provenido el ruido.

Arkady empujó la puerta con cuidado, para darse cuenta de cual era el motivo del estruendo que llenaba la habitación. Las luces estaban apagadas, salvo por una lámpara en el rincón que emitía un resplandor tenue.

En el centro de aquel caos, un chico estaba inmerso en su mundo, pulsando las cuerdas de una guitarra eléctrica con pasión desenfrenada. Sus dedos se movían con destreza, arrancando notas que se alzaban y caían como una tormenta en un cielo oscuro.

Arkady caminó lentamente. Se detuvo justo frente al él, observándolo por un instante. El chico, al sentir la presencia de alguien más, levantó la mirada, sorprendiendo a Arkady con unos ojos llenos de determinación y un toque de desafío.

La música se detuvo de repente, dejando un silencio pesado. El zumbido de la guitarra aún resonaba suavemente en el ambiente. Arkady y el chico se miraron, compartiendo un instante silencioso donde sus mundos parecían colisionar.

—Tú debes de ser Arkady, mucho gusto, hermanito nuevo —dijo Vasily, el hijo de Halyna, la nueva pareja de Dimitri, con una sonrisa burlona, dejando de tocar su guitarra.

Arkady lo observó con una expresión seria, sin dejarse afectar por el tono de Vasily.

—Son las 12 de la noche, ¿no crees que hay personas que quieran dormir? Te recuerdo que ya no estás en tu pocilga, estás en mi casa ni en tu asqueroso país —reclamó Arkady, asegurándose de que sus palabras fueran claras.

Vasily alzó una ceja, manteniendo su sonrisa sarcástica.

—Lo siento, su majestad —respondió en un tono que destilaba un desafiante sarcasmo.

Ambos sabían que esto era apenas el comienzo de una convivencia que prometía ser todo menos tranquila. La relación entre ellos se perfilaba llena de roces y rivalidades.

Arkady suspiró, consciente de que la convivencia con su nuevo hermanastro sería un desafío constante.

—Solo estaba afinando las cuerdas de mi guitarra —replicó Vasily mientras se levantaba, dejó la guitarra sobre la cama y se dirigió hacia la ventana. Abriéndola de par en par, permitió que el frío helado de la noche se colara en la habitación, pero eso no pareció importarle. Con un movimiento ágil, se sentó en el alféizar, mirando el exterior con aire despreocupado.

Arkady lo observó detenidamente. Vasily era alguien totalmente opuesto a él; su pelo negro y un poco largo le daba un aire rebelde y su postura revelaba una confianza casi arrogante. Aunque eran igual de altos y Arkady tenia la complexión que demostraba fuerza. Era lógico, practicaba Hockey desde que era niño.

En ese instante, Arkady comprendió cuán diferentes eran realmente. Cada uno parecía venir de un mundo distinto, con personalidades que, a simple vista, se percibían incompatibles.

—Será mejor que aprendas a vivir en esta casa —dijo Arkady con un tono de advertencia mientras se giraba sobre sus pies y caminaba hacia la puerta, dispuesto a dejar a su nuevo hermanastro solo en la habitación.

Vasily, sin embargo, no respondió. Sus ojos estaban fijos en el paisaje que se desplegaba ante él. Desde el alféizar de la ventana, podía ver el gigantesco jardín de la casa. Para él tampoco fue fácil dejar su vida en Rusia y mudarse a Ucrania, dejó a sus amigos, su lugar seguro, para vivir con su madre. Porque en la vida de su padre ya no tenía cabida.

Día días después Dimitri había vuelto de un viaje relámpago que hizo con Halyna, la madre de Vasily.

Los estaban en el comedor esperando a que ambos jóvenes bajaran.

Dimitri al ver a Vasily, su hijastro, quien fue el primero en bajar, se acercó a él para recibirlo con un afectuoso abrazo el cual, Vasily, no tuvo de otra que aceptar. No estaba del todo feliz por vivir en la casa de la nueva pareja de su madre, mucho menos convivir con el hijo mimado de su padrastro, pero era eso o quedarse en la calle.

—Espero que te este gustando tu nueva casa, hijo —expresó Dimitri, mientras Vasily asentía a la par que su vista se posaba en Arkady quien entraba en el comedor. Dimitri giró a mirar a su hijo al percatarse de su presencia y aunque aun seguía molesto con él, Halyna le había aconsejado no ser tan duro con su único hijo y Dimitri le dio la razón.

—Hola Arkady —saludó su padre.

—Papá, volviste —es todo lo que respondió Arkady sentándose en su lugar habitual de la mesa.

—Hola cariño, ¿Cómo estas? —dijo Halyna. Arkady dirigió su vista hacia ella quien lo saludó amablemente. Ella era una mujer amable y amorosa, Arkady no tenía nada en contra de ella, pero no se daba mucho con la pareja de su padre.

—Está todo bien Halyna, por el momento —contestó Arkady mirando a su hermanastro.

—Hola, cielo —saludó la mujer con cariño mientras se acercaba a Vasily y le daba un beso en la mejilla. Él apenas reaccionó, con una leve inclinación de cabeza, antes de dirigirse a una de las sillas de la larga y lujosa mesa del comedor. Si bien amaba a su madre, Vasily era un chico poco afectuoso y para nada demostrativo.




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