Intercambio
◇◆◇
Krysia
—No creo poder hacerlo... Evidentemente somos gemelas, aunque tenemos diferencias.
—Aprenderemos a sobrellevarlo —me reconforta, acariciando mi hombro e invitándome a comer otro bocado—. Confía en mí, te enseñaré todo lo que necesitas. Mañana Izak regresará de su viaje, dijo que me llevaría a cenar.
—¿Y... Quieres que vaya con él?
—Sí, deberías empezar a conocerlo mejor... Seré sincera contigo, él es un encanto, pero acepté el compromiso por una mejor estabilidad financiera.
Respiro hondo y entonces abro la boca para dar mi veredicto final.
—Está bien, lo haré.
—Prometo que tendrás lo que siempre has querido, es una promesa —su voz se vuelve más firme, casi como un juramento, mientras mantiene la mirada fija en mí, buscando asegurarse de que sus palabras resuenen en mi interior.
Esto es un acto de amor, pero también de renuncia. Cambiar de lugar con mi hermana significa cargar con su dolor, sus secretos, y al mismo tiempo renunciar a lo que me hace... yo.
¿Estoy realmente preparada para ese sacrificio? ¿Para mirar al espejo y no reconocerme?
Al fin de cuentas tendré la vida asegurada, no sufriré de malos tratos por parte de mi progenitora, ni tampoco una decepción para mi padre por haberme dedicado a educar niños en un kindergarten que a pesar de ser exclusivo, el sueldo no me alcanza hasta fin de mes.
Las dos seguimos almorzando mientras conversamos de otros temas, no tenemos tanto tiempo para hacer estas cosas pese a que vivimos en la misma casa, ahora que somos adultas, la rutina laboral nos ha envuelto por completo.
Cuando creces te das cuenta de que las muñecas y los días de pijamadas con tus amigas quedan atrás. Otras responsabilidades se vuelven parte de ti, así que no queda de otra que mirar el pasado con nostalgia.
Es miércoles por la noche, ya siento como la ansiedad se apodera de mis sentidos aunque aún «mi prometido» no haya venido a buscarme. Lena me aconsejo en que debía ponerme para esta ocasión, es primera vez que me hago un maquillaje tan dramático y que uso un vestido corto de color negro ceñido a mi cuerpo, resaltando los atributos físicos que Dios me dio.
Me pongo un poco de perfume en ciertos puntos específicos y retoco mi labial con gloss.
Llevo muchos años sin ir a una cita, la mayoría de los hombres con los que he salido han resultado todo lo que tanto juraron destruir. Mi corazón está a punto de salirse del tórax tras escuchar el sonido del claxon.
Ya es hora.
Me despido de mi hermana con un beso en la mejilla, ella se queda en su habitación, acariciando a Lía, nuestra gatita de un año.
El castaño me sujeta de la cadera tras salir del auto, avanzamos entre los comensales que disfrutan del ambiente acogedor y romántico del restaurante. Me quedo viendo su perfil perfecto con cada paso que damos hasta que el encargado nos ubica en nuestra mesa.
—¿Qué tal estás? —es lo primero que le pregunto al sentarme— ¿Cómo te fue en Londres?
—Bien, tuve mucho trabajo, pero había que resolver el caso lo más rápido posible —dice con orgullo, acomodando su camisa de lino con un movimiento elegante que me hace desviar la mirada de sus manos hasta sus labios.
Tiene un aire arrogante, confiado y eso me gusta.
Novak no es cualquier tipo de persona, es uno de los mejores detectives de Polonia con reconocimiento a nivel internacional de más de diez años. Sus pequeñas líneas de expresión y su edad gritan experiencia por todos lados.
—Debe ser divertido conocer otros países y culturas —intento seguir la conversación.
—Es aburrido si tú no estás —pone una de sus manos encima de la mía, al parecer no puede vivir sin estar tocándome—. Por cierto, te traje un obsequio.
Revisa entre sus bolsillos y saca una caja grande de color negro, la abro con emoción hasta visualizar la gargantilla con tres pequeños cristales incrustados.
—Está hermoso.
—Cada diamante significa la cantidad de hijos que quiero tener contigo, mientras más pronto los tengamos, mejor —se relame los labios al pronunciar lo último.
Cielos.
Parece que mi hermanita se ha olvidado de contarme ese gran detalle, es lógico que quiera formar una familia, pero no pensé que el tema de los bebés sería tan pronto.
Mi rostro debe estar como un tomate debido al intenso rubor en mis mejillas.
Hago lo mejor que puedo para que no se note mi incomodidad, emito una risita tonta y no digo nada al respecto.
Él deja un besito suave en el dedo donde tengo el anillo de compromiso, el diseño es minimalista, y contemporáneo con una pequeña esmeralda en el centro.
—¿Por qué quieres bebés tan rápido?
—Desde el primer día te comenté mi deseo de tener un heredero o heredera. Tengo treinta y cinco años, ya es hora de que ponga los pies en la tierra, no quiero vivir el resto de mi vida sin tener por quién luchar.
—Yo también siento que la edad empieza a pesarnos un poco más cada día —reconozco con sinceridad.
—El deseo de crear algo nuestro y perpetuar nuestra unión es tan intenso que prefiero correr ese riesgo antes que permanecer sin hijos por temor al tiempo.
Su pequeño gesto al dejar otro besito en el dedo anular es como una electricidad que recorre mi espina dorsal, haciéndome sentir viva.