Intercambio de Esposa

Capítulo 4

Noche de copas

◇◆◇

Krysia

Izak me observa con atención, escudriñándome, juego nerviosamente con la servilleta, evitando su mirada de a momentos, puedo ver la llama de pasión en sus ojos cafés.

Mi expresión, que normalmente es abierta y cálida cuando estoy en confianza, ahora parece tensa.

—¿Todo bien, Lena? —pregunta con una sonrisa suave, intentando sonar casual—. Te noto un poco rara hoy.

Levanto la vista lentamente, mis ojos brillan un instante con una chispa de nerviosismo.

Este hombre no es nada tonto.

Por Dios, es un detective con una carrera intachable, me atrevería a decir que es como una celebridad en el mundo policial.

—Sí, sí... —digo con una amplia sonrisa, pero mi voz tiembla—. Solo estoy un poco cansada, eso es todo.

Izak frunce el ceño ligeramente, no convencido. Ha sido el novio de mi hermana por un año, debe conocerla a la perfección.

—¿Estás segura? —insiste con tono amable pero preocupado—. No me engañas. Te noto diferente. ¿Hay algo que quieras contarme?

Por un momento, dudo de toda la situación, mordiéndome el labio inferior. Luego, suspiro profundamente, como si no tuviese escapatoria.

—No es nada grave... —musito con voz baja—. Es que hay algo que me está molestando, pero no quiero preocuparte.

Sigue observándome con atención, su expresión suavizándose. No soy de hablar fácilmente de mis sentimientos, pero también sé que no puedo dejarlo así, con esa tensión en sus ojos.

—Puedes confiar en mí, no tienes que cargar con todo sola —asevera con sinceridad—. Estoy aquí para ayudarte, en lo que sea.

Le dedico una sonrisa tímida, pero sus ojos siguen brillando con esa chispa de inquietud. Izak siente que, más allá de la conversación, hay algo más que no le estoy diciendo, eso solo aumenta su interés y su deseo de protegerme.

—Es sobre la boda —me animo a continuar la conversación y también a seguir mintiendo—. Me siento ansiosa por ese gran día, aún faltan detalles que pulir.

El camarero aparece con la carta para que escojamos lo que queremos cenar al mismo tiempo que sirve champaña en nuestras copas.

No soy de tomar alcohol, nunca lo he hecho en la vida, en cambio, mi gemela comenzó a hacerlo desde que cumplió la mayoría de edad.

Me deleito con la forma en que la espuma sube hacia la superficie, no dudo en tomar la copa entre mis dedos y darle un sorbo.

Mmmm... El sabor es una combinación entre acidez y frescura, es algo difícil de describir, pero me gusta.

—Todo saldrá bien amor, ya estoy acá en Varsovia y te ayudaré en lo que sea, me preocupa que te satures de estrés.

—Gracias por escucharme.

—Ya reservé nuestra luna de miel en Santorini.

—¿De verdad?

—Si —asiente—. Estaremos partiendo dos días después de nuestra boda.

—Santorini es una excelente elección —digo con emoción.

Siempre he querido ir a ese lugar, me parece mágico por su mar impoluto. Es increíble que esté a punto de conocerlo en persona y no a través de imágenes sacadas de internet.

La conversación se vuelve casual cuando ambos comemos tras haber ordenado en el restaurante italiano, disfrutando del delicioso risotto al mismo tiempo que nos reímos a carcajadas, creo que la champaña ha hecho que esto sea fácil de sobrellevar, ya que estoy más desinhibida, tal cual estaría Lena en este momento.

—¿Son ideas mías o el cabello te creció más?

—He estado usando algunos productos para su cuidado —me las apaño para buscar una coartada y no dejar lugar a dudas.

Lena se cortó un poco el cabello para igualar el mío y yo me encargué de ponerme extensiones para imitar la abundancia de su cabellera dorada.

Me daría un ataque si se me llegan a caer en su presencia, quedaría expuesta como una vil mentirosa.

—¿Ya te he dicho que me encantas? —una de sus manos viaja por mi rodilla para acariciarla con ternura.

Pongo su mano sobre la mía y decido seguirle el juego.

—¿Me extrañaste?

—Demasiado, estaba a punto de volverme loco en ese hotel, eres mi adoración.

Sus ojos cafés se vuelven más oscuros con cada palabra que articula, la forma en la que me mira es como un fuego que atraviesa mi piel y mi alma.

La botella completa de champán desaparece rápido entre mis manos débiles que sostienen la copa. La música ambiente del restaurante es adecuada para crear un ambiente festivo que combina con la bebida que no he dejado de deleitar.

Todo me da vueltas y sin esperarlo, mi rostro cae sobre mi propio plato mientras trato de tomar otro sorbo ya vacío de champán.

—¡Cuidado! —grita Izak para llamar mi atención— ¡Estás borracha!

Se levanta con rapidez para ayudarme antes de que derrame la comida en la mesa. Me sostiene por los brazos con delicadeza, la gente que está cerca nos mira, pero nosotros nos mantenemos imperturbables. Sin tanto esfuerzo, logra sacarme de la mesa antes de que cometa alguna imprudencia en medio de los clientes.

Intento levantarme sola como puedo, el mundo se me viene encima y las náuseas se intensifican, por lo que vuelvo a caer en mi puesto.

—Quédate quieta —habla con determinación, imponiendo carácter para estabilizarme.

—¡Tú no vas a mandarme! —exclamo de inmediato, me río al ver su rostro contraído.

Lo último que siento antes de salir del lugar es la forma en la que sus fuertes brazos me cargan, dejando que mi estómago descanse en uno de sus hombros.

El olor de su perfume es delicioso, me sostengo de su espalda para no caer al suelo.

—¡Suéltame energúmeno! —pataleo como niña chiquita.

—Nos iremos a casa, así que compórtate —deja una palmada en mi espalda baja.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.