Intercambio de Esposa

Capítulo 7

Propuesta laboral

◇◆◇

Krysia

Me quedo pasmada al escucharlo, verlo aquí y tener que actuar como otra persona me hace querer arrancarme los pelos. Sin embargo, en esta posición debo usar las cartas a mi favor.

—¿Qué tipo de sorpresa? —ladeo la cabeza buscando su respuesta.

—Quiero invertir un millón de dólares americanos en todos los rubros de la revista, a excepción del área de Marketing, el cual estaría cubriendo totalmente con mi empresa puesto a que nos dedicamos a eso.

—Me parece interesante —me posiciono bien en la silla, sin apartar mis ojos ámbar de su rostro—, pero me temo que hay otra empresa que también está interesada en ser accionista.

Miento con esa revelación, solo lo hago para frustrarlo un poco y también desafiarlo.

No se la dejaré tan fácil, la mayoría de hombres millonarios presumen de su dinero, creen que con eso pueden comprar todo y meterse a cualquiera en el bolsillo.

—No creo que maneje la misma cantidad de cifras que mi empresa. Mi equipo puede hacer más famosa esta revista de lo que ya es y duplicar las ganancias —rectifica como si ya fuese un hecho.

Observo el rostro de Iván al escuchar su insistencia.

—Debemos analizar muy bien cuál de las opciones es más beneficiosa para la revista —digo lentamente para maximizar el suspenso.

Su gesto cambia, parece sorprendido por mi revelación.

—¿Quién está interesado en ser accionista?

Sonrío sin soltar mi mirada, parece dispuesto a jugar al gato y el ratón.

—Pues es un competidor serio —miento nuevamente para disfrutar su incertidumbre—. Con recursos que no te los creerías.

Noto cómo su expresión cambia de curiosidad a preocupación.

—Soy el mejor en este terreno.

—¿Entonces cuál es tu mejor oferta? —es obvio que quiere saber más sobre su rival, pero será mejor que me calle.

—Mi empresa puede hacer realidad todos tus sueños —musita con voz suave pero determinada —. Puedes alcanzar el éxito total con nosotros y si no te parece suficiente, voy a duplicar la cifra. Dos millones de dólares americanos.

—No esperaba tanto de tu parte.

Mis palabras lo hacen soltar una risita de victoria.

—Esta es solo la primera ronda —afirma con convicción—, pero yo siempre gano. No soy el tipo que renuncia fácilmente.

Miré la hora en mi reloj, ya han pasado más de dos horas desde el comienzo de la reunión.

No puedo negarme a esa oferta tan generosa. Sin embargo, siento dentro de mí un leve hormigueo de desconfianza.

—Me parece razonable considerar todas las opciones —contesto diplomáticamente—. Quiero dejarle en claro que en caso de aceptar su oferta, no tendrá derecho a despedir a nadie, ahora yo soy la directora de esta revista y es mi deber velar porque todo siga bajo control.

—Por supuesto, entiendo perfectamente, pero también debes entender que en los negocios, a veces, hay que tomar decisiones difíciles para avanzar. No te preocupes, no busco despedir a nadie, solo quiero que esta revista vuelva sea la mejor del mercado. Y si tú estás dispuesta a colaborar, podemos lograrlo juntos. Después de todo, en esta industria, quien tiene el control, tiene el poder.

—Nos vemos luego señor Werner. Le diré a mi asistenta que lo contacte cuando haya tomado una decisión concreta.

Finalmente me levanto de la silla y salgo por la puerta de nuevo a continuar con los deberes, mi hermana me dejó en una nota las cosas que tenía pendientes en la oficina.

Me pregunto como le estará yendo con los niños en el colegio. Espero no que no estén torturándola o algo, los pequeños son muy traviesos a esa edad.

Los minutos se transforman en horas hasta que finalmente llego a casa, me siento frente al espejo y comienzo a cepillarme un poco el cabello para evitar que se enrede.

—¡Santo cielo! —exclama Lena al entrar en la habitación,

Mis ojos saltan hacia su camisa completamente empapada en pintura, una explosión colorida sobre la tela blanca.

Suelto una carcajada que hace que mi gemela se acerque a donde estoy.

—Los niños fueron terribles hoy —confiesa con todo el cabello despeinado y manchado de verde.

Toda ella está manchada de ese color que me recuerda al Grinch.

—¿Qué pasó?

—Hubo una guerra de pintura en el aula, todo quedó hecho un desastre —habla como si hubiese presentado una catástrofe mundial tras sentarse en el borde de la cama.

—Hermanita mía, los pequeños son peores que un ejército de malabaristas rusos. Por lo menos tienen alma de artistas emergentes, mira el lado positivo —trato de consolarla.

—¿A ti cómo te fue?

—Bien... Digamos que me encargué de ubicar a ciertas personas para que jamás vuelvan a meterse contigo.

—¿Qué hiciste?

—Nada de que preocuparse, confía en mí.

—Por cierto, Izak estuvo llamándome como loco, apenas pude contestarle cuando me subí en tu cacharro.

—Hey, más respeto —suelto con un tono humorístico—. Ese «cacharro» me ha llevado a muchos lugares sin dejarme accidentada a mitad de camino. ¿Qué te dijo Izak?

—Me informó que filtraron una fotografía de «nosotros» en el estacionamiento del restaurante, que tomaría acciones legales para proteger mi reputación, algunos internautas han estado comentando cosas fuera de lugar.

—No solo los internautas, también las víboras de tu trabajo, ellas creían que me quedaría callada y se equivocaron.

—Debes ser más cuidadosa o esto podría detonar en algo más grande.




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