Perspectiva
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Izak
Me encuentro dentro del Departamento Policial, investigando un caso en particular mientras tecleo algunos comandos en mi laptop.
No he dejado de trabajar desde que regresé al país, a veces quisiera tomar unas largas vacaciones, pero sé que todo estaría perdido si me ausento por mucho tiempo. La razón por la que me convertí en detective fue porque una de mis hermanas desapareció y este caso me recuerda a ese fatídico día debido a la similitud física con la víctima.
Mi mente está dividida entre la tarea y los eventos recientes. Mi mirada vuela sobre los expedientes y documentación extendida por toda la mesa.
Dieciocho años de edad, ojos azules, cabello castaño.
Leo la descripción detallada del forense junto a la escena del crimen y las fotografías recolectadas. Son duras de ver. Sin embargo, debo llenarme de valor para seguir con mi función.
Por un momento, tomo mi teléfono para despejar mi mente por unos escasos minutos. Siento que esto me está consumiendo completamente, así que abro una de mis redes sociales, lo primero que aparece en pantalla es una fotografía en primera plana de mi prometida sobre mi espalda la noche que fuimos a cenar.
El reporte barato apunta con que la directora de la mejor revista de moda es una borracha.
¿Solo por pasarse de copas en una ocasión?
Definitivamente la sociedad está cada día peor, más misógina y arraigada debido a que la publicación se mantiene llena de insultos hacia ella como mujer, mientras que a mí me veneran por todo lo alto.
—¡Demonios! —exclamo frustrado, viendo cada uno de los comentarios.
Debo eliminar todo rastro de eso y demandar a todo aquel que se atreva a hablar mal de ella. Mi prometida es una mujer valiosa, su comportamiento no tiene nada que ver con la imagen que tratan de pintar para desprestigiarla.
Si, lo que sucedió pudo haberse evitado si tan solo Lena no se hubiese embriagado, aunque no hay nada de malo en divertirse un rato si no estás haciéndole daño a nadie. Debo reconocer que ha estado algo rara últimamente, no sé si sean ideas mías por todo el estrés que me ha generado el trabajo, estoy a nada de mi ascenso como teniente.
El golpe de la puerta chocando contra el marco me hace sobresaltar, me levanto de la silla, fijando mi vista en la figura femenina que acaba de irrumpirme.
Es Zara Kruk, acaba de ascender como detective y también es mi nueva compañera.
La morena se acerca con rapidez, resonando sus botas de tacón por toda mi oficina. En sus labios rojos se dibujan una sonrisa sugerente al verme completamente relajado y con algunos de los botones de mi camisa desabrochados, siento como el calor abandona mis mejillas por completo, he trabajado con ella en varios casos.
—Hola, ¿qué te trae por aquí? —elevo las cejas, mirándola de pies a cabeza con curiosidad— ¿Has descubierto más evidencia acerca del caso?
—No, todo lo que recopilé te lo entregué hace un par de horas —enrosca uno de sus rizos en su dedo índice.
—¿Entonces a qué has venido? Necesito trabajar y cerrar esto cuanto antes —le digo, mi voz es firme y profesional al mismo tiempo.
Detesto cuando las personas no siguen mis condiciones.
—Déjame ayudarte más. Dos cabezas piensan más que una, estoy aburrida y no quiero irme a casa temprano —se sienta en el borde del escritorio como si tuviese todo el derecho de hacerlo.
No soy un imbécil, sé a lo que ha venido. Además, la forma en la que habla despreocupadamente me causa indignación, estamos ante a un acto criminal desagradable.
Nunca la he visto de otra manera y hoy viene con todas las intenciones de intentar con otra cosa, algo que rechazo con la mirada.
—Ya terminaste con tu parte, así que lárgate.
—¡No seas así Izak! —la mujer persiste— Escuché que te vas a casar y yo...
—Deberías dejar de empeorar la situación con cada palabra que dices, aquí no aceptaré que pongas en peligro nuestra colaboración por tu deseo personal, deja que yo maneje los casos según sea necesario, ya tengo todo bajo control. Te lo agradezco si sigues mi lineamiento.
—Eres un simple detective y ya te crees el jefe supremo —suelta con veneno tras darse cuenta de que no he caído en su juego de seducción.
—Estás hablando con el próximo teniente, y si no cierras esa boquita, vas a terminar despedida.
Zara se retira con un evidente gesto de decepción en su rostro, la puerta resuena tras el portazo que da de la rabia. No estoy interesado en alguien más que no sea Lena, es a quién escogí y no pienso echarme atrás en una decisión tan importante como lo es el matrimonio después de pensarlo mucho, sobre todo luego de ese día de verano en la casa vacacional de sus padres.
Siento que algo en ella ha cambiado, aún no sé qué, pero lo descubriré, no quiero que esté ocultándome sus sentimientos.
¿O quizá es porque ya está a punto de estar en sus días del mes?
Todas estas cosas son confusas para nosotros los hombres. Muchos esperan a que sus parejas les expliquen con palitos y manzanas lo que quieren y aunque lo hacen, no escuchan, yo me adelantaré en hacer las cosas como deben ser.
Además, debemos escoger nuestros atuendos para la fiesta de mis suegros.
Sea como sea, no puedo ni quiero estar ni un minuto lejos de su presencia, la atracción magnética se siente más fuerte que la última vez que me fui, no hay forma de negarlo.