Intercambio de Esposa

Capítulo 11

Helado

◇◆◇

Krysia

Desesperada por escapar de ese momento de emociones tan intensas que sacude cada célula de mi cuerpo, echo la cabeza hacia atrás a la ve que mis pulmones se van llenando de aire puro. Las pulsaciones en mi sienes es cada vez más fuerte, los pensamientos más desinhibidos comienzan a martillar mi mente como una tormenta de arena, una inundación cegadora y poderosa que me lleva más allá del control.

El sonido de mi propia respiración parece llenar todo el espacio del probador, un eco distorsionado que me acerca más al abismo de su rostro cincelado y su encantadora sonrisa natural.

Al poco tiempo ya hemos completado nuestras compras con éxito, sentir su mano con la mía mientras comemos helados sigue siendo una sensación que no había vuelto a vivir en mucho tiempo.

No me desagrada, no me disgusta en absoluto, es un contacto placentero, una forma de comunicarse silenciosamente sin necesidad de palabras. Él es más alto que yo por mucho, por lo que su instinto protector es tan perceptible y demandante.

Bueno, creo que todo de él lo es.

Su atención, su personalidad, sus ojos oscuros que no dejan de verme con profundidad.

Es como si supiera todo lo que está pasando por mi mente justo ahora.

La deliciosa textura crujiente del helado sobre mi lengua me lleva a un momento de plenitud por estar haciendo algo tan simple, esa pequeña felicidad me llena de paz.

La delicada mezcla de frutas frescas y crema suave es una combinación perfecta de sabores que se funden lentamente en mis papilas gustativas, las fresas maduras y piñas frescas se unen en armonía para crear una experiencia gastronómica sublime.

¡Amo el helado!

Ambos decidimos tomar un breve descanso en uno de las bancas públicas de la ciudad.

Como si estuviera planeando la jugada de toda la vida, Izak extiende su mano y cuidadosamente deposita una gran cucharada de helado frío directamente en mi mejilla derecha.

—¡Cielos Izak! —susurro sonrojada— ¿Estás loco?

Sin perder tiempo alguno, se acerca y succiona con delicadeza el helado derretido en mi piel, esa sensación fría en contraste con la calidez en su lengua es embriagante. Algunas personas que transitan se nos quedan viendo de arriba a abajo.

Cierro los ojos con un suspiro que puede interpretarse como reprobación o simplemente gozo por aquella pequeña y sutil caricia.

Pese a que la brisa fría de la noche esté calando hasta en mis huesos, siento de la llama intensa que apaña mi corazón.

—Estaba esperando tu reacción —dice con voz suave mientras termina de limpiar los rastros restantes del helado—. Nunca te dije que también soy un maestro en juegos y trucos para ganarte en cualquier situación —pronuncia sus palabras con una sonrisa traviesa.

Lo analizo durante varios segundos antes de soltar una risita ahogada al fin.

—Pues... Parece que ahora ya sabemos quién está ganando esta lucha —suelto una sonrisa pícara, me acerco más para susurrarle al oído—. El temido detective siendo un niñito con su prometida, ¿qué pensarían tus enemigos de esto?

Él levanta una ceja burlona al escuchar mi respuesta.

—Puedo ser todo un hombre cuando yo quiera —aprieta mi labio inferior con su dedo pulgar.

Cuando lo consigo fuera de guardia me apresuro en llenar la punta de su nariz con lo poco que me queda de mi postre.

—¡Te atrapé!

Suspendido entre una risa nerviosa y un grito de sorpresa, mi prometido se percata del frío y pegajoso helado.

—Ahora limpialo, cielo.

—No lo haré —saco mi lengua en señal de rebeldía.

—Si no lo haces, entonces otra lo hará y...

—¿Qué pretendes? —elevo mi mano, mostrando el anillo de compromiso— Soy tu prometida y no puedes esperar a tenerme día y noche por el resto de tu existencia.

Sé lo que intenta, quiere ponerme celosa para conseguir lo que quiere.

Izak Novak tiene un problema y es que no conoce de límites, me atrevo a decir que ninguna mujer lo ha rechazado, que todas y cada una de ellas han obedecido a cada una de sus peticiones.

Una expresión intensa pasa por su rostro, desesperación y deseo. A pesar de mi amigable advertencia solo para molestarlo, no duda en acercar mi labio a escasos milímetros de los suyos.

—Ya eres mia —murmura en tono gutural, como si fuese obvio.

Entonces, como un fugaz flash de lucidez entre oleadas de pasión, el mismo se obliga a parar momentáneamente, un distante tintineo metálico interrumpe bruscamente el dulzor de su beso, mi sonrisa empieza a desvanecerse. La tensión eléctrica que late en el aire es instantáneamente succionada por la realidad cuando Novak desvía su atención hacia ese súbito ruido.

Con un brusco movimiento, aparta levemente nuestros rostros justo cuando abre sus ojos con una expresión de profunda consternación.

—Lo siento, debo contestar el teléfono —exhala lentamente, como si lo hiciera de sus propias frustraciones internas—. Es el teniente Levy.

El castaño se levanta y se aleja un poco para atender la llamada.

Mi corazón martillea dentro de mi pecho al observar los movimientos minúsculos de mi prometido, como si estuviese calculando su lenguaje corporal.

La noticia que recibe debe ser desgarradora, puedo ver la furia inyectada en sus globos oculares y como se le marcan las venas en la frente.




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